¿Qué es lo que buscamos? (II)

Por otra parte, llegó la hora de derrumbar de una vez para siempre el fetichismo verbal a que ha sido sometido Carlos Marx, inclusive por aquellos que se han hecho llamar los grandes padres del marxismo; es preciso descongelar definitivamente la doctrina de este científico social, que entendió la contradicción fundamental que traería el capitalismo a la sociedad y el que explicó claramente la tragedia de la coexistencia de un modo privado de apropiación y la socialización de la producción. Dejó claro el “antagonismo” entre proletarios y burgueses, problema inevitable, fatal, a menos que se pudiese construir un socialismo, pero un socialismo humano mas que político, que fuese capaz de eliminar esa horripilante caterva compuesta por los hoy obreros burgueses, los burócratas del trabajo asalariado. Conocimos la historia y sabemos de una serie de países que se autodenominaron socialistas, pero que en realidad solo sirvieron para congelar, conservar y proteger no solo las formas capitalistas de alienación, sino que inventaron nuevas formas. Para justificarse formularon una peculiar “lógica dialéctica”, según la cual las contradicciones del capitalismo son “antagónicas” y las del socialismo “no son antagónicas”.

Algo así como si la burocracia monstruosamente desarrollada, la división del trabajo, llevada al extremo capitalista de división del trabajador, la existencia de una economía monetaria y mercantil, la represión ideológica, el anti-semitismo descarado, parecen ser “contradicciones no antagónicas”. No lo son, sin duda, para la pupila de quienes embaúlan a Marx, sedientos de axiomas, o para el ojo dogmático. Una de las advertencias claras de Marx es: “no habrá socialismo allí donde la fuerza de trabajo siga siendo una mercancía; no habrá socialismo allí donde persista y se agudice la lucha de clases, tal y como ocurrió en los derrumbados estados socialistas de la vieja Europa; no habrá socialismo allí donde haya una relación antagónica entre capital y trabajo”. Mas sin embargo hoy tenemos maestros que se encargan de decir lo contrario. ¿No es antagónica la relación entre el capital y la peculiar mercancía que es la fuerza de trabajo? ¿No hay un antagonismo irreductible entre un estado todopoderoso y unos intelectuales que se atreven a decir la verdad?

Si observamos el proceso histórico que hemos vivido en estos últimos años, vamos a encontrar que la llamada filosofía “materialista-dialéctica” ha servido muy poco. Ese método no funcionó como “sistema” filosófico. Pero en cambio si funcionó como punto de vista para comprender el desarrollo de la sociedad humana. De ahí que no se pueda convertir a Marx en un simple filósofo, un viejo profeta, eso es llevarlo a la mas terrible trampa ideológica donde lo quieren los capitalistas. Sus teorías acerca de la ideología, acerca del Estado, acerca de la producción mercantil y la división del trabajo, no casó en modo alguno con las del ruso Lenin, por más que los maestros rusos se empeñaron en demostrarlo, todo históricamente fue lo contrario, Lenin se contrapuso polarmente a Marx y es así que encontramos que la idea Leninista del Estado terminó por fortalecer al máximo al Estado, como lo demostró la dictadura de Stalin ; o como lo demostró el fondo de ese Estado Soviético que se fue al abismo. Para Marx el Estado debía tender a su desaparición en una sociedad socialista y no a su fortalecimiento, la división del trabajo, que comienza, señala el científico, en la ideología alemana con la división entre trabajo físico y trabajo intelectual, se vio extrañamente incrementada en la sociedad heredera de Lenin. Para nosotros es necesario estudiar y entender lo que vamos a hacer, y para ello debemos estar lúcidos, necesitamos descolonizar la ideología de Marx, porque ella son las bases para que lleguemos a construir una verdadera sociedad socialista.

El sistema capitalista la ha diabolizado y para ello ha utilizado la iglesia cristiana, por aquello del ateísmo de Marx. Yo siempre he visto a este científico como el verdadero Papa de la humanidad. No soy dogmático, sino un simple estudioso de su doctrina, Marx nos dejo claro que Jesucristo fue el verdadero padre del comunismo y de él tomo su acción y dejó específicamente la concepción del engaño para dominar al hombre que al convertirlo en un dogmático de la fe, se apasionó para ser un dominado miserable y pobre en la tierra con la esperanza de ser rey rico y poderoso en el cielo.

TRANSFORMARNOS EN VERDADEROS SOCIALISTAS. ANTECEDENTES:

Devolver a los verdaderos socialistas genéricos, la doctrina socialista, es restituirle el poder de ejercer plenamente su libertad, en tanto se pueda pensar a sí mismo como ser social-histórico. La doctrina marxista en su esencia es el lenguaje moderno que hilvana la libertad, la justicia y la igualdad, es una doctrina crítica radical. A quienes se les asigne o tomemos el papel de productores de pensamientos para ser meditados por el resto de los hombres, debemos entender que la historia se empeña en reanudar los procesos que unen al pasado con el presente y demostrando que esa historia sirve de lecciones a una civilización y cuan necesario es extraer su profundo sentido.

Construir un partido político es, por lo general una tarea de organización intensamente compleja, en Venezuela, por ejemplo, hemos observado que al principio de lo que posiblemente hubiese podido ser un cambio verdadero, nacimos como un movimiento de cambios y necesidades y que los miembros que han participado en su evolución lo han hecho de manera muy diferente y han ejercido un poder político que nos obliga a encontrar la posibilidad de deducir del pasado lecciones para el porvenir. Analicemos las horas que estamos viviendo, la lucha de los enfrentamientos, el proyecto ya en marcha para el futuro y la forma sistemática que debemos tomar para convertirnos en base, en piso, en sostén político para el socialismo de verdad. Participación y poder varían porque el gobierno se ha formado de una coalición de partidos que en principio se llamó Polo Patriótico, pero donde los electores nos demostraron que el Movimiento Quinta República (MVR) necesitaba convertirse en un partido ampliamente revolucionario, obrero y democrático, por el gran volumen de militantes, simpatizantes y miembros de su composición.

En la nación venezolana existió un vacío político durante cuatro décadas y creo que aún se mantiene firme al tiempo que se apodero el bipartidismo adecopeyano, todos lo vivimos en carne propia, estos crearon incluso una especie de sectarismo mítico, religioso, en el sentido de que sus agrupaciones pensando que su política era la única llamada a liberar a Venezuela. Pero los problemas graves nacionales que exigían ser abordados con una concepción nítida y clara, crecieron, sumiendo al pueblo y la nación en la pobreza y la miseria mas terrible que se haya podido vivir. En estos momentos de supuesta revolución no se ve ningún cambio, al contrario las necesidades se aumentan, una burocracia partidista es la base, la corrupción y la inseguridad social son el borde, la construcción de un estado petrosocialista es el camino que se sigue, pues las estructuras del capitalismo siguen intactas disfrazadas con la careta del payaso que hace reír, pero que por dentro mantiene una crisis fatal.

Este proceder, por supuesto plantea la necesidad de un nuevo nucleamiento de fuerzas revolucionarias militares y civiles, capaces de forjar al mismo tiempo una perspectiva real de cambio y una nueva vanguardia del pueblo que pudiesen fraguar el combate contra la estructura unibipartidista, policlasista y corrupta que descuartiza la nación Venezolana.

“Mucha tinta se ha gastado en Venezuela como en el resto del mundo, sobre el famoso “proceso revolucionario bolivariano”. Por razones diversas, pero por sobre todo basados en el oportunismo político, muchos sectores de la izquierda capitalista han entregado certificados revolucionarios al gobierno de Venezuela. Los más osados, han creado toda una suerte de categorías que les permita dar un sustento teórico al experimento que se realiza en nuestro país. Es así que surge el ya gastado argumento del socialismo del siglo XXI y todos los derivados que de allí se desprenden”.

(Continuará…)


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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