Ciencia y tecnología (II)

Hasta aquí, hemos puesto de manifiesto nuestra determinación para implementar el socialismo, pero ha faltado conciencia y voluntad política para concretar la soberanía de nuestro destino, para lograrlo, tenemos que ser dueños de nuestro crecimiento, encontrando los medios para concebir y realizar un objetivo industrial pesado, en el cual se asocien funcionarios, investigadores y empresarios, en el desarrollo del CTI. (Ciencia-tecnología-investigación).

Un tipo moderno de asociación: industria, universidad y estado, en una amplia libertad de acción y autonomía en sus decisiones, dirigidas por un profesional, no por un político, y enfrentar con éxito los problemas financieros y técnicos, exigirá la unificación de normas jurídicas y fiscales, mas una transformación de las costumbres de hacer revolución. Iniciativas rigurosas, realizables, bajo presupuesto presidencial para desarrollar los sectores del porvenir y ayudar a los esfuerzos de la industria, de las universidades y de la administración pública.

Esta gran operación, no solo, deberá superar problemas financieros o técnicos, sino políticos, por eso, este plan exige la intervención directa de la presidencia exclusivamente para poder sacar de la rutina del burocratismo mil técnicas diferentes y poder agrupar equipos cuyos caminos nunca se han cruzado, crear alrededor de las ideas varios estudios de factibilidad y fabricaciones.

Una selección lucida entre lo que debe morir y lo que debe nacer. Las opciones delicadas y las decisiones audaces en las condiciones políticas han sido eludidas año tras año y una tras otra, para establecer una política industrial terminando con los grandes subsidios al combustible y otros, para acelerar la constitución de grandes grupos de industriales capaces de una estrategia mundial. Hay que unir esos dos mundos que se ignoran: Las universidades por ser las principales fuentes de ideas e investigación y los industriales que dan una finalidad económica a la investigación para concretar resultados, es una mejor comprensión de la dialéctica moderna que exige el socialismo científico del siglo XXI.

Llevados por ese empuje, las industrias formaran grupos de investigación de alta calidad en unión con las universidades aumentando el potencial creador que requiere un proceso socialista. Inventar otros productos para competir con los mercados asiáticos reduciendo la distancia con los mercados europeos y norteamericano. El campo de operaciones es muy amplio, cada año se presentan nuevas innovaciones sobre los mismos productos cuyo costo es muy amplio para nosotros, podemos reducir ese coste que viene de Europa, EEUU, Rusia y China, cada una de estas naciones siguen la política de expansión capitalista de Washington. Nuestra ciencia y tecnología debe dirigirse a ser fuerte en determinados sectores de nuestra industria que deberá ser pesada para frenar el consumismo y la especulación del mercado “libre”.

Una vez concretada la agroindustria y las industrias mas pequeñas que conciernen a una investigación difusa por los créditos repartidos en proyectos pequeños, como se esta haciendo actualmente, los CTI ayudaran a incursionar en operaciones grandes pensando en el futuro como: La ingeniería ambiental, desarrollo aeronáutico-naval, e ingeniería electrónica, estas tres operaciones no pueden ser una irrisoria tentativa de imitación sin salida.

Deberán ser proyectos realizables, primero, a escala latina, podemos tener nuestros barcos y aviones sin pasar por las patentes estadounidenses. Con nuestra propia electrónica avanzaríamos un gran trecho, porque la cualidad fundamental de la electrónica, a más de desarrollar el conjunto de la productividad por la renovación de la industria y los servicios, condiciona el progreso de todas las actividades humanas dentro de un equilibrio que dará las investigaciones de energía alternativa con las fósiles, desarrolladas por la ingeniería ambiental.

Si los venezolanos quieren ser dueños de su crecimiento, es decir de su destino, no deben seguir la ruta de la autarquía nacional una vez industrializados. Los últimos hechos del capitalismo y de la política imperialista, ha demostrado que el socialismo tiene la mayor posibilidad de encontrar los medios de su propia acción dentro del marco estrecho que ofrece el capitalismo para lograr una economía moderna, cuya demostración realizada tiene validez para una política humanista- voluntarista, de la cual el socialismo es uno de sus aspectos posibles.

Un esfuerzo socialista para procurarnos los medios de concebir y realizar un modelo solo puede ser comunitario. La escala nacional es insuficiente para las unidades de producción si se busca diversificar la economía y la industria, por la imposición de especializaciones que prohíben toda idea de autarquía.

La investigación científica, la construcción aeronáutica-naval, la industria de las computadoras y los celulares, de los vehículos, de los satélites, requieren una dimensión económica que rebase el cuadro nacional de los proyectos de las naciones medianas como lo hace el petróleo, no podemos quedarnos en esa idea localista cuando concebimos proyectos industriales. Seguir con el esfuerzo nacional implica la dispersión que acarrea el despilfarro y nos conduce a los pobres resultados del estancamiento o bien, a una concentración de medios en algunos puntos solamente como los efectos del neoliberalismo en las ciudades del mundo.

Por la revolución que iniciamos, por el petróleo que compartimos, no podemos contentarnos con eso, tenemos que insistir en la regulación del nivel de vida de los pueblos latinos, no podemos dejar que la paupérrima dinámica del MERCOSUR y de la CAN, arrastrada por el gran negocio estadounidense neoliberal, continúe afectando los problemas de los pueblos latinos. Esa ha sido la postura más cómoda adoptada por los gobiernos del sur. La apertura de una industria pesada socialista desde Venezuela a las corrientes directas internacionales, posibilitaría a los países latinos abrirse de la dependencia de las poderosas naciones del G8, e integrar de mejor manera a los gobiernos en una investigación tecnológica y científica para una industria pesada compartida en la región.

Sera una zona geográfica y humana con alto valor social permitiendo la expansión económica y permitiendo con el tiempo el respaldo de otra moneda como el sucre y de otro organismo crediticio como el banco del sur, orientando las asignaciones de la renta nacional de los países integrantes de la comunidad, siguiendo los principios sociales del ALBA. Esta alternativa no puede contentarse con el mercado energético abierto, sino que hay que forjar una política económica, pero, partiendo de un CTI para la región. El control de nuestra economía es fundamental para un sistema político, pues, solo así, podremos fijar en el comercio exterior; tarifas aduaneras, medidas cuantitativas, paridad monetaria, es decir, un crecimiento con control y estimulo social, forjando una política industrial regional o la industria norteamericana y europea seguirá organizando nuestro futuro en el libre mercado.


rcpuma061@yahoo.com


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Raúl Crespo


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