Mandos medios del gobierno

Hace menos de 10 años el pueblo voto por la enorme simpatía de Chávez sus ofrecimientos entre otros eran equilibrar la pobreza del pueblo. Las cifras están lejos de ese ofrecimiento. La fuerza política bolivariana radica en la mutua simpatía entre el presidente y el pueblo.

Realmente el porcentaje electoral ubicado en el 47 al 53% descubre poca técnica revolucionaria para incrementar esa simpatía por su gobierno. Poca técnica, porque la revolución tiene por corolario el crecimiento de la masa adepta al cambio. No hay revolución sin el abandono de los derechos adquiridos, sin desprenderse de la ineficiencia y de los falsos utillajes y conceptos pasados de moda en las estructuras publicas. ¿Por qué se sostiene y no aumenta la simpatía por su gobierno? Porque hay una crisis en los mandos medios y bajos de su gobierno Sr. Presidente Chávez, usted conoce la existencia del vació existente entre UD y el pueblo. Ese vació no se ha tapado ahí esta, no se ha profundizado pero existe. Para el PSUV es muy pronto llenarlo.

Las estructuras políticas continúan envejeciendo en paz y seguridad. Ese es el vació que trastorna las situaciones colectivas y los hábitos culturales que impulsa la revolución. Frena la iniciativa del gobierno y origina rivalidad en los mandos medios, que decir de los mandos bajos: los alcaldes contra el alcalde mayor, los ministros contra los diputados, la asamblea contra los magistrados y estos contra la fiscalia. Esto no es izquierdismo es realismo. Nueve años después, solo los actos donde interviene el presidente son los que liberan la esperanza prisionera de la masa de esas estructuras estrechas y anticuadas que estrujan y pretenden quitar la dignidad del pueblo. Para comprender el porcentaje electoral que lo respalda Sr. Presidente, hay que medir la resistencia de la masa a quienes lo acompañan. Ese es el vació que tiene que vencer sin importar cuantas veces gane usted, no el resto. El triunfo de los mandos medios es con votos prestados. Son sus votos y eso con el tiempo transcurrido es lamentable camarada presidente

Cada ministro, gobernador, diputado, funcionario, sea quien sea, en estos nueve años como son los mismos, creen tener el grado de razón necesaria para dirigirse hacia lo que les interesa. En efecto es una reacción natural psicológica de cualquier persona con costumbres capitalistas. Pero no para una revolución. El gobernador aplica “su política en su estado, la alcaldía en su municipio, el estado a los municipios, el funcionario a sus empleados”. Extendida al conjunto se convierte en dogma de la soberanía del pueblo. De ahí que, el ciudadano corriente diga: la persona es el mejor juez de su interés particular. No menciona necesidad colectiva.

Esta actitud de los mandos medios es un esfuerzo para orientar el crecimiento hacia objetivos deliberadamente escogidos, hacia una libertad desconocida. Esta práctica revolucionaria en las estructuras del “poder popular” desemboca en el culto a la planificación coercitiva. Muchos son los funcionarios medios que sueñan instaurar una sociedad en la cual el burocratismo omnipotente, cómplice y solapado, dicte al pueblo las sabias decisiones que ellos son incapaces de aceptar. Oyéndolos, se diría que la masa del pueblo desea únicamente pedir esto o aquello por un apetito desenfrenado de goces inmediatos.

La verdadera crisis de violencia e inseguridad, vivienda, anarquía, alza de los alimentos, es si, un problema global, pero también es la omisión de buscar los remedios en su misma capacidad, eficiencia, convicción revolucionaria y humanismo, para un desenvolvimiento eficaz dentro de esas estructuras. Su gestión es un despotismo ilustrado. Son un riesgo moral para el crecimiento de la revolución, si con el ejemplo se trata.

Una revolución así, con esa práctica pública no devolverá al pueblo la libertad perdida con el capitalismo. La revolución social, política, económica, no es suficiente si no se complementa con la revolución moral, es la única que nos conducirá a la construcción del socialismo. Mientras el gobierno por necesidad política siga creando mas necesidades se multiplicaran las frustraciones. Todo el mal deriva de que el estado suma las necesidades del pueblo en vez de reducirlas ofreciendo por aquí y por allá proyectos que las gobernaciones y alcaldías no pueden resolver. Y cuando lo hacen se dilatan en el tiempo por la enorme burocracia en esas estructuras que no respetan ni su pedido de agilidad, prontitud y eficiencia.

En vez de aspirar a una abundancia como potencia, loable actitud, pero que sin tocar la parte cultural es difícil que exista jamás. Las estructuras a cargo de los mandos medios deberían trabajar en el mínimo vital como lo hacen naciones pobres como Cuba, materialmente hablando y otros países de Centro y Suramérica. Allí los pueblos disfrutan de una felicidad austera, porque han sido preservados algunos valores verdaderamente humanos: generosidad, dignidad, fraternidad, solidaridad, que dan a la vida otro sabor. Gracias a no tener petróleo.


rcpuma061@yahoo.com


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Raul Crespo


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