Nuestra doctrina –dijo Federico Engels en su nombre y en el de su ilustre amigo, Carlos Marx- no es un dogma, sino una guía para la acción. Si olvidamos esta tesis, le arrancamos al marxismo su alma viva, arrancamos sus bases teóricas más profundas: la dialéctica, la doctrina del desarrollo histórico pleno de contradicciones; quebrantamos su ligazón con las tareas prácticas determinadas de cada época, que pueden cambiar con cada nuevo viraje de la historia. La historia de la filosofía y la historia de las ciencias sociales enseñan con toda claridad que no hay nada en el marxismo que se parezca al “sectarismo”, en el sentido de una doctrina encapsulada, rígida, al margen de la senda real de la civilización mundial. Al contrario, la gran contribución de Marx al conocimiento estriba, precisamente, en haber dado solución a los problemas planteados antes por el pensamiento avanzado de la humanidad. Marx y Engels exponen con gran brillantez, en 1848, la nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente aplicado también al campo de la vida social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y el papel revolucionario del proletariado como creador de una sociedad nueva, la sociedad comunista. Su doctrina apareció como continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más altos representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo. El marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés. Recorramos brevemente estas tres fuentes del marxismo, que son, a la vez, sus tres partes constituyentes.
La filosofía del marxismo es el materialismo dialéctico. Coincidiendo en un todo con la filosofía materialista de Marx, Engels expone del siguiente modo esta concepción filosófica: “…La unidad del mundo no consiste en su ser…La unidad real del mundo consiste en su materialidad, que tiene su prueba…en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y las ciencias naturales…El movimiento es la forma de existencia de la materia”.
El principal defecto del “viejo” materialismo consistía, según Marx y Engels, en los siguiente: (1) en que este materialismo era predominantemente mecánico y no tenía en cuenta los últimos progresos de las ciencias naturales; (2) en que el viejo materialismo no tenía un carácter histórico ni dialéctico, sino metafísico en el sentido de antidialéctico y no tomaba en cuenta el criterio de la evolución; (3) en que concebía la “esencia humana” en abstracto, y no como el “conjunto de las relaciones sociales” –históricamente concretas y determinadas-, razón por la cual no hacía más que “interpretar” el mundo, cuando en realidad se trata de “transformarlo”. Es decir, en que no comprendía la importancia de la “actuación revolucionaria práctica”.
Pero Marx no se detuvo en este punto de su estudio, sino fue más lejos, enriqueció su doctrina con adquisiciones de la filosofía alemana, especialmente del sistema de Hegel. Una de ellas y fundamental es la dialéctica, es decir, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, más profunda y desligada de unilateralidad, la doctrina de la relatividad del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en constante desarrollo.
Marx profundizó y desarrolló el materialismo filosófico, lo llevó a su término e hizo extensivo su conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico es una conquista formidable del pensamiento científico. Al caos y al desorden, que hasta entonces imperaban en las concepciones relativas a la historia y a la política, emergió una teoría científica asombrosamente completa y armónica, que muestra cómo de una forma de vida social se desarrolla, en virtud del crecimiento de las fuerzas productivas, otra más revolucionaria, cómo del feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo. Exactamente igual que el conocimiento del hombre refleja la naturaleza que existe independientemente de él, es decir, la materia en desarrollo, el conocimiento social del hombre -esto es, las diversas opiniones y doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.- refleja el régimen económico de la sociedad. Si el materialismo explica la conciencia por el ser, y no al contrario, aplicado a la vida social de la humanidad exige que la conciencia social se explique por el ser social.
En el prólogo de la obra Contribución a la crítica de la economía política, expone Marx una fórmula completa de los principios del materialismo aplicados a la sociedad humana y a su historia. Dice así: “En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas materiales”. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas chocan con las relaciones de producción. Y se abre así una época de revolución social.
La consecuente aplicación y extensión del materialismo al campo de los fenómenos sociales, acaba con los dos defectos fundamentales de las teorías de la historia anteriores a Marx. En primer lugar, estas teorías sólo consideraban los móviles ideológicos de la actividad histórica de los hombres, sin investigar el origen de esos móviles, sin percibir las leyes objetivas que rigen el desarrollo del sistema de las relaciones sociales, sin buscar las raíces de estas relaciones en el grado de progreso de la producción material; en segundo lugar, las antiguas teorías no abarcaban precisamente las acciones de las masas de la población, mientras que el materialismo histórico permitió por primera vez el estudio, con la exactitud del biólogo, de las condiciones sociales de la vida de las masas y de los cambios experimentados por estas condiciones.
Marx y Engels, descubrieron también que la historia de las sociedades de clases antagónicas es la historia de la lucha de clases. La lucha de clases antagónicas, además de inconciliable, es la fuerza motriz, la fuente del desarrollo de la sociedad de clases antagónicas. Sin lucha de clases no habría progreso social, bien entendido que el movimiento progresivo de la sociedad se realiza, por lo general, con tanta más celeridad cuanto mayor es el empeño y mejor organizada está la lucha de los oprimidos contra los opresores.
Es de particular importancia el papel que la revolución social, forma superior de la lucha clases que tiene por resultado la demolición del viejo régimen y la instauración de otro régimen social más progresivo, desempeña en el progreso social.
Determinaron que las clases fundamentales de la sociedad capitalista son la burguesía y los trabajadores. En fin, lograron aclarar que la única clase consecuentemente revolucionaria de la sociedad capitalista es la trabajadora. Ligada con la industria mecánica, la forma más progresiva y creciente de la producción, crece y desarrolla continuamente. El propio carácter de la producción capitalista contribuye a que el proletariado se agrupe, organice e instruya.
Cada paso en el conocimiento de las leyes del desarrollo de la sociedad le costó a Carlos Marx un enorme esfuerzo. Cada descubrimiento teórico lo respaldo con montañas de libros, días meses y años de profundas reflexiones; su doctrina, su método de investigación y su método de exposición no son fruto de un día. En síntesis, Marx dedicó cuatro decenios de trabajo a su obra, cuyos resultados constituyen un extraordinario aporte científico, en cuanto a descifrar la esencia del modo de producción capitalista, a transformar el socialismo utópico en socialismo científico; además, le entregó a los trabajadores una extraordinaria arma teórica y práctica; arma que permitirá a los trabajadores conducir la lucha hacia la transformación de la sociedad capitalista en sociedad socialista.
Marx inició esta labor titánica de investigación en el año 1843 y la continúo durante toda su vida. En esencia todas sus actividades estuvieron dedicadas a la tarea de transformar el socialismo utópico en socialismo científico. Según Lenin, “El socialismo utópico criticaba la sociedad capitalista, la condenaba, soñaba con destruirla y fantaseaba sobre un sistema mejor, intentando convencer a los ricos de la inmoralidad de la explotación”. Sin embargo, los socialistas utópicos revelaron muchos males de la sociedad burguesa. Abogaron por la necesidad de poner fin a unas relaciones sociales antagónicas y de establecer una sociedad que asegurará la plena igualdad de las personas, en la que no existiera la explotación del hombre por el hombre. Fueron en muchos aspectos precursores del socialismo científico, aunque no lograron formular la esencia de la esclavitud asalariada en el capitalismo, ni descubrieron las leyes del desarrollo capitalista, ni señalaron la fuerza social capaz de construir una nueva sociedad.
Marx tomó un camino totalmente novedoso. Se propuso desde el primer momento revelar la lógica –en la sociedad burguesa- de la explotación del trabajador por el capitalista como expresión de un “desarrollo necesario”. Antes que nada, Marx tuvo que superar la ideología idealista hegeliana del Estado. Cuestionó la interpretación de Hegel de las relaciones entre sociedad y Estado. En cuanto al problema planteado –Estado y sociedad-su principal conclusión fue que el Estado es un instrumento de las relaciones socioeconómicas existentes objetivamente en la sociedad.
Para llegar a la siguiente caracterización “…El sistema de la industria y del comercio, el sistema de la propiedad y de la explotación de lo hombres conduce…a una división interna de la actual sociedad…”, Marx, se apoyó en la revisión y estudio de una enorme cantidad de material histórico: la historia de Francia, de Inglaterra, de los Estados Unidos, de Italia, y de Suecia; también analizó los sistemas políticos y sociales de esos países y profundizó en la historia de la revolución burguesa francesa del siglo XVIII. Otra conclusión, en el caos de los fenómenos de la vida Marx halló la causa primitiva, que en la sociedad humana lo mueve “todo y a todos”: las relaciones sociales materiales, las relaciones de propiedad.
Marx concede una extraordinaria importancia a la crítica implacable de todo lo existente, para superar la división dentro de la sociedad burguesa. Dice: “El arma de la crítica no puede, claro está, sustituir a la crítica de las armas, una fuerza material debe ser abatida por otra fuerza material, pero la teoría se convierte en fuerza material desde el momento en que penetra en las masas”. Así llegó a la conclusión, expresada en forma filosófica general, de la necesidad de revolución social para acabar con la explotación capitalista.
Estudiando la producción capitalista de su época, Marx llegó a la conclusión de que estaba basada en la explotación del trabajador, en el trabajo asalariado, mediante el cual el capitalista se apropia sin contrapartida de parte del producto del trabajo creado por el obrero. Esa es precisamente la fuente de las ganancias del capitalista. Según Marx, el problema esencial que debe esclarecerse estudiando el proceso de explotación capitalista, consiste en el hecho de que el producto del trabajo ya no pertenece al obrero sino al capitalista, que el obrero considera el producto de su trabajo como un objeto que le es ajeno, que tiene un proceso de alienación del producto del trabajo respecto del trabajo mismo. Llegar a este planteamiento ya era un avance importantísimo del socialismo científico.
Con la primacía de la producción material, Marx llega a la conclusión de que para explicar la alienación del producto del trabajo del obrero hay que estudiar a fondo el proceso de producción, examinar las relaciones entre el obrero y el producto que fabrica, entre el obrero y el objeto de su producción, porque en las relaciones entre el obrero y la producción está la clave de las relaciones laborales de la sociedad capitalista. Así pasa del análisis de la alienación al análisis del trabajo mismo. Define la particularidad del trabajo en la sociedad burguesa como la alienación del trabajo. Como conclusión resalta que la alienación es resultado de la actividad laboral del trabajador, que las causas de la alienación se hallan dentro, no fuera, del proceso de producción. Además, señala que el trabajo del trabajador no es un acto voluntario, sino obligado, impuesto. El trabajador durante el trabajo no se pertenece a sí mismo ni le pertenece el trabajo que realiza. La actividad del trabajador se convierte únicamente en un medio de supervivencia. Esto da lugar a un extraordinario empobrecimiento de la esencia humana: el hombre ha quedado privado de la naturaleza que le rodea y de su esencia espiritual. Las refinadas demandas de las clases dominantes y los medios para satisfacerlas dan origen a la simplificación y a la supresión de las necesidades de los trabajadores, su terrible empobrecimiento. Finalmente, como resultado de que cada trabajador en la sociedad burguesa se halla alienado de su esencia humana, los hombres se hallan alienados entre sí, y desunidos dentro de la sociedad. Es importante señalar que una causa inmediata del carácter alienado del trabajo es, como demostró Marx, la propiedad privada capitalista, el dominio del capital sobre la producción y el producto del trabajador.
Entre 1845-1846, Carlos Marx y Federico Engels, tras un estudio profundo llegaron a la conclusión de que la producción material es una unidad dialéctica, es decir, indisoluble y a la vez contradictoria, de dos aspectos: de las relaciones de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción. Las fuerzas productivas de la sociedad, es decir, las herramientas de trabajo que tiene a su disposición, forman el núcleo concreto del proceso de producción material, revelan el grado de preparación del hombre para enfrentarse a la naturaleza. Pero el proceso de producción tiene un carácter social en cuanto es realizado por hombres que durante ese proceso establecen entre sí determinadas relaciones de producción. Estas relaciones, forman la envoltura social de la producción material y son su segundo aspecto orgánico.
¿Cuál es la dialéctica de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción?
Entre ellas existe una relación mutua condicionada: al desarrollo de las fuerzas productivas debe corresponder el desarrollo de las relaciones de producción. Es una correspondencia relativa: aunque las fuerzas productivas en conjunto tienen un papel determinante en el proceso de producción material –a fin de cuentas en la marcha de todo el progreso social-, las relaciones de producción, a su vez, por reacción, influyen sustancialmente en el desarrollo de las fuerzas productivas, es decir, las estimulan o las frenan. La contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción es una contradicción básica, fundamental de cualquier sociedad. En una sociedad de clases, a una determinada estructura de la producción material le corresponde una determinada estructura de clases; por eso las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción se presentan como contradicción entre las distintas clases de la sociedad, como lucha de clases. Marx y Engels llegaron a la conclusión, la contradicción entre unas fuerzas productivas en auge y su forma social –las relaciones de producción- anticuada, determina en última instancia todas las colisiones históricas y es causa de las revoluciones sociales que, por un determinado período histórico, establecen un equilibrio entre el núcleo concreto del proceso de producción material y su envoltura social. Las contradicciones antagónicas entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción se manifiestan, en particular, en las crisis económicas que periódicamente estremecen la economía burguesa y llevan a la ruina al sistema capitalista. Otra conclusión, la sociedad capitalista se caracteriza por la contradicción antagónica, irreconciliable, entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. La sociedad burguesa se caracteriza además por el dominio que las relaciones de producción o sociales ejercen sobre los hombres. Cuando existe una división social del trabajo en base a la propiedad privada, las fuerzas productivas se transforman en fuerza social, que llega a situarse por encima de la voluntad y del comportamiento de los hombres.
Con la síntesis de los conocimientos del siglo XIX, Marx y Engels, llegaron a la interpretación materialista de la historia, llamada también materialismo histórico, fue un gran descubrimiento de estos sabios alemanes, una hipótesis histórica genial que inmediatamente permitió plantear y solucionar científicamente el problema de la ley del movimiento de la sociedad humana y las posibles tendencias de su desarrollo. Por primera vez en la historia, la ciencia creó una concepción de la evolución de la sociedad humana: revelo cómo funciona esa sociedad en cada momento de su existencia y cómo se desarrolla a lo largo de la historia. La base de la sociedad es la producción material considerada desde esos dos puntos de vista.
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