El fervor revolucionario de Celia Hart

Un escueto comunicado me sorprendió con el triste suceso: En la tarde del domingo pasado falleció en un accidente automovilístico en La Habana Celia Hart Santamaría hija de dos ilustres figuras de la Revolución cubana Armando Hart Dávalos y Haydee Santamaría Cuadrado. Junto a Celia, que tenía 45 años de edad, murió también su hermano Abel Hart Santamaría, tres años mayor que ella.

De profesión era profesora de física pero de vocación intelectual y escritora cuyo verbo fervoroso contagiaba a todos que la escuchaban o la leían en los medios y foros alternativos. Hablaba siempre con el corazón en la mano, sin hipocresías o cursilerías. La verdad siempre es revolucionaria, en las verdes como en las maduras, parecía ser su consigna.

Era auténtica, hasta el tuétano. Soy trotskista, guevarista, fidelista y chavista, le declaró con orgullo a un compañero que compartió con ella en Caracas.

Lo de trotskista le costó a veces las críticas de una ortodoxia imbécil que se niega a morir. Como expresa en su artículo Reflexiones trotsko-guevaristas de una cubana (www.rebelion.org, 18 de mayo de 2005): "La mayor acusación que en particular he recibido por resaltar a Trotsky y hacerlo compatible (e imprescindible) para la revolución cubana y venezolana, ha sido que ese debate concluyó y se enterró". Sin embargo, la idea de la revolución permanente posee la mayor de las vigencias, insistía. Al respecto se sintió reivindicada cuando el presidente venezolano Hugo Chávez Frías señaló: "No me puedo clasificar como trotskista, no, pero tengo tendencia, porque yo respeto mucho el pensamiento de León Trotsky, y cada vez que lo respeto más lo percibo mucho mejor. La revolución permanente, por ejemplo, es una tesis importantísima".

Y es que, como dijo Celia: "Un beso encendido nunca pasa de moda. Ni siquiera en esta época de libertad sexual, viagras y sugerentes artefactos electrónicos. La revolución es así…como un beso". Continua: "Las discusiones aquellas, que pretendieron ser apagadas asesinando a León Trotsky, luego de asesinar a todos sus seguidores y despedazar el movimiento comunista internacional, están a la orden del día. Tan sólo porque la verdad, tal cual aquel beso encendido…siempre es novedosa. Y si esa verdad se trata de apagar con sangre…la sangre se transforma en gasolina con el tiempo y hace que crezca más mucho más alumbrando siglos entero". El socialismo real se derrumbó, puntualiza, "por tratarse de levantar sin una parte de la verdad".

Además de Trotsky, no hay manera de entender el desplome del socialismo real sin el Che Guevara: "En esa batalla andan juntos, complementándose", la revolución permanente del uno y el internacionalismo militante del otro, el ideal de la libertad popular del primero y el ideal del hombre nuevo del segundo.

Son tiempos de resurrección, nos advertía: "Las condiciones objetivas esperan por nuestra voluntad. Y ya empiezan a oler mal. La humanidad se desangra en guerras, corrupción y desesperanza…No hay reforma posible. El capitalismo no tiene posibilidad alguna de ser mejor".

Su amor por su Cuba revolucionaria, su Esparta moderna, era incondicional, que no es lo mismo que decir acrítica. "Dios quiso que la revolución cubana triunfara en año nuevo", señaló en su artículo La revolución más larga y linda de la historia (www.rebelion.org, 18 de enero de 2008).

Según Celia, la revolución cubana hizo añicos los vaticinios de Fukuyama acerca del "fin de la historia" y el triunfo definitivo del capitalismo en el planeta. Cuba, bajo Fidel, continuó haciendo historia: "Ésta revolución que ha sostenido la fe, más allá de los libros, de todos los pronósticos, de toda la maldad que consume la tierra…Mi linda revolución que muestra frente a los horrores carcomidos y en metástasis del mundo del Capital lo que son capaces los hombres y mujeres de hacer cuando son convocados a desatar sus buenas disposiciones y a gobernar sus ancestrales instintos para reproducir la vida material…a través del Trabajo".

Al enterarse de la renuncia de Fidel a sus cargos de dirección partidaria y estatal, escribe un testimonio íntimo y sensible titulado Tu sigues siendo mi Comandante en Jefe, Fidel (www.rebelion.org, 20 de febrero de 2008): "Tu puedes aceptarlo, incluso ordenarlo Fidel, pero yo y gran parte de este pueblo dentro de su corazón no va a aceptar que dejes de ser nuestro Comandante. Tu pueblo, lo que más vale de él, tiene las entrañas más humanas del mundo, y va a seguir bajo tus calladas ordenes".

Pero, al igual que Fidel, desconfiaba de "las sendas aparentemente fáciles de la apologética". Claro que hay cosas que cambiar en Cuba, admitía con su acostumbrada candidez guevarista: "Cambiar lo que debe ser cambiado. Cambiar es posible sólo si estamos en revolución…La Batalla de las Ideas en Cuba es un organismo revolucionario y dinámico que ha logrado en muy poco tiempo hacer lo que durante años no pudieron hacer por sus amarres burocráticos y…nos libre Dios, como algunos sugieren, que lo deba hacer el demarcado mercado. Los problemas concretos que aún persisten en nuestros hogares y con el transporte deberemos resolverlos así, y nunca usando las viejas armas del mercado de lo cual nos advirtió no en vano el Che".

"Debemos cuidar mucho –advirtió- que nuestra velocidad no sea igual a cero….No importa si es pequeña, si hacemos zigzag investigando cuál es el camino a seguir, pero lo importante es que los ánimos de cambio no nos lleven atrás. Para emprender los ajustes más que necesarios, deberemos saber donde estamos parados." Y añade: "Otra cosa que debemos tener en cuenta es que la velocidad es un vector, y que los vectores tienen dirección y sentido…Y más que el incremento del valor modular de la velocidad, la dirección de la flechita que colocamos encima de la de la velocidad para que sea vector, no es por gusto…ni en Física ni en Historia".

"La revolución es un proceso ininterrumpido, el que hace posible una permanente contestación al sistema capitalista. Tan efectivas son que basta que una diminuta isla haya hecho una, para que permanezca en vigilia todo el Imperialismo, y para que Cuba sea conocida por eso. Este proceso puede ir lento, muy lento dadas las condiciones del mundo, pero nunca puede detenerse", concluía.

Uno de sus últimos escritos Una batalla revolucionaria contra el demonio (www.rebelion.org), del pasado 4 de septiembre, trató sobre el azote en Cuba del huracán Gustav: "Acostumbrados deberíamos estar…A terminar los calurosos veranos del Caribe con la presencia de enemigos que nos atacan por vía aérea y marítima. Tal parecería que quieren entrenarnos para otras contingencias".

Sin embargo, estas agresiones de la naturaleza no son inocentes: "Los huracanes son consustanciales con el Caribe, pero su creciente magnitud y ocurrencia no lo son: son consecuencias de la prepotencia humana contra el equilibrio de la naturaleza". Y abunda al respecto: "El lujo desenfrenado de los ricos del mundo; su enfermedad mortal de obtener en los bolsillos algo de lo que sus pobres almas son incapaces de percibir, nos condena a lidiar con estos nuevos enemigos que aparecen por el verano amenazando –para variar- a las frágiles islas del Caribe con todos sus desamparados".

Decía Martí que los choques súbitos revelan "las entrañas de las cosas". Y en el caso de Cuba, en momentos huracanados como en los pasados días, es cuando se crece su Revolución. Y el Imperio, en todo su cinismo, sigue apostando a su desplome, como si el cielo se pudiese desplomar y los corazones ardientes como los de Celia fueran a dejar de latir. Pues, en su caso, la muerte siempre será mentira pues su ser, eternamente insumiso, sigue latiendo en todos los corazones que se abrieron a su infinita pasión revolucionaria. En el mío se ganó hace tiempo un rinconcito.

El autor es Catedrático de Filosofía y Teoría del Derecho y del Estado en la Facultad de Derecho Eugenio María de Hostos, en Mayagüez, Puerto Rico. Es, además, miembro de la Junta de Directores y colaborador permanente del semanario puertorriqueño "Claridad".

www.claridadpuertorico.com



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