Marxismo sin Marx Mas Leninismo sin Lenin

..."Se ha negado la posibilidad de basar el socialismo en argumentos científicos y demostrar que es necesario e inevitable desde el punto de vista de la concepción materialista de la historia; se ha refutado la miseria creciente, la proletarización y la exacerbación de las contradicciones capitalistas; se ha declarado carente de fundamento el concepto mismo de "objetivo final" y rechazado de plano la idea de la dictadura del proletariado; se ha denegado que hay oposición de principios entre el liberalismo y el socialismo; se ha rebatido la teoría de la lucha de clases, afirmando que es inaplicable a una sociedad estrictamente democrática, gobernada conforme a la voluntad de la mayoría, etc." [1]
No vivimos una etapa histórica donde sea común encontrar trincheras combativas del marxismo, menos aún del leninismo (si fuera posible separar los conceptos). Para diversos analistas y neo teóricos resulta necesario revisar (una vez más) a Marx, a Lenin, la dialéctica y su método y hasta las categorías de análisis. Sólo falta que lo hagan; por ahora estamos esperando las “novedades”.
Desde estos espacios “críticos” nos arrojan a la cara (un día sí y otro también) la cáscara obsoleta de nuestra teoría; nos invitan a convenir que las limitaciones de la misma son las causales del fracaso de la práctica y que es “necesaria” una actualización del cuerpo teórico revolucionario. A este farfullo lo adornan con exquisiteces seudo académicas y disquisiciones supuestamente objetivas y científicas. Pero no elaboran una nueva filosofía ni aportan creadores análisis de la estructura económica y, menos aún, aportan en el terreno de la praxis; eso (claro está) lo dejan para nosotros, los “dogmáticos”, los “esclerosados”, los “ortodoxos”. A esta ausencia de doctrina le llaman crítica y a esta crítica le amputan la práctica que deviene en nueva teoría. Así estamos.
OFERTA: “UN MARXISMO SIN MARX”
Hace años, en un muro (perdón por el vocablo) de la calle Río Branco casi Mercedes, (Montevideo-Uruguay) se leía un graffiti casi ingenioso, el cual rezaba: “Ya no hay genios: Einsten murió, Marx también, y a mí me duele la cabeza”. Nuestros amables neo teóricos nos recuerdan al audaz interpelante; critican sin proponer y se igualan con los generadores de la única teoría que ha probado en la práctica -único terreno posible- la justeza de su aporte revolucionario.
Como, aún para ellos, sería muy difícil justificar su alejamiento de la concepción basada en que la historia de las sociedades nos muestra la historia de las luchas de clases, se “limitan” a poner en duda algunas cuestiones supuestamente particulares que son parte central del cuerpo teórico del materialismo dialéctico y la teoría y práctica revolucionaria conocida como marxismo-leninismo. Así, entonces, se cuestiona la dictadura del proletariado en tanto Estado que refleja una nueva correlación de clases; se cuestiona la necesidad de un partido de combate con su necesaria disciplina basada en el centralismo democrático; se promueve una suerte de espontaneísmo del movimiento social o a lo sumo el estímulo del mismo sin organizaciones políticas y sin direcciones revolucionarias. A todo esto lo siguen denominando marxismo y del leninismo cuestionan supuestas limitaciones geográficas, históricas, científicas. Con esta lógica, al tiempo que promueven una actualización de la teoría, dan un salto hacia atrás y caen de rodillas sobre el terreno de los utopistas, de los anarquistas o de los renegados. Otra vez el bebé es arrojado junto con el agua de la bañera. Para los marxistas-leninistas hoy, como siempre, la lucha ideológica debe ser tenaz y debe desenmascarar a toda variante de claudicantes, oportunistas y revisionistas camuflados en el movimiento popular. La especie más peligrosa sin embargo, es la que se sigue vistiendo con ropaje revolucionario y que propone -con atrevimiento y desparpajo- que para llevar adelante una práctica revolucionaria debe superarse la noción de cuerpo teórico-práctico implícita en el marxismo-leninismo. Nos negamos rotundamente a semejante desvarío. **
¿Significa todo esto que no debemos analizar críticamente? ¿Significa todo esto que no es necesario criticar nuestra teoría y nuestra práctica? ¿Significa todo esto que no debemos crear día tras día nuestro camino al socialismo? Si no respondiéramos negativamente no seríamos marxistas-leninistas; si creyéramos que analizar, criticar y crear no es una tarea necesaria y, por tanto, permanente, no seríamos marxistas-leninistas. ¿En qué consiste entonces la clave para repensar nuestra teoría revolucionaria? ***
ANÁLISIS CONCRETO DE LA SITUACIÓN CONCRETA
La generalidad histórica y objetiva de los procesos revolucionarios triunfantes (más allá de su posterior desarrollo, que deberemos analizar en futuros trabajos) nos muestra algunas cuestiones fundamentales a la hora de repensar el proceso desde nuestras tareas concretas.
*No conocemos ningún triunfo revolucionario que haya desvinculado la actitud conspirativa del trabajo hacia las masas y su acción política; no conocemos ningún proceso triunfante que prescindiera del partido o de las organizaciones políticas de vanguardia; no conocemos otra forma de cohesión y disciplina conciente que el centralismo democrático y esta cuestión aparece como generalidad en los procesos victoriosos. Otra no menos fundamental aparece: la violencia revolucionaria. Desde estas cuestiones principales deberemos articular el repensar las tareas, pero lo haremos con un método y con una herramienta que es el materialismo dialéctico; no conocemos ningún avance en el plano científico que haya puesto en tela de juicio lo fundamental de la filosofía marxista; nada hay en el cielo o en la tierra que escape a su posibilidad de entendimiento. Negar la validez del método y su fundamento analítico es como negar el abecedario y las reglas de la gramática desde la posición de un analfabeto; La calidad de una escritura, la justeza de una práctica, son consecuencia de una correcta capacidad y un permanente ejercicio práctico y crítico; la herramienta ya está dada.
UNIDAD DE LA DIVERSIDA

(pueblo, movimiento, partido)
En este marco, muchas veces, se plantean dicotomías entre el trabajo social y el trabajo político; se “dicotomiza” la acción táctica puntual defensiva en relación al reagrupamiento orgánico político; se pretende oponer la conformación de un creciente movimiento reivindicativo y contestatario con la construcción del organismo político de acción revolucionaria. Hasta aquí (y sobre todo aquí) se expresan las concepciones metafísicas y mecánicas que subyacen en nuestra “izquierda” y en el campo popular. Estas concepciones (antidialécticas) pretenden explicar que el proceso es una escalera evolutiva en la cual la primera etapa requiere de una “cantidad” y luego, en ese proceso,”, sin saltos, sin rupturas. Traducido en criollo: nos “dicen” que el pueblo está fragmentado y que hay que reconstruir el entramado social (vaya, vaya); luego deberíamos (en la más rotunda amorfía) juntar todo lo que anda por ahí para conformar un “movimiento” que se exprese por “reivindicación a”, “reivindicación b”, reivindicación c”; superada esta etapa (no nos dicen cómo) estaríamos en condiciones de construir la organización política partidaria. Marxismo sin Marx más leninismo sin Lenin; dicho en criollo: nos convidan a la eterna espera o a la derrota más inevitable (más de lo mismo, esta vez como farsa).

El campo popular, existente (y preexistente) más allá de nuestra acción, “espontáneamente” se debate en luchas puntuales contra el gobierno desde aspiraciones reivindicativas acotadas en el marco de un defensivismo absorbente y economicista que (siendo justo y debiendo contar con nuestro apoyo) no generará instancias superiores en ningún aspecto orgánico o político. El atisbo de movimiento social-político, que se expresa en coordinaciones en torno al tema de “la soberanía” son instancias de un nivel superior en tanto comprenden la necesaria organicidad de cualquier acción de lucha y, por tanto, requieren de nuestro esfuerzo y aporte militante; de estas instancias, específicas y cuestionadoras, no ha surgido ninguna síntesis programática ni una unidad de acción táctica concreta.

La necesaria acción que vincule al campo popular con un movimiento reivindicativo y de lucha capaz de dar un combate sostenido y creciente contra el sistema y el aparato que lo sustenta requiere de una conformación orgánica-política superior, poseedora de una estrategia y una capacidad de variantes tácticas que exprese la generalidad de estos movimientos en unidad con la particular y específica tarea de promover plataformas de lucha en todos los frentes: ideológicos, económicos y políticos; que cuestione al poder desde todos los frentes. Este factor subjetivo se llama partido. Hay que construirlo.

¿Estas tareas son antagónicas? ¿Deben transitarse en etapas evolutivas? No necesitamos contestar esta pregunta; los marxistas-leninistas conocemos la respuesta.

CONSTRUIR LA HERRAMIENTA
Las masas necesarias son efectos estratégicos; vanguardia aislada no es vanguardia, vanguardia sin calidad no es vanguardia, vanguardia del espacio menos. Los verdaderos revolucionarios comprendemos que en la hora actual el principal esfuerzo debe dirigirse a la tarea de reclutar cuadros revolucionarios y formar nuevos cuadros; esta tarea debe visualizarse desde una necesidad común que trascienda a cada pequeño espacio, oh a cada grupúsculo operativo. Sin partido no hay revolución. “Todos los agrupamientos que visualicemos, más allá de matices, la necesidad de trabajar en esta dirección y en esta perspectiva, deberemos darnos los espacios, los tiempos, las formas y los mecanismos para elaborar, contraponer dialécticamente y sintetizar la teoría (sustentada de manera concreta en la base materialista-histórica) por la que transitará el proceso de lucha revolucionaria más allá de especificidades y particularidades no despreciables y la necesidad de construir la herramienta de clase (en tanto la organización política adecuada para la magnitud de la tarea) que nos ponga de cara a la concreción de los objetivos finales para los cuales nos proclamamos protagonistas activos. En esta tarea estamos ni más adelante ni más atrás que ninguna organización revolucionaria.” [2]
COROLARIO Y RESUMEN

Para algunos “compañeros” la lucha de clases es, tan sólo, una rivalidad entre los jóvenes de la Universidades; Marx, un cómico mímico irreverente y Lenin, aquel pelado que escribió unos libritos amarillentos y obsoletos. Así está el mundo”amigos”. Para algunos compañeros es necesario “revisar” todo; para otros compañeros (entre quienes nos contamos) es necesario construir herramientas, unidad, estrategia. Sin esquemas, sin caer en generalizaciones abstractas que hagan de la particularidad un asunto menor; sin caer en particularidades que hagan de las generalidades “nada”. Es necesario desarrollar teoría y práctica; con método y análisis concreto de la situación concreta; imbricar movimiento social y organización política de vanguardia con estrategia y táctica aplicada a la comarca, la región y el continente.

vencida_999@yahoo.com


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