Entre todos los acontecimientos que hemos vivido en el marco del proceso revolucionario, entre todas las victorias populares alcanzadas, me parece que en ninguno se había manifestado con tanta fuerza y claridad, como va muriendo una época y como va naciendo otra. El final de la empresa RCTV y el comienzo del canal Tves, constituye el poderoso símbolo del quiebre del bloque histórico de la cuarta república y la sólida construcción del nuevo bloque histórico socialista, incipiente superestructura cultural de la quinta república.
El aporte de Antonio Gramsci, como ya se ha mencionado anteriormente, es fundamental para abordar la comprensión intelectual de un proceso histórico que se caracteriza por lo adelantado de la praxis en relación a la teoría. Si abordamos la Revolución Bolivariana como un proceso orientado:
a) a solventar los daños producto de décadas de exclusión,
b) a superar el capitalismo,
c) a superar el sistema…
…podemos decir, considerando estas etapas fundamentales del proceso de cambio, que necesariamente el quiebre del bloque histórico, de la Hegemonía intelectual y moral, se da en la primera etapa, el proceso contra-hegemónico se da en la segunda, y la asunción histórica a una nueva Hegemonía se da en la tercera. Es importante recordar aquí que como en todo proceso histórico, no existe una fecha en la que podamos decir que termina una etapa y comienza otra. En cuanto a la última etapa, sin embargo, hay que destacar que el surgimiento de una nueva Hegemonía no es la Hegemonía del Estado. Plantear que la anterior dominación cultural era de las viejas instituciones de la sociedad civil puede ser correcto; plantear que la nueva dominación cultural será estatal puede que no lo sea. Por estas razones considero prudente hacer algunas reflexiones políticas-ideológicas de manera de hacer un intento de complejización del debate.
Una de las diferencias entre una formación académica y una formación sociopolítica podría ser, existiendo una difusa frontera entre las dos, la de entender con pelos y señales el funcionamiento de la democracia de la Atenas de Pericles, comprender el significado de la isegoría y la isonomía practicadas en la antigua Polis, por un lado, y por otro comprender que el legado dejado por los inquietos griegos contiene una especial sabiduría que explica la vida social como una tensión entre el deseo individual y la obligación colectiva; comprender, que es a partir de estas posiciones extremas desde donde se han elaborado filosofías y doctrinas políticas, sin que hasta ahora se haya logrado elaborar un sistema dinámico como dinámica es la vida social; sin que hasta ahora se haya conseguido articular y mantener un pensamiento dialéctico. Al hedonismo desenfrenado hemos opuesto un hostil ascetismo; al nada con el estado se ha opuesto el todo con el estado.
El proceso revolucionario en desarrollo tiene un carácter inevitable, imparable e irreversible. En este sentido Marx se hace presente cuando dice que no hay que juzgar a una época revolucionaria a partir se su propia conciencia sino que hay que buscar las contradicciones de clase que se presentan en el seno de la sociedad civil. “No es la conciencia la que determina la existencia, es la existencia social la que determina la conciencia”, dijo el poderoso pensador aunque de una manera mecanicista. Lenin, más tarde diría que esa conciencia provenía del exterior y que las teorías y programas revolucionarios deben adaptarse al tiempo y espacio históricos. Erich Fromm, complejizando más el asunto, acotaría que entre la estructura económica y la ideología, estaban el proceso de “adaptación dinámica” y el “carácter social”. A partír de este último se formaría el pensamiento, conjunto de ideas que influiría en el modo de producción de la vida, reproduciéndola o transformándola.
Tenemos entonces que lo que un individuo piensa es producto de la incorporación de palabras (por lo tanto de relaciones de poder) de manera acrítica en su proceso de socialización, de lo que aprende en la escuela, educación media y superior, lo que absorbe y le es inoculado a través de la TV, la radio, la variopinta gama de publicaciones que exista en una sociedad (desde una Urbe Bikini hasta una revista como A Plena Voz), la Internet y, la influencia de las ideas religiosas, muy vinculadas al proceso de socialización y al sentido de la vida que el hombre y la mujer buscan a lo largo de su existencia como remedio simbólico, como actividad satisfactoria y respuesta ante el problema de la conciencia de la finitud de la vida, que nos impulsa a querer trascender, a diluirnos en algo a lo que le atribuimos un carácter sagrado y de permanencia. Tomando en cuenta lo anterior podemos decir que el pensamiento, la conciencia, es el elemento medular al momento de incorporar una ética, una ciencia y una estética determinadas, maneras de existir en la sociedad. El concepto de Hegemonía de Gramsci abarca todos estos elementos, consistiendo en este hecho su notable complejidad.
En el marco de este proceso de cambio estructural, es tan importante como necesario y vital, no hacer análisis políticos partiendo de conceptos políticos tradicionales. Por ejemplo, partiendo de una concepción tradicional o desfasada del estado. Si hay algo que se está moviendo irreversiblemente es el sistema político. La praxis va por delante de la teoría, lo que ha producido cierto rezago en las elaboraciones teóricas privativamente políticas que tienen que ver con el nuevo estado y la nueva concepción del Poder. El oposicionismo habla desde sus vagas ideas liberales y reaccionarias; los revolucionarios nos estamos nutriendo de diversas fuentes e intentamos inventar. El marco en el que ocurre todo esto es el de la democratización de diversos aspectos de la vida impulsada desde el estado, fase que lleva aparejada un proceso de politización y desalineación, que sin embargo en otros sectores puede traducirse en expansión de la alienación y el consumismo, producto de la conjunción de la bonanza con una débil conciencia.
Esto me puede incitar a decir: la revolución es impulsada desde el segmento estado hacia el segmento comunidad y le pide a ésta que lo quiebre, lo transforme y lo haga parte de ella. Esto lo hace planteándose como prioridad la transformación de su estructura jurídica y la democratización del poder, entendido este proceso como una extensión del estado a las comunidades, asumiendo éstas el poder de definir y articular metas y comportamientos colectivos de obligatorio cumplimiento para la comunidad. Es un proceso de cambio cultural en el seno del pueblo que recuerda a Toni Negri cuando dijo: “Somos una multitud de sujetos dotados de potencia y una multitud de monstruos inteligentes”. Y es que el conocimiento, los libros, el Internet, la información, las tecnologías, cuando se democratizan, se tienden a destruir los cimientos de las sociedades jerárquicas. En este punto podemos decir: cuando un bloque histórico está fracturado no está destruido, y no se puede hablar de Hegemonía de nadie, estamos en la lucha; pero también podemos decir: definir al Estado como un Estado e-man-ci-pa-dor, es reconocer la legitimidad de la construcción de Hegemonía desde el impulso estatal, lo que no quiere significar una dirección-conducción intelectual y moral del Estado.
Es posible y necesario debatir y teorizar sobre la nueva Hegemonía, pero partiendo de nuevas formas de entender al Estado, y por tanto, de nuevas formas de entender al poder. En otras palabras, si la Hegemonía en el sentido Gramsciano consiste en la capacidad de unificar y de mantener unido por medio de la ideología, un bloque social que sin embargo no es homogéneo, que está marcado por profundas contradicciones de clase, donde precisamente una minoría opresora, excluyente y privilegiada es la que ejerce la dominación, la nueva Hegemonía será la del pueblo, la de las mayorías, la de las multitudes, proceso que necesariamente tenía que darse en un marco de democratización de todos los aspectos de la vida, del conocimiento como bien fundamental. Ahora bien, cuando este conocimiento nivela a la sociedad y la libera, el carácter político de la Hegemonía oligárquica de las minorías pierde sentido, surgiendo algo inèdito, algo nuevo. Como diría Sartre, es el pueblo discutiendo con el pueblo.
Como esbozó un ex-canciller de la república, la Revolución incluye a los excluidos sin excluir a los ya incluidos, lo que sucede es que en el proceso contra-hegemónico se van destruyendo los antiguos privilegios, por lo que las delicadas clases burguesas, nunca aristocráticas, lo que padecen es de pérdida de su sentimiento de superioridad cultural.
El fraile dominico Bartolomé de las Casas, formado en la tradición aristotélico-tomista, tuvo el valor de desprenderse de la filosofía aristotélica cuando concluyó que ésta era la raíz de la consideración de los indígenas como inferiores o bárbaros, exclamando en su obra Apologética Historia Sumaria: ¡Adiós Aristóteles!
Oligarcas, burgueses y pequeños burgueses, lean a Bartolomé de las Casas, no se autoexcluyan, díganle adiós a los falsos sentimientos, el advenimiento de la nueva Hegemonía es inevitable.
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