La estupidez, la idiotez y la demagogia, patologías del poder y su impacto en la Salud Mental Colectiva Decolonial

En tiempos de crisis civilizatoria y caos político, el comportamiento de muchos líderes gubernamentales parece guiado no por el bien común, sino por impulsos autorreferenciales, clichés propagandísticos y mecanismos de evasión de la realidad. Ciertas prácticas de gobierno, lejos de ser errores técnicos, constituyen expresiones de estupidez estructural, idiotez política y demagogia destructiva. Estas categorías requieren ser interpretadas como expresiones de una patología del poder político, una pérdida del sentido de la realidad social y un profundo alejamiento con las necesidades colectivas de los pueblos y falta de compromiso con la garantía de derechos humanos y constitucionales que tienen los gobiernos y que un pueblo confundido o cooptado tampoco demanda, se comporta sumisamente, cuyo trasfondo necesita del juicio político, el análisis epistémico y ético. Este artículo propone una lectura crítica desde la filosofía política, la psicología social y su impacto en la salud mental colectiva decolonial.

Cuando nos referirnos al poder político, nos estamos refiriendo al par dialéctico: pueblo como poder político constituyente originario vs poder político institucional, es un poder delegado mediante el voto popular por el pueblo, para que ejerzan el poder político institucional "escuchando al pueblo" como poder político originario, (Dussel, 2010). Muchos filósofos, estudiosos del comportamiento humano han escrito sobre la estupidez e idiotez humana y la demagogia del poder político: pueblo como poder originario constituyente, gobernantes e institucionalidad pública como poder delegado y constituido, a las categorías estupidez, idiotez y demagogia, nos vamos a referir como patologías del poder, que se hacen más evidentes en todos los órdenes de la vida humana en momentos de crisis geopolíticas y civilizatorias como las presentes, de las cuales no somos meros protagonistas, sino autores, tengamos conciencia o no de ello.

Estupidez, Hannah Arendt distinguía la estupidez de la ignorancia: el estúpido no es quien no sabe, sino quien decide no pensar y repite consignas sin juicio crítico. Hay una frase célebre de Nuestro Libertador Simón Bolívar: "Nos han dominado más por la ignorancia …que por la fuerza." Dietrich Bonhoeffer, teólogo alemán del siglo pasado, en sus cartas desde la cárcel, define la estupidez como más peligrosa que la maldad, porque es una ceguera voluntaria que se vuelve contagiosa, cuando es funcional al poder político. André Glucksmann considera la estupidez como ceguera moral. Se trata de una estupidez funcional sostenida por burócratas, tecnócratas, políticos y el pueblo, que renuncian a su capacidad de juicio en favor de lo establecido por el poder político institucional.

Idiotez, deriva del griego idiotes: el que vive encerrado en sí mismo, ajeno al espacio público. En gobernantes, la idiotez es la incapacidad de salir del narcisismo institucional o personal, desconexión emocional con el sufrimiento popular y apatía activa frente a los problemas reales del pueblo. En el pueblo es una ceguera, que no se percata del sufrimiento al que estamos sometidos, por falta de garantía de derechos humanos o satisfacción de necesidades colectivas, por parte del gobierno, en quien delegamos esas funciones mediante el voto. Es una idiotez clasista, nacida del privilegio colonial, que reproduce colonialidades del poder, del saber y del ser. Autores como Raúl Fornet-Betancourt y Byung-Chul Han han explorado esta categoría en clave crítica.

Demagogia, para Aristóteles, el demagogo es quien adulando al pueblo lo traiciona. En su forma moderna, es la simulación del vínculo con las masas para instrumentalizarlas electoralmente. Ernesto Laclau distingue entre populismo articulador y populismo vacío: el demagogo cae en el populismo vacío, al vaciar de contenido las demandas populares para reemplazarlas por emociones manipuladas.

Alejamiento del pueblo y ruptura con la realidad social.

Las tres categorías críticas señaladas no son insulto, sino patologías del poder político, producen una ruptura con la realidad social, como totalidad concreta. Esta fractura tiene múltiples manifestaciones: políticas públicas que ignoran la vida cotidiana, utilización de medios de comunicación para construir una realidad paralela falsa, y negación sistemática de las contradicciones permanentes de nuestras sociedades y el conflicto social como motores de la historia diría Marx. En conjunto, esto configura una forma de delirio ideológico institucional, donde el Estado se convierte en aparato que aliena la experiencia social.

Impactos en la Salud Mental Colectiva Decolonial

Desde la perspectiva de la Salud Mental Colectiva Decolonial, como el encuentro entre las tres grandes subjetividades humanas: del Ser, el Amar y el Tener-Estar y la Decolonialidad como disputa, resistencia y reclamo histórico de re-existencia desde el "encubrimiento" de 1492 de los pueblos de Abya Yala como civilizaciones y pueblos avanzados. Los gobiernos coloniales y luego de la gesta independentista, los gobiernos de la colonialidad del poder, saber y ser, han sido muchos de ellos, desgobiernos de desempeño estúpido, idiota o demagógico, que han producido y siguen produciendo sufrimiento del Ser, desesperanza, ansiedad colectiva, rabia difusa, desesperación del Amar y desde el Tener-Estar, cartografías sociales y territoriales de injusticia, desigualdad y exclusión. Estas situaciones erosionan la confianza en lo común, debilitan la voluntad de vida, desprotegen la pacha mama y favorece el individualismo, egoismo, narcisismo y el lucro singular, por encima del bien común.

Desde la mirada decolonial, esta alienación ideológica, reproduce el patrón colonial y colonializador encubridor de élites gobernantes, mediante la polarización política, ellos son la civilización y el pueblo la barbarie, a quines imponen el genocidio, etnicidio y epistemicidio imperiales, "encubridores" de la violencia política y epistémica del imperialismo hegemónico del Norte Global, sobre el Sur Global de civilizaciones y pueblos enteros, cuyos fines últimos son su desaparición total.

Propuestas emancipadoras y liberadoras

- Repolitizar y decolonializar la Salud Mental Colectiva. cómo recuperación del vínculo afectivo del Ser social, el encuentro subjetivo colectivo y convivencial del Amar y la reconciliación del Tener-Estar, humano, teritorial con la pacha mama, como sentido histórico civilizatorio de recuperación del planeta para su re-existencia, sanación y decolonización mental.

- Despatologizar al poder político constituyente y al poder político institucional, delegado, público y constituído, para que, el segundo, gobierne escuchando al pueblo, y el pueblo no dejarse "encantar con cantos de sierrena" y conformarse con "migajas de poder" para que no se disponga a formarse permanentemente y tomar las riendas de construcción colectiva y sin tutelaje de ningún tipo del Estado Comunal, Democrático Popular, de Derecho y Justicia.

- La estupidez, idiotez y demagogia no deben considerarse insultos políticos, son formas de desconexión con lo real, violencia epistémica y colonialidad mental que afectan a gobernantes y gobernados. Superarlas, implica una apuesta por la conciencia crítica colectiva, la restauración de lazos sociales, la re-existencia y sanación de la subjetividad histórica de los pueblos.

- Construir poder popular ético, que no repita las lógicas de idiotez de clase, estupidez colonial, ni demagogia política.



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Pedro Alcalá Afanador

Doctor en Ciencias Gerenciales - Doctor en Ciencias Sociales - Especialista en Salud Pública - Psiquiatra - Médico Cirujano

 alcalaafanadorp@gmail.com      @alcalaafanadorp

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