Sobre juicios y cosas parecidas

¡Oscar Heck, para víctima tú!

Evitemos, de una vez, los comentarios sarcásticos, llenos de insulsas suspicacias, explicando claramente lo que motivó este escrito es sobre los juicios y cosas parecidas de Oscar Heck en el artículo titulado: "Aunque ellos a veces se crean muy inteligentes, no lo son, son más bien víctimas", https://www.aporrea.org/contraloria/a301713.html, se trataba, en mi opinión muy interesante y novedoso análisis, donde señaló:

"y el otro (Servando Marín Lista), aunque no defienda al Estado como tal --- que yo sepa ---, y me gusta mucho como escribe, observa y comenta de manera "crítica," pero no de manera frontal como lo hacemos nosotros, algo que también le conviene al Estado para tal vez "equilibrar" la percepción y así tapar la verdad sobre la censura que estaría ocurriendo".

La herida duele y me quejo pues la considero injusta. Estoy, como se dice, resollando por la herida. Que no es un gesto innoble o cobarde, ni se le puede pedir al herido que guarde silencio y compostura cuando el golpe asestado es artero e inesperado.

Pero no voy a morir, no me siento humillado sino atacado irrespetuosamente. Se trata de una demostración de las dificultades para realizar la práctica disciplinar de la "guerra mediática", que, es confusa, azarosa y poblada de las acciones de cualquier delator-confidente que "forma parte de la actual tendencia "chavista" promulgada por el Estado".

Pero, ¿Qué demonios ocurre con los escritores de Aporrea cuando se les pone en el papel de opinar sobre la obra de otro?, sobre todo si ese otro no es amigo personal, miembro de la cofradía o estrella refulgente a la que se le rinde pleitesía.

No son de mi preocupación los duros juicios profanos que, frente a un hecho no convencional, emite el ciudadano común. No deben de haber diferido mucho la adjetivación usada por Oscar Heck, parado en la acera del frente, poniendo en entredicho la insólita plegaria: "aunque no defienda al Estado como tal --- que yo sepa ---".

Leí el artículo, con toda avidez que mi comprensión me permitía, buscando los argumentos que demostraban esa aviesa intención, para en definitiva, encontrarme con que el planteamiento de base se sustentaba en la desfachatez de esa "persona honrada que no miente, y es chavista", nada menos, que un delator-confidente que de manera confidencial informó que "un montón de personas haciendo clic sobre artículos a favor del Estado" para "aumentar la propagación de artículos y opiniones a favor del Estado".

Se me ocurrió pensar, aún con el artículo de Oscar Heck en la pantalla que, quizás, más triste y banal que este desdichado delator-confidente, lo era "la imposición de la censura y el bloqueo a Aporrea por parte del actual Estado venezolano, un Estado que le teme --- como una plaga --- a las palabras", lo cual se hacía más evidente aún por su cercanía a la espectacularidad del emblemático delator-confidente que "forma parte de la actual tendencia "chavista" promulgada por el Estado".

Pero si tal cosa fuera posible ¿Cómo juzgar con antelación y objetivamente qué autores tienen la talla o no? Y con esa inquietud en mi cabeza, encontré, efectivamente, digo yo, la marcha indetenible de esas fuerzas no la va a obstaculizar un simple prejuicio contextual, así este sustentado en el propósito de Oscar Heck de proteger a ese delator-confidente.

Con ese pensamiento sui generis, si Oscar Heck como crítico que escribió: "Aunque ellos a veces se crean muy inteligentes, no lo son, son más bien víctimas", podía haber sido un excelente director de Aporrea que, cuál ángel justiciero, decide quien merece la gloria, sentándose a la diestra de Gonzalo Gómez, y quién no. Así, APORREA –en mayúscula- estaría a salvo de las acciones de cualquier advenedizo delator-confidente.

Creo que ese es, un poco, el espíritu que animó a Oscar Heck, cuando, armado de un garrote crítico, se lanza, sin miramientos ni discreción, contra aquellos, que, a su modo de ver, carecían de los cometidos mayores que los Dioses le han asignados a sus elegidos.

Arremete, incluso, sin dar más argumento que sus propias convicciones y la poco disimulada falta de modestia por haber dicho: "me gusta mucho como escribe, observa y comenta de manera "crítica," pero no de manera frontal como lo hacemos nosotros, algo que también le conviene al Estado para tal vez "equilibrar" la percepción y así tapar la verdad sobre la censura que estaría ocurriendo".

Mareado por el excesivo consumo de adjetivos calificativos, el articulista Oscar Heck termina, elevando, como contundente señal de su desacertado enfoque, con algo que estupidiza más aún la discusión sobre la posesión o no de valores, decía: "Así como en cualquier tipo de fraude, siempre hay los jefes, y siempre hay sus secuaces, o "bobos," pero aunque ellos a veces se crean muy inteligentes, no lo son, son más bien víctimas, víctimas iguales a las víctimas de sus jefes".

Y volviendo al punto donde inicié el artículo, si no muero por el juicio que en mi caso efectuó Oscar Heck, es precisamente por estar convencido que una de las realidades de "la imposición de la censura y el bloqueo a Aporrea por parte del actual Estado venezolano", es que sobre ella cada quien opina, sin mucho recato, lo que le da la gana. Pero, cuando le da permiso "la actual tendencia "chavista" promulgada por el Estado".

La enorme dificultad de rigor que existe en su práctica y en sus juicios. La mezcla de aspiraciones personales y exigencias externas que se debaten en la imaginería del creador. El excesivo propósito de hacerla tan evidente como un cartel publicitario.

En estas condiciones, el juicio que emite el circunstancial delator-confidente, ésta vez anónimo en una torva intención inquisidora, hay que circunscribirlos a las motivaciones que lo impulsa y le da sentido a sus razonamientos, en la mayoría de los casos sesgadas por perversidades personales, por posturas pseudo intelectuales o por necesidades clientelares. "Aunque ellos a veces se crean muy inteligentes, no lo son, son más bien víctimas".

De todas maneras, y a pesar de todo lo dicho, no deja de ser significativo el maltrato general y exagerado que se le da a esta práctica disciplinar de la "guerra mediática", donde cualquiera delator-confidente se atreve, sin ruborizarse, a la pretensión de desmantelar el trabajo, seguramente metódico y reflexivo de un colega cualquiera en Aporrea.

Mal mensaje para esta Escuela que pretende emitir juicios de valor sobre la base de revisar si la crítica que hace Oscar Heck, cumple con la lista de chequeo que se puede construir algún delator-confidente. Sin embargo, para desdicha de unos y satisfacciones de otros, los hechos son más contundentes que las palabras y no pueden ser demolidos con adjetivaciones subalternas.

Así es Aporrea, ella se alza imperturbable ante el discurso, que opera por caminos diferentes. Pocas veces ligeros y contradictorios, otras suaves y alegres y algunas otras veces, claros y amables. Seguramente para acallar a los ególatras-chiflados-charlatanes que "forman parte de la actual tendencia "chavista" promulgada por el Estado". Así, este portal de la dignidad estaría a salvo de las acciones de cualquier advenedizo delator-confidente.

Sobre juicios y cosas parecidas: ¡Oscar Heck, para víctima tú ¡

¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento¡



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Servando Marín Lista

Arquitecto - Autor de los libros: 1.- La Geometría de los Afectos (2007). 2.- Desde la Comunidad (2010). 3.- La Ciudad Comunal (2013). 4.- El Caserío de Altagracia de Cumaná (2016). 5.- El Caserío de Santa Inés de Cumaná (2017). 6.- Cumaná: La Otra Ciudad (2019). 7.- Más allá de Tierra Firme (2022). 8.- Más allá de La Mar (2023).

 tetralectica77@gmail.com      @chevan2

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