Agotamiento de la energía vital del sistema capitalista. Revolución, Éxodo y Emancipación (Parte I)

PARTE I

1. Sobre la urgencia de una verdadera revolución cultural

¡O! ¡El más noble regalo de la naturaleza – mi pluma de ganso gris!
Esclava de mis pensamientos, obediente a mi voluntad,
Arrancada de mi hermana-ave para escribir,
¡Ese poderoso instrumento de los pequeños hombres!
-- Lord Byron (George Gordon Noel Byron),
English Bards and Scotch Reviewers (I.7)


Vendrá un tiempo cuando los revolucionarios tendrán que decir lo que tienen en mente por más que esto les duela. Parece que Venezuela es un país donde abundan los revolucionarios, cualquier cosa y cualquiera que lleva una boina roja es un revolucionario, hasta queremos hacer una ‘revolución dentro de la revolución’, queremos ‘profundizar’ la revolución. Pero, ¿será que tenemos una revolución sin revolucionarios? ¿Será que somos revolucionarios que no llevamos a cabo nuestra tarea histórica, que no hacemos la revolución? ¿Será que no tenemos la más mínima idea de lo que es una revolución?

(En cuanto a esto, véase: Franz J. T. Lee & Jutta Schmitt, "Venezuela: La Revolución Bolivariana pasando el Rubicón", IMMECA, Mérida, Venezuela, Diciembre de 2006. http://www.franzlee.org/pandemonium01256.html )

Nosotros aquí en Venezuela no tenemos por tradición hacer una revolución burgués-democrático-capitalista, tampoco hacer una revolución social o socialista. En el pasado, fueron nuestros héroes y próceres los que hicieron la Revolución Francesa y la Revolución Norteamericana y los que participaron en las guerras coloniales de la independencia, pero, esto sí, en un sentido radical político-económico, cambiando modos de producción. La Revolución Bolivariana es nuestro primer intento de hacer una revolución social en la época del globofascismo. Al igual como fue el caso de Cuba en su momento, no tenemos experiencia revolucionaria, todavía estamos luchando contra superestructuras oligárquicas feudales y religiosas, con una ideología reformista burguesa liberal y una práctica del ‘buen’ capitalismo. Sin embargo, algunos de nosotros estamos haciendo arduos esfuerzos por aproximarnos a la práxis y teoría socialista global.

Entonces, ¿qué, en realidad, es una revolución, una revolución social, una revolución socialista? ¿De dónde viene el concepto? ¿Quién fue el que lo inventó, y en el interés de clase de quién? ¿Cuál fue su connotación original? ¿Será que los conceptos son verdades absolutas? ¿Será que sus contenidos cambian a través de los siglos? ¿Qué significa revolución hoy en día, cuál es su opuesto y cómo trascendemos la revolución?

¿Qué es una revolución social, una lucha de clases? ¿Por qué la mayoría de los revolucionarios venezolanos nunca hacen un análisis de clase de la sociedad?, ¿por qué la lucha de clases no tiene relevancia para ellos? Si tenemos una clase media ‘en positivo’, entonces por lo menos también tenemos que tener una clase neutral o una clase media ‘en negativo’, es más, tenemos que tener también una clase alta y una clase baja. ¿Esas clases no se encuentran en un conflicto social de vida y muerte, en una lucha de clases inexorable? ¿En qué clase social o clases sociales nacieron los revolucionarios bolivarianos de hoy y en dónde se originan los ‘Chavistas sin Chávez’, los ‘contrarrevolucionarios’? ¿Con qué fue lo que la tan celebrada clase media en positivo contribuyó a través de los últimos siete años?

Tantas preguntas, tan pocas respuestas. A la mayoría de nosotros nunca se nos ocurrió hacer estas preguntas. Así que, ¿qué clase de revolucionarios somos en realidad? ¿Somos realmente nosotros mismos, los que hacemos, pensamos y superamos nuestra revolución, de, por y para nosotros mismos? ¿Tenemos una revolución desde abajo, desde arriba o desde cualquier otra dirección?; y, ¿es ésta anti-capitalista, anti-imperialista, nacional-burguesa, nacional-socialista o es una revolución mundial permanente?

¿Por qué firmamos todos estos contratos y negocios capitalistas con las corporaciones imperialistas transnacionales y por qué tratamos de atraer tan desesperadamente a los inversores extranjeros?; ¿será que nos estamos engañando a nosotros mismos? ¿Por qué nuestras dos últimas constituciones tienen la misma base capitalista: la garantía de la propiedad privada de los medios de producción y comunicación en Venezuela? ¿Cómo podemos introducir un socialismo de los trabajadores desde abajo, manteniendo al mismo tiempo las relaciones capitalistas amo-esclavo, con la explotación, la dominación y la discriminación, causando estragos en cada sitio de trabajo donde se produce plusvalía, a lo largo y ancho del país?

Ahora, agarremos el toro por sus peligrosos cuernos. En la era de la desinformación, de las guerras de información, de las operaciones psicológicas, del virulento control mental y corporal, de la cruel manipulación de la verdad, de la propaganda abierta y del adoctrinamiento fascista, nuestra arma de defensa masiva más efectiva es el pensar, son la teoría y la filosofía. De hecho, aquellos que ya no piensan, que ya no existen, ya se han convertido en marionetas huecas, en otras palabras, en cadáveres caminantes.

Desde hace veinticinco años, en mis clases universitarias, he sido testigo de que a muchos de nosotros les cuesta pensar, teorizar o filosofar. La mayoría de mis estudiantes, de los cuales algunos han llegado a ocupar importantes cargos ‘revolucionarios’ en la actualidad, simplemente consideran la teoría una pérdida de su precioso tiempo. Están confundiendo la teoría con la ideología y no se dan cuenta que sin teoría jamás se puede hacer una revolución social.

Así que, la conditio sine qua non para un revolucionario, para hacer una revolución social, es tener una teoría práxica y una práxis teórica. Sin pensar la revolución, la burguesía nunca hubiese podido hacer la Revolución Francesa. Primero la pensaron, la desearon subjetivamente, la gritaron emocionalmente: ¡viva la revolución! Y luego, la hicieron, de manera radical e implacable, con la guillotina y con su ‘régimen del terror’, sabiendo exactamente lo que estaban haciendo, lo que estaban queriendo: la acumulación de capital, ganancias, privilegios y poder.

Por lo tanto, camaradas, no hay otra vía de liberarnos, de emanciparnos, si no comenzamos a aprender a actuar, a actuar y pensar y superar de, por y para nosotros mismos. Hasta ahora, han sido principalmente nuestras ‘autoridades oficiales’, nuestros padres, maestros, pensadores, profesores y curas los que han pensado por nosotros, los que nos han enseñado, cómo desarrollar nuestras facultades humanas; e incluso a ellos mismos se les enseñó cómo pensar ‘correctamente’, y así sucesivamente ad infinitum. No podemos seguir perpetuando esta misma tendencia educativa en nuestras misiones, en nuestros proyectos revolucionarios.

Definitivamente, también sabemos que las ideas dominantes de cada época siempre han sido las ideas dominantes de las clases dominantes respectivas. Cuando las ideas pierden su verdad fluyente, su libertad abundante, entonces se convierten en ‘verdades absolutas’, en mentiras, propaganda y desinformación, en otras palabras, en ideología dominante. Urgentemente necesitamos nuestras propias ideas bolivarianas, nuestra propia teoría emancipatoria, nuestra propia filosofía socialista. A través de los milenios fueron la ciencia, la filosofía y la teología oficial, las que sirvieron a los intereses dominantes del respectivo modo de producción dominante. Científica y filosóficamente, nuestro pensar y nuestros pensamientos tienen que servir a los intereses de clase de las masas trabajadoras de Venezuela y de América toda.
Cuando el Ché Guevara habló del Nuevo Hombre y cuando el Presidente Hugo Chávez Frías habla de un ‘Nuevo Socialismo’, entonces ambos presuponen un nuevo hombre y una nueva mujer, quienes actúan de manera creativa y piensan en términos emancipatorios. Esto es lo nuevo, lo original, lo auténtico; es algo que nunca ha existido, algo que nace en el aquí y ahora. Este nuevo es práxis activa, es teoría pensante. Lo nuevo es aquello que nunca ha existido antes y que nunca se repetirá. Lo obsoleto es la práctica repetitiva capitalista y corrupta, también lo es la ideología explotadora, dominadora y discriminadora, al igual que las relaciones eternas entre amo y esclavo, el rancio consenso de clase, las alianzas de clase entre capital y trabajo podridas, el engañoso concepto de la ‘revolución pacífica’ y el reformismo perpetuo.

De manera que las condiciones existenciales para crear nuevas ideas –no palabras escritas o impresas, no palabrotas, no el masticar huesos religiosos feudales sin carne óntica alguna– son la formulación del pensar, del pensamiento y de la teoría, es el filosofar. Los niños son excelentes filósofos, pero las presiones, las órdenes y las prohibiciones patriarcales destruyen su imaginación creativa desde temprano y cercenan sus sueños diurnos juveniles y su fuego inventivo. En vez de aterrorizar a millones con una ‘Cienciología’ o ideología, nuestras instituciones educativas y nuestras misiones revolucionarias más bien tendrían que enseñar a nuestra juventud cómo pensar libre e independientemente, para crear un pensar revolucionario, una teoría científica y una filosofía emancipatoria desde la propia cuna. Por ende, tenemos que romper el círculo vicioso y empezar a educar a los mismos educadores. Esto es la quintaesencia emancipatoria de una revolución cultural urgente dentro de la propia Revolución Bolivariana.

franz@aktionspotenzial.de


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Franz J. T. Lee


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