El Arado y el Mar

La enfermedad mental de la sociedad

Los síntomas de la enfermedad mental que padece esta sociedad son muy claros, veamos algunos:

Negación de la realidad. El gobierno está negado a la realidad, estamos inmersos en una inmensa crisis, la producción petrolera baja a niveles escandalosos, y ellos siguen repartiendo dinero que no vale nada: miles de millones para esto, otros miles de millones más para esto otro, disparatando.

Huir de la realidad. Este es otro síntoma, pero ahora de las masas, no enfrentan las dificultades, ni siquiera las analizan, sólo entienden lo que pasa en su mezquino entorno. Y la salida es buscar soluciones individuales en otros países, y así tenemos millones deambulando por el continente y el mundo, o atracar al prójimo, al pendejo que hoy salió a la calle.

Desconfianza del prójimo. Todos somos presas, todos somos predadores. Ahora el humano no se ve reflejado en su semejante, no hay identidad, nos convertimos en unos aislados, sin referencias exteriores, todos somos enemigos, al menor descuido sentimos el zarpazo, a la menor debilidad somos víctimas.

Verdad y mentira se confunden. No hay verdad, las palabras no significan nada, la relación entre humanos bajó a niveles inconcebibles, no hay comunicación, lo imaginado sustituye a la realidad, los deseos forman su propia fantasía, una burbuja donde cada uno vive su engaño, todo es mentira, todo se puede creer, nos relacionamos de una forma primitiva, animal, por reflejos condicionados, respuestas mecánicas a los estímulos, a lo imaginado.

Los valores, la ética, la moral se reducen a una patología egoísta que atenta contra la condición social del humano, contra su esencia. Si da lucro es lícito, es moral, ético.

Los síntomas están a la vista, el causante, el agente etiológico, es, sin duda, el gobierno. Nunca había quedado tan claro como ahora la importancia psicológica de un gobierno, de los conductores de una sociedad. El gobierno no sólo es un administrador, es la referencia, el monitor psicológico de la sociedad. Su conducta, su prédica, moldean la psiquis, el comportamiento social. Se puede concluir que el gobierno es reflejo de la sociedad y, simultáneamente, en ella se refleja. Los dos forman un complejo en donde el gobierno es el guía poderoso capaz de enloquecer a un país, o elevarlo a escalones superiores en la historia del humanismo. Está a la vista, la importancia del impacto psicológico de un gobierno sobre la sociedad merece estudio, es un factor que supera a lo material, a lo simplemente económico, o mejor, la economía debe estar subordinada a lo espiritual, a su impacto sobre la conducta social, su influencia en la relación humana.

Gobernar una sociedad no es tarea para improvisados, la función de estadista necesita conocimiento, inteligencia sobresaliente, equipo, ideología clara, definida. El pragmatismo es un camino corto al fracaso. Lo sabemos por experiencia, lo estamos viviendo. Ardua tarea le corresponde a los gobiernos futuros: rescatar la espiritualidad. Si los porvenir son capitalistas, si es la gente de guaidó, entonces pretenderán estabilizar a la sociedad con represión: los humildes serán arrojado debajo de la alfombra, a los guetos, serán escondidos, "si no lo veo no existe", será la consigna. Una minoría de privilegiados vivirá en las mieles de la renta producida por compañías extranjeras, y la clase media se conformará con las migajas que caigan del banquete y vivirá su ilusión de ser diferentes, con su "dame dos" y su miedo a caer en desgracia y descender a la categoría de inmostrables.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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