Es poco lo que hay sobre el tema analizado desde la perspectiva política en el propósito de Hugo Chávez hacia la transición del socialismo ortodoxo, es decir, hacia el socialismo de estado mediante las expropiaciones llevadas adelante entre 2008 al 2010 al sector industrial privado, cuyos efectos padecemos hoy, anudando a las expropiaciones de tierras productivas ejecutadas años antes al 2008, y posteriormente.
Hoy, 2017, no hay ni lo uno: producción agrícola, ni lo otro: producción industrial, sino todo lo contrario: escasez de todo, y en su lugar, importaciones de todo tipo de bienes de consumo en medio de la peor crisis económica después de la independencia. ¿Qué paradoja, la paradoja del socialismo venezolano? Recuerdo a Hugo Chávez con su “orgullo patriótico” anunciado al Bolívar Fuerte, aludiendo a una nación fuerte.
¿Fue la reconversión del 2008 una estrategia política, uno como propaganda estimuladora de la euforia nacionalista, pero en cuyo fondo se entramaba la aceleración al socialismo ortodoxo?
Hay un hecho consumado: las expropiaciones al sector industrial privado se llevaron adelante, y se evidencian en los estados financieros de PDVSA, imponiéndole a la petrolera nacional una carga financiera y pasivos laborales ajenos a su negocio natural, corporación que ya había sido sobresaturada en su nómina y con obligaciones sociales propias del Estado, es decir, el negocio petrolero tenía que ser rentable para toda esta paradoja, y mucho más.
Mientras todo esto ocurría en el país recién certificado con las reservas petroleras más grandes en el planeta, el mundo se estremecía en las crisis 2008 – 2009, de las cuales aun no se recupera. En todo esto gritaba Chávez: ¡Póngame el petróleo a cero dólares, y nada nos afecta! El barril no ha llegado a cero en el 2017, pero la nación venezolana viene desde el 2014 en caída libre hacia los abismos. ¡Clase de paradoja!
El salario real es una comiquita delante del bono de alimentación, y ambos son una tragedia frente la hiperinflación. ¿Cómo fue posible tanta ceguera? Usemos el siguiente silogismo. Una premisa fue que los precios petroleros se recuperarían, como efectivamente sucedió, y la otra fue que estos se mantendrían “justos en el largo plazo”, ésta falló.
La visualización del escenario junio 2014, efecto real del fracking en el mercado petrolero, no estuvo en la visión de Chávez y su equipo en los años 2008 – 2012. Ya para el cierre del 2012, estábamos montados en una montaña de deuda externa (bonos, fondo chino, obligaciones con terceros, etc.), y sumergidos en la corrupción más grande de la historia venezolana, reconocida por el mismo Chávez, cuyo tiempo de vida ya estaba contado.
¿Qué ha hecho Maduro? Nada, mantener el legado contra viento y marea al entendimiento ético, que el mismo Chávez se disponía a cambiar con su llamado “golpe de timón”, algo así como lo han hecho las naciones comunistas: China post Mao, Rusia post desintegración URRSS, y ahora Cuba post Chávez y Fidel. Sólo Maduro no ve la luz en su laberinto. ¿Por qué tanta paradoja? ¿Por qué tantas ganas de suicidarse? ¿Será que él transita por un profundo barranco, y no por un laberinto?
La sabiduría popular nos habla muy claro. Por ejemplo, si compramos algo que cuesta Bs 1 mil, el que nos atiende nos dice que cuesta Bs 1. Trate de entender este fenómeno, y la comprensión me lleva a que la gente está consciente que 1 mil equivale a aquellos 3 ceros que se le quitó a la moneda en el 2008, en su significación en la vida. ¡Nada más cierto! ¿Entonces, por qué tanta aberración por llevarnos por el barranco? La lección popular es sabia, hay que rectificar todas las paradojas. Es hora de despertar, o que te madrugará de golpe.
“Sólo el pueblo virtuoso se salva”
