Camaradas: el socialismo no es ni patria ni Estado

 Antes que alguien –por no estar de acuerdo con lo que escribo- exponga sus argumentos, lanzo –como escudo protector- lo que pensaban los grandes maestros del proletariado mundial  Marx y Engels y que lo expusieron en El Manifiesto Comunista. Para ellos la historia de la humanidad era la lucha de clases: hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales y en la sociedad contemporánea las clases esenciales son la burguesía y el proletariado. Para ellos, los obreros no tienen patria, por lo cual no se les puede ni expropiar ni arrebatar lo que no tienen. Quien no entienda que en El Manifiesto Comunista está demasiado claro que el socialismo es internacional o universal, jamás comprenderá el por qué de la consigna esencial del mismo: ¡Proletarios de todos los países, uníos!

                Vamos a permitirnos utilizar las categorías país y nación como sinónimos en la política y hasta cierto nivel asemejémoslo a Estado, porque no puede concebirse lo uno sin lo otro. Cada quien está en su derecho de creer en una definición. En este caso me limito a la que expresa un breve diccionario político sobre nación: “comunidad histórica de personas, que se caracteriza por una estable comunidad de vida económica, idioma, territorio y carácter nacional, que se manifiesta en las peculiaridades de la cultura y el régimen de vida de esta comunidad. Como fenómeno sociohistórico, la Nación surge en el período de liquidación del fraccionamiento feudal y de desarrollo de las relaciones capitalistas, cuando se fortalecen los nexos económicos entre diversas zonas del país y se forma el mercado nacional”. De allí que el camarada Marx dijera que Patria o Nación son conceptos creados por la burguesía con la finalidad de asegurarse que el proletariado de un país se enfrente a otro proletariado de otro país. Marx sostenía que la explotación al proletariado es común a todas las naciones del capitalismo. Por eso, tanto Marx y Engels al igual que sus mejores discípulos en todos los tiempos posteriores al nacimiento de la doctrina marxista, manifiestan que los proletarios comunistas sitúan en primera instancia los intereses comunes del proletariado mundial independiente de sus nacionalidades. ¿Alguien podrá convencernos que la emancipación de todos los explotados y oprimidos sea menos importante que unas fronteras nacionales?

                Sin embargo, la nación existe, la patria existe y el Estado existe  y son factores concretos y no abstractos en este mundo bajo el dominio del capitalismo en casi todo el globo terráqueo. Hay quienes consideran que los padres del marxismo se equivocaron pero la experiencia histórica, con el derrumbe de lo que fue la Unión Soviética y el llamado campo socialista del Este creo, lo requeté creo, no se equivocaron. El socialismo es algo internacional porque así lo determina el choque antagónico entre el avance de las fuerzas productivas con las relaciones capitalistas de producción y la existencia misma de fronteras nacionales, es decir, con naciones o países o, mejor dicho, el socialismo es el iniciador propiamente dicho de la creación profunda de una cultura y un arte universales  y no de clase social o de nación. Sin embargo, eso no significa que la lucha por la toma del poder político, la implantación del período de transición del capitalismo al socialismo y en una parte del desarrollo de éste se caracterice por establecer un decreto que diga: “Ya desapareció para siempre la nación o la patria o el Estado porque ya no existen las fronteras nacionales”. Lo que es más y debe saberse: “El socialismo no podrá justificarse por la simple supresión de la explotación; es necesario que asegure a la sociedad mayor economía de tiempo que el capitalismo. Si esta condición no es cumplida, la abolición de la explotación no sería más que un episodio dramático desprovisto de porvenir…” (Trotsky). Mientras exista capitalismo en el mundo, mientras no se produzca la revolución socialista en los países imperialistas, mientras el mercado mundial sea dominado por pocas potencias capitalistas,  no será posible la desaparición de las fronteras nacionales, salvo que en algunos casos convenga a la política internacional capitalista dividir una nación en dos Estados con intereses opuestos pero en todo caso delimitados por fronteras específicas como sucedió, por ejemplo, con Korea. Y otro ejemplo, con metodología distinta, es el arrebatamiento de territorio a otra nación para situarle fronteras infranqueables del país imperialista, del impostor y usurpador como es el caso de una parte de Guantánamo en Cuba.

                Si en una región del mundo o si en una nación en particular se pudiese construir el socialismo propiamente dicho independiente del capitalismo que le rodea, aislado de las reglas y leyes del mercado mundial, basándose sólo en una profunda e inquebrantable autogestión y autoabastecimiento, sin lucha de clases internacionalista, sin el principio del internacionalismo proletario, no habría ninguna razón para fortalecer los instrumentos o aparatos de poder del Estado como, por ejemplo, las Fuerzas Armadas, la Policía, los Organismos de Seguridad, los Tribunales y todo aditamento que se corresponda tiene importancia como raíz de sostenimiento del Estado. ¿Por qué?: porque el Estado debe comenzar a extinguirse tan pronto los elementos socialistas empiecen a desplazar a los capitalistas. Por eso, el proletariado, de acuerdo a las enseñanzas del marxismo, aun reconociendo la igualdad de derechos y el derecho igual a crear un Estado nacional, valora y sitúa por encima de todo la fusión de los proletarios de todos los países, y analiza toda reivindicación nacional y toda separación nacional con la vista colocada en la lucha de clases de los obreros. Eso es internacionalismo y punto.

                El marxismo no es exclusivamente teoría sino que ha sido el producto –igualmente- de la práctica social y, especialmente, de la lucha de clases. El marxismo es ciencia y como tal aprecia y valora los hechos históricos y científicos. Por eso nos enseña que las fuerzas productivas que el capitalismo ha hecho progresar a un respetable nivel de desarrollo han provocado el rebase fronterizo de nación y de Estado. El capitalismo, para desarrollarse a la fase monopólica que es hoy día, ha hecho que el “… globo entero, la tierra y el mar, la superficie y también el submar, ha venido a ser un gran taller económico, cuyas diferentes partes están reunidas inseparablemente unas con otras” (Trotsky). Este agrega, como para que no quede duda alguna,  que lo “… que la política imperialista ha demostrado, más que nada, es que el viejo Estado nacional, que fue creado en las revoluciones y guerra de 1786-1815, 1848-1859, 1864-1866 y 1870 ha sobrevivido, y es ahora un obstáculo intolerable para el desenvolvimiento económico”. Por eso, el socialismo  -mucho más allá de la toma del poder político y del período de transición- choca abierta y antagónicamente con fronteras nacionales (países o naciones) y con los Estados por lo cual es universal en directo sin secreto. Si no fuese así no tendría sentido creer que el proletariado tenga por misión la emancipación de todos los explotados y oprimidos como la de sí mismo.

                Las guerras actuales y, especialmente, la que refleje carácter de mundialidad, no hace más que expresar dos cosas irrebatibles: 1.- derrumbe del Estado nacional (caída de los centros económicos nacionales), y 2.- derrumbe del sistema capitalista de economía (puesta en marcha de una economía mundial). En otros términos, como lo dice el camarada Trotsky, la “… producción mundial se subleva no solamente contra la confusión producida por divisiones nacionales y de Estado, sino también contra la organización económico-capitalista, la cual se ha convertido en un caos bárbaro de desorganización”. Ante esa cruda realidad no existe otro camino sino ese que sólo el proletariado puede oponerlo con probabilidad real de éxito: la organización socialista de la economía mundial. Mientras esto no se haga realidad, lo único que tiene validez es que el proletariado y sus movimientos políticos luchen sin parar para arrebatarle el poder político a la burguesía donde quiera que se presten las condiciones de tiempo y espacio para entrar gobernando en el período de transición del capitalismo al socialismo.

Claro, en definitiva, la lucha por el socialismo –en cuanto a toma del poder político e implementación de las medidas socialistas en el período de transición y en un buen trecho de la fase uno de la sociedad comunista- comienza en el contexto de un país, de una patria o de una nación. Pero, condición sine quo non, para desarrollarse hacia la construcción completa del socialismo tiene que llevarse por delante y desaparecer las fronteras nacionales por la universalidad que representa. Así lo exige o lo plantea la necesidad de la emancipación de todos los explotados y oprimidos del planeta. El comunismo es humanidad y no expresión de nacionalidades.

¡Contra el capitalismo y el imperialismo la revolución permanente!

¡Contra el chauvinismo el internacionalismo proletario!



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Freddy Yépez


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