La homofobia chavista

Debo comenzar diciendo que para mí, homofobia y chavismo son dos términos completamente opuestos, así que, sin querer he creado un oxímoron que se suma al abanico de contradicciones que como país vamos construyendo y deconstruyendo al pasar.

Venezuela se ha caracterizado, en los últimos 14 años, por ser un país altamente politizado. Mi punto de vista es que no hay nada más lejos de la verdad. Sí bien es cierto que tenemos 14 años cayéndonos a piñas entre nosotros por defender a tal o a pascual, también es cierto que las viejas mañas son difíciles de olvidar y que los cambios de conciencia no se hacen de un día para otro. No somos un país altamente politizado, somos un país altamente politiquero y mediatizado, dos cosas totalmente distintas. Si fuésemos un país altamente politizado como nos quieren hacer creer no tendríamos los problemas de corrupción que tenemos, no tendríamos los problemas en educación que tenemos, no tendríamos los problemas de caos que tenemos, y más importante aún, no tendríamos a la triste oposición que tenemos. ¿Por qué? Un ciudadano promedio de un país politizado entiende de políticas públicas, maneja de historia contemporánea, se empeña en leer a los teóricos sociólogos e historiadores, lee, interpreta y crítica a los medios masivos de información y, lo más importante aún, entiende que la política está en todo y que él, como individuo, es un sujeto político y transformador.

Acá tenemos a mucha gente brillante, mucha gente que se ha montado en proyectos capaces de cambiar la historia de Venezuela, y si se plantea bien, incluso la historia de la humanidad. Y no hablo de intelectuales de café, no hablo de izquierdosos de boinas de terciopelo, barba a medio cortar y maneras Wildeanas, no, hablo de gente popular, gente de barrio que ha pasado toda su vida analizando la realidad desde su perspectiva, desde su saber y sentir, desde su injusticia particular. Gente que, más temprano que tarde se ha dado cuenta de que este mundo de ilusión católica de “acepta esta vida como es, que mientras más sufras aquí más gozarás en el siguiente plano”, es una treta barata para que no te des cuenta del sistema injusto en el que nos han metido, que no es natural, que no es justa y que de paso es, muy a pesar de ellos, reversible.

Sin embargo, y aunque hemos avanzado bastante, muchas veces nos quedan esos sinsabores que nos hacen recordar a nuestro Comandante cuando veía que las cosas no estaban saliendo como él las planificaba y torcía la boca, con una frustración palpable, tan humana, tan pueblo, que era imposible no identificarse con él. Una sensación muy similar a esa me ataca cada vez que veo a un compañero, a un camarada haciendo comentarios homofóbicos sobre el mamarracho de Capriles. El eterno gobernador ausente no es santo de mi devoción, nada más lejos de la realidad, sin embargo, me veo en la ineludible tarea de defenderlo cuando se dirigen a él como “mariposón”, “loca”, “marica”, “loba” y cualquier otro adjetivo que se les ocurra porque como revolucionaria muchas veces una tiene que defender hasta al indefendible, y hay que defenderlo porque en este caso, solo en este quizás, es inocente.

Es interesante ver, como gracias a Chávez, muchísima gente ha tomado afición por la lectura. He visto en la calle gente con libros de Foucault, con libros de Simón Rodríguez, con libros de Kant o de Nietzsche, leyéndolos y discutiéndolos, cosa que de por sí es un avance gigantesco para nuestra sociedad. Ahora bien, del mismo modo veo muchos compatriotas y camaradas insultando a señorito Capriles por su presunta inclinación sexual, con un morbo excesivamente pueril como si, el ser sexo-género-diverso lo colocara de una vez en un escalafón inferior al del resto de los mortales. Los argumentos para esa sarta de estupideces suelen ser ineludiblemente tres: 1) Moral y buenas costumbres 2) dios les mandará un rayo y los calcinará a todos y 3) No es natural. Tres argumentos fácilmente rebatibles.

Los tres fabulosos argumentos pueden reducirse en dos, y estos dos a veces se fusionan en uno solo, porque sí, aunque hemos leído y deconstruido nuestra realidad una y otra vez, se nos olvidó tocar un punto importantísimo, nuestra concepción del mundo está matizada por un hombre con barba que vive en el cielo, al que se nos acostumbró a tenerle una fe ciega y sin objeciones y que marcó para siempre nuestra capacidad de analizar el mundo como lo conocemos, esto, en otras palabras se traduce en religión.

Se puede ser el más corrupto, el más drogadicto, el más ladrón, el más violador, el más asesino, pero cualquier venezolano genérico apenas ve a dos hombres besándose se transforma en una doña de 70 años con rosario en mano lista para leer el credo y varios diostesalvemaria. Porque resulta que los escrúpulos son selectivos, estamos tan acostumbrados a que se nos diga que es correcto, que no, que cosas son grises y que cosas son blancos o negros absolutos que nuestro sistema de creencia no soporta que se violente algo tan sensible como el amor entre un hombre y una mujer, considerada una verdad incólume del universo. ¿En serio? La religión ha pasado más de 2000 años maltratando a la mujer y haciéndola sentir mal con su cuerpo, con su mente y con su vida pero, dios es hombre y te ama, y estamos hechos el uno para el otro.

Como dije, es sumamente sencillo rebatir los fantásticos y cerebrales argumentos de los homofóbicos de oficio (y esto va con los camaradas de este lado, porque, a mi no me importa que la gente de derecha sea homofóbica, de hecho, esa es la norma, ellos son los excluyentes, no nosotros) empezando por el argumento de la naturaleza. Primero, en la naturaleza existe la homosexualidad, es practicada por muchísimas especies y ninguna otra especie hace escándalo por eso. Lo que se traduce en: la homosexualidad es natural entre los animales, la homofobia no, por lo tanto no es la homosexualidad lo antinatura en este caso.

Segundo, y como ya aclaré, fusionaré argumento dos y tres para dar una sola respuesta: La moral la hace quien tiene el poder, y los oligarcas tienen el poder ¿recuerdan porque empezó el racismo? Porque era una manera de disgregar a los esclavos para que se pelearan entre ellos y no se dieran cuenta de que superaban en número a sus colonizadores. Hace 60 años era inmoral que un negro se mantuviese sentado en un asiento mientras un blanco estaba de pie. Hace 50 años que un hombre no cargara 32 pañuelos con él para ofrecérselos a las damas que iban (aparentemente) llorando por la vida, era considerado inmoral. Entonces ¿de qué moral me están hablando? Ah claro, la moral judío-cristiana. Esa misma moral que mató más personas que la peste durante las cruzadas, esa moral que causó la extinción de muchas culturas, saqueó pueblos y asesinó personas inocentes en dos continentes que ni siquiera conocían, esa moral que causó una de las peores masacres recordadas (pero no tan publicitadas como el holocausto) por la humanidad conocida como la colonialización ¿en esa moral te basas tú, compañero revolucionario, para hablar de principios y valores? Camarada, compatriota, te pido que no sea tan estúpido y vuelvas a revisar su sistema de creencias antes de seguir defendiendo al régimen que te reprime y te maltrata, porque, después de todo ¿qué es el sistema capitalista sino una monarquía 2.0?


vickyalen@gmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 4395 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas