Hablar sobre la existencia o no de los salarios y de la igualdad posible de estos en el socialismo implica necesariamente abordar dos puntos. El primero es precisar (aunque pueda parecer algo muy obvio) que entendemos por salario y que entendemos por socialismo -entendiendo que por éste último el debate es no sólo complejo sino bastante extenso, aun así fijaremos una posición-. Y el segundo es que al plantearnos esta disyuntiva estamos pensando en el futuro. Discutiendo sobre algo que todavía no existe. Igualmente debemos reconocer no estamos comenzando de cero, sin ningún acumulado histórico, puesto que los intentos de construcción socialista del siglo XX ya se lo plantearon, incluso desde la práctica.
Comencemos por el segundo. Cuando hablamos de la sociedad futura, próxima a construir, no quiere decir, como dicen nuestros enemigos para descalificarnos, que tenemos una bola de cristal para ver el futuro o que somos unos soñadores románticos, utópicos o idealistas. ¡NO!. Cuando hacemos uso del método marxista este nos permite no sólo analizar la sociedad sino modelarla. Y un modelo es una representación teórica de la realidad. Por lo tanto mediante dicho método lo que hacemos es elaborar un modelo de esta sociedad futura que necesitamos, la sociedad socialista; que nos permitirá dibujarla y describirla, hasta cierto punto claro está. Ahora bien, si el socialismo no es una realidad, porque lo que existe en el mundo es capitalismo, ¿cómo podemos describir algo que no existe?
Pues bien, aquí conviene recordar a la dialéctica. El capitalismo tiene contradicciones, tiene un funcionamiento contradictorio. Su principal contradicción es la de una producción cada vez más social (realizada por los trabajadores) y una apropiación del producto cada vez más individual (acometida por los burgueses), dicho de otra manera el capitalismo crea mucha riqueza pero a su vez crea mucha pobreza, producto de la concentración de capital cada vez en menos manos. Y este proceso que se profundiza día a día en algún momento terminará por superar esta contradicción, porque los trabajadores somos más, y las consecuencias de esa apropiación del producto individual -hambre, guerra, desempleo- pueden ser erradicas si hacemos coincidir esa producción cada vez más social con un producto social. Esto sería de una manera muy reduccionista (para no extendernos mucho) el socialismo. Para ello es importante, lejos de cualquier determinismo o economicismo, agudizar esta contradicción mediante la lucha de clases.
Por lo tanto cuando hablamos de ese futuro socialista nos basamos en la construcción de un modelo que si bien no tiene sustento material –porque no existe aún- tiene sustento en las predicciones científicas de las tendencias observables en el movimiento real de la sociedad capitalista. Tal como lo puede hacer un meteorólogo (salvando las distancias claro está) para predecir qué día lloverá o como será la temperatura de un día cualquiera, de la misma manera nosotros los revolucionarios basándonos en la comprensión de la realidad, a través de la ciencia, podemos predecir, podemos hacer prospectiva, sobre la negación-superación del capitalismo: la sociedad socialista.
Saldado esto abordemos el primer punto, que es el núcleo del artículo. ¿Qué es el salario? Eso que a todos los trabajadores nos permite “subsistir” en la sociedad capitalista, y que solemos concebir como una “retribución” al trabajo realizado. Es decir, como la parte que “nos corresponde” al participar en la producción de riquezas según los economistas burgueses. A diferencia de éstos, los marxistas entendemos al salario como el precio de la fuerza de trabajo.
Para aclarar esto conviene repasar brevemente la teoría del valor de Marx -que no sólo explica el valor de las cosas en el capitalismo sino que sirve de base para entender el funcionamiento del sistema en general-. El valor es eso común que tienen las mercancías -obviando la utilidad específica (valor de uso) de cada una de ellas- que no es otra cosa que el trabajo humano. Y se mide por la cantidad de trabajo contenido en la mercancía (magnitud del valor). Por ello cuando nos preguntamos cuánto vale 1kg de carne y cuanto un blackberry, y a priori decimos que el celular es más costoso que esta porción de alimento, la respuesta lógica que explica esta noción es que el blackberry contiene mayor cantidad de trabajo incorporado que el kilogramo de carne, en otras palabras, cuesta más trabajo producir un blackberry que un kilogramo de carne.
Los economistas burgueses le dan otra explicación al valor y a los precios de las mercancías. Nos dicen que el valor es subjetivo, es decir que depende de las personas. En otras palabras el precio va a depender de cuanto desee una persona una mercancía cualquiera y de la abundancia o escasez de esta. Pero por más que una persona se esté muriendo de la sed y desee desesperadamente tomarse un litro refresco (que escasea) nunca va a pagar por éste más de lo que vale una camioneta último modelo de agencia (que abunda) así no la desee para nada en lo absoluto. Para los burgueses la explicación de esta teoría se encuentra entonces en el mercado con el juego de la oferta y demanda y no en la producción. Al contrario lo que piensa Marx que sostiene que los valores se determinan en la producción, y los precios, que son las expresión monetaria de éstos, aunque casi nunca coinciden exactamente con sus respectivos valores, producto de la oferta y la demanda – a la que Marx si toma en cuenta- se mantienen oscilando alrededor de dichos valores.
Volvamos al salario. Decíamos que el salario es el precio de la fuerza de trabajo. Conviene mencionar dos cosas. La primera es que la fuerza de trabajo es una mercancía. Los trabajadores cuando buscamos trabajo en una empresa o donde sea lo que hacemos es vender esa mercancía. Esa capacidad nuestra de trabajar sea cual sea (plomero, medico, maestra, obrero metalúrgico) en el capitalismo toma la forma de mercancía. Y su valor es determinado de la misma manera que cualquier otra mercancía, es decir por la cantidad de trabajo que cuesta producirla.
Esto merece una explicación, puesto que esta mercancía es una muy particular. La fuerza de trabajo es una mercancía cuyo valor de uso (el capitalista la usa para producir valores) se consume diariamente en el trabajo, bien sea en la fábrica, en el taller o en la oficina. Se consume porque trabajar implica esfuerzo, y esto a su vez implica gasto de energía. Y si se consume tiene que reponerse (o producirla de nuevo). Para ello necesitamos después de ir a trabajar de descansar, de comer, de dormir, de alimentar a la familia es decir de satisfacer las necesidades que tenemos los trabajadores, independientemente sea el grado de calificación que tengamos. Y todas esas necesidades se satisfacen mediante mercancías. La suma de los valores de estas mercancías es el precio de la fuerza de trabajo.
Los salarios de los trabajadores no son iguales porque las cantidades de trabajo que implica capacitar cada una de las especialidades que existen entre los trabajadores no son iguales. Implica más trabajo capacitar a un médico cirujano que a un maestro de escuela. Esto no quiere decir un medico sea más importante que un maestro pero en la sociedad capitalista la ley del valor hace estas distinciones.
La segunda cosa a mencionar sobre la fuerza de trabajo es que ésta es mercancía sólo en la sociedad capitalista. Dicho de otra manera, en sociedades anteriores al capitalismo existían las mercancías y por ende el mercado (aunque no de una forma predominante), pero lo que distingue al mercado capitalista es la mercancía fuerza de trabajo. Es decir que la mercancía fuerza de trabajo y el precio de ésta, el salario, son rasgos distintivos de la sociedad capitalista.
Dicho esto ¿como entonces serán los salarios en el socialismo, si es que los habrá? Antes de esto hay que mencionar (como referencia) que Marx escribió muy poco acerca del socialismo, su obra fundamentalmente está enfocada en la crítica contundente al capitalismo y es allí donde debemos encontrar, en las tendencias y contradicciones de éste –tal como mencionábamos al inicio-, sus ideas acerca del socialismo. Según el economista español Diego Guerrero “todas las ideas de Marx sobre el comunismo y el socialismo deben entenderse sobre la base de su teoría de la sociedad capitalista, que él expuso sobre todo en El Capital, incluido su volumen cuarto, que es la Historia de las Teorías de la plusvalía y en los trabajos preparatorios que condujeron a él, en especial la Contribución a la Crítica de la Economía Política y los Grundrisse”.
Aun así en el texto “Crítica al programa de Gotha” -que era propiamente una repuesta a los planteamientos del programa del partido obrero alemán más que una exposición detallada sobre el socialismo- Marx menciona algunas premisas al respecto. En primer lugar nos dice que una vez tomado el poder por parte de la clase trabajadora se está “no en una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entra procede”.
Como consecuencia de lo anterior y refieréndose a la retribución de los obreros por su trabajo a la sociedad nos comenta: “aquí reina, evidentemente, el mismo principio que regula el intercambio de mercancías, por cuanto éste es intercambio de equivalentes”, es decir la ley del valor sigue vigente.
Lo tercero que queremos citar de Marx en esta crítica es su definición de la sociedad comunista ”En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!”. De aquí, de esta célebre consigna comunista se resume la desaparición de la ley del valor y por ende del salario como una característica fundamental del capitalismo.
Con estas premisas que nos aporta Marx sobre el futuro socialista y comunista -y entendiendo que el debate a profundidad sobre lo que es socialismo, lo que es comunismo, si el primero es la transición del capitalismo al comunismo, sobre si para llegar a esta transición se requiere de otra transición, si el socialismo puede ser considerado como un modo de producción propiamente, requiere de un análisis mucho más profundo que el hemos realizado hasta ahora-, lo que haremos será resaltar estos rasgos distintivos de la sociedad que meterá en el baúl de los recuerdos al capitalismo. Solo mencionaremos estos grandes rasgos:
1) Desaparecen, a decir de Ludovico Silva, los “tres grandes factores históricos-genéticos de la alienación humana”: la propiedad privada (la cual debe conducir a la apropiación del producto social por toda la sociedad), la división entre trabajo manual e intelectual y la producción mercantil.
2) Se incrementan la fuerzas productivas de manera tal que la riqueza abunde lo que trae como consecuencia dos cosas: a) la riqueza se distribuirá por las necesidades, es decir, se prepondera el valor de uso, por encima del valor de cambio, erradicando de esta manera a la ley del valor y b) la jornada laboral se reducirá drásticamente de manera que el tiempo libre será mucho mayor que el tiempo de trabajo, pasando así del reino de la necesidad al reino de la libertad.
Bien, esto es lo que era para Marx la sociedad de “productores libres asociados” y que la denominó la sociedad comunista. Pero también nos decía, como ya señalábamos, la sociedad que ha recién surgido de las entrañas de la sociedad capitalista viene infectada de sus vicios y contiene muchos de sus vestigios. ¿Cómo llamar a esta sociedad que recién nace? ¿Socialista? El nombre es lo de menos, lo importante es identificar su esencia. De momento podemos adoptar la denominación de la tradición marxista, es decir, socialista. Pero en otro momento examinaremos esta cuestión. En todo caso, en esta recién parida sociedad nos recuerda Marx que aún el intercambio de equivalentes se mantiene, por lo tanto aún la forma en que los trabajadores obtendrán como medio para satisfacer sus necesidades será el salario. De aquí que la frase para resumir esta afirmación sea “de cada quien su capacidad, a cada quien según su trabajo”. Es decir tanto trabajas, tanto recibes.
Ahora en esta fase, el salario puede ser algo distinto, por lo menos cuantitativamente. Lo primero que se hace en una revolución socialista es la expropiación de la burguesía, es decir, comenzar a hacer justicia. Este acto de justicia implica que ya no existirán los capitalistas, por lo que esa parte de la plusvalía que nos quitan y que iba destinada a su consumo individual, ese consumo de lujo y derroche (yates, rolls royces, mansiones) ya no será posible. Toda esta riqueza será inyectada al salario individual de los trabajadores.
Ya para finalizar podemos concluir que: 1) los revolucionarios nos basamos en la ciencia y podemos modelar la realidad actual y la futura; 2) la desaparición del capitalismo implica erradicar sus rasgos distintivos, por ello es tan crucial estudiar a fondo este modo de producción; y 3) la existencia de los salarios implica la vigencia de la ley del valor.
/ Militante de BRAVO SUR
Bibliografía consultada:
- Del Socialismo Utópico al Socialismo Científico. Federico Engels
- El Capital, Capitulo I. Carlos Marx
- Crítica al Programa de Gotha. Carlos Marx
- Valores, Precios y Mercados en el Postcapitalismo. Diego Guerrero
- Teoría del Socialismo. Ludovico Silva.