Calidad revolucionaria: un dilema (Alfredo Maneiro)

Este apartado de la obra de Alfredo Maneiro, quizás la mente mas lucida de la dirección revolucionaria durante el periodo de finales de los años cincuenta a inicio de los ochenta del siglo pasado, incluido en su libro LA COMUNA por Juan Barreto Cipriani, y a su vez transcrito en este articulo por mí, pareciera un triste retrato de lo que actualmente acontece en el seno del PSUV propiciado tanto a nivel Nacional como Regional por un grueso de dirigentes que de revolucionarios solo tienen su personal conveniencia.

“Un problema de particular importancia es lo relativo a la calidad revolucionaria de la organización. Por calidad revolucionaria entendemos la capacidad probable de sus miembros para participar en un esfuerzo dirigido a la transformación de la sociedad, a la creación de un nuevo sistema de relaciones humanas. Como quiera que tenemos el intimo convencimiento de que un esfuerzo de esa naturaleza solo se puede realizar desde el gobierno, solo puede ser un propósito estatal, pareciera entonces que una petición de calidad revolucionaria no puede realizarse antes sino después de resolverse en beneficio de una organización cualquiera el problema político. En efecto, parece inoportuno, sino ingenuo (e incluso demagógico) formular tal exigencia cuando nadie puede garantizar la calidad suya, menos la ajena, antes de ésta sea puesta a prueba. Esto es verdad. Pero, si bien es cierto que no se puede afirmar a priori la calidad de algunas de ellas, es notorio que ciertas estructuras partidistas desarrollan un espíritu de sectarismo tan marcado, sustituyen de tal manera la disciplina por la obediencia, corrompen a sus afiliados con un juego perverso de jerarquías, grados, amiguismo, arbitrariedades, etcétera, y, sobre todo le ponen dificultades a la confrontación libre de opiniones. La lucha interna para muchos “dirigentes” solo puede expresarse a través de las zancadillas, el jalabolismo, los pactos ominosos, ligados a los manejos oscuros. Estas estructuras terminan por producir unos militantes sumisos, de mediocres aspiraciones y cuyas audacias, valores y espíritus críticos se resuelven, a menudo, en una mediatizada aplicación de medias verdades, valores e intereses subalternos en el partido. En realidad, abundan modelos organizativos que no le importan sus valores ideológicos, devienen en modelos de escala reducida del mismo sistema a cuya destrucción dicen combatir. En realidad, existen organizaciones revolucionarias que parecen sólo preparadas para adueñarse del aparato del Estado existente con el objeto de ponerlo al servicio de sus propios fines. ( negrillas incluidas por quien transcribe este articulo ).

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Arnaldo Cogorno C.


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