(El problema no es la mercancía, sino la plusvalía)

Conozcamos las Mercancías Socialistas

En su más reciente “Aló, Presidente”, el Presidente Chávez instó a sus colaboradores para que diseñen y apliquen estrategias de producción y oferta entre las comunidades o empresas productivas socialistas ya en funcionamiento, a fin de que se vayan deslastrando de los hábitos capitalistas.

Él considera que esas empresas no deben vender su producción, sino suministrarla a las que la necesiten, según la naturaleza de los bienes involucrados, tanto si se trata de bienes terminados para unas, como de insumos para otras. Considera que no se debe seguir dando tratamiento de “mercancías” a los bienes producidos por esas empresas socialistas.

Presentó como modelo el comportamiento de los cuarteles, ya que en estos una Comandancia General, por ejemplo, se limita a suministrar material diverso a sus dependencias asignadas mediante acuse de recibos y conformidad de las partes que entregan y reciben. La idea es desaparecer la figura de la mercancía.

Al parecer, el Presidente atribuye la explotación capitalista a la existencia de las mercancías en sí mismas. Parece desconocer que la mercancía precedió y sirvió de base al régimen actual, aunque en aquellas mercancías pioneras sólo se concretaba el “plusvalor” apropiado por esclavistas y feudales, el mismo plusvalor que sigue presente en los servicios prestados por toda la burocracia, y por los servicios prestados por la servidumbre que opera como trabajadora en oficios domésticos: jardineros, choferes, cocineras, etc.

Bien, mientras sigamos con un sistema mixto de empresas capitalistas y socialistas, pensemos que finalmente algunas de estas últimas dedicadas a la producción de bienes terminados o intermedios tendrán que vender su producción como bienes de consumo final, a un precio que revele el valor trabajo contenido en ellas; este precio las identificará como mercancías, y estas precedieron al régimen capitalista.

Durante la fase socialista, camino del comunismo final, se puede y es necesario seguir procesando mercancías sin que este tratamiento desvirtúe la práctica socialista ni su mercadeo tenga que traducirse en más Capitalismo. Si estas observaciones del Presidente son para enfatizar su voluntad socialista, o sus actuaciones revolucionarias, entonces ellas no son precisamente las más adecuadas.

Las mercancías son simples bienes mercadeables a través del dinero o por simple trueque. Dado el desarrollo de las sociedades modernas, el intercambio mediado por el dinero resulta inevitable, y este puede perfectamente ser un simple vale (cesta tickets, por ejemplo), una nota que funja de “acuse de recibo”, etc.

El desarrollo histórico del dinero desembocó en el uso del oro como instrumento general de valor, y hoy se limita a papeles fiduciarios cuyo respaldo económico se halla en pleno cuestionamiento ya que, al parecer, las monedas más fuertes pertenecen a los países más fuertemente armados, y a los países títeres que les acompañan en sus actuaciones de domino universal sobre los pueblos más débiles o poco complacientes con la conducta imperialista que hoy priva en esas economías que controlan el mundo moderno.

Resulta que las mercancías actuales están full de “plusvalía”, una categoría económica científica que teóricamente significa y mide la cuantía de valor no remunerado al trabajador asalariado. Llámese plusvalor o plusvalía, en el caso socialista, lo importante no es un asunto semántico. Más bien, debe procurarse una mejor distribución de ese valor que entregan gratis los trabajadores capitalistas y socialistas.

La manera más expedita que, a nuestro juicio, debe adoptarse es atacar la jornada de trabajo. Desde aquí proponemos que las empresas llamadas socialistas empleen trabajadores sólo durante media jornada, y completen a esta con la contrata de relevos durante iguales medias jornadas. Con esta medida no sólo se reduce de cuajo cualquier asomo de explotación por parte del Estado, sino que se estaría reduciendo aceleradamente el desempleo proletarista que ordinariamente alimenta la empresa capitalista. Sugerimos, pues, que, independientemente de si una empresa socialista siga o no vendiendo sus productos, debe modificar de inmediato el horario de trabajo.

marmac@cantv.net


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Manuel C. Martínez M.


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