(Acerca de la conversión de otros metales en oro)

Alquimistas y Capitalistas

“Una especie de mercancía es tan buena como otra cuando

su valor de cambio es igual; no

hay diferencia alguna, ninguna distinción, en las cosas de igual valor”/

“Cien esterlinas de plomo o de hierro tienen tanto

valor como cien esterlinas de plata o de oro.”.

Carlos Marx, El Capital, Libro I, Sección Pra., Cap. I,

 (Cartago 1973, Argentina, Buenos Aires), Nota 8 y correspondiente Cita al pie, p. 57.

   Como valores de uso o valor inmediato (del germánico worth), las mercancías burguesas y preburguesas son   por su calidad de variopinta naturaleza puesto que esas cualidades son meramente técnicas o extraeconómicas. Las hay destinadas a satisfacer necesidades fisiológicas, biológicamente insustituibles, morbosas,   religiosas o destinadas a gozos espirituales, bélicas, perecederas y no p., duraderas y n d.; de demanda normal y d. anormal.

Comercialmente, los v. de uso reciben muchas otras clasificaciones como las de “línea blanca” o “l. marrón”, alimenticios y medicinales, de vestir, calzar, deportivos, educativos, etcétera. Visto así, en el capitalismo la cantidad de una mercancía no influye para nada en su valor de uso, pero de lo queremos tratar es más bien acerca de la uniformidad económica de todas las mercancías entre sí, según su valor de cambio o valor reflejo (del romano value).

Si dejamos a un lado las versiones molerianas, según las cuales el valor de las cosas es subjetivo y dependiente de su escasez, o sea, fraguado en el mercado, en absoluto todas las mercancías burguesas resultan cualitativamente idénticas. Lo que impidió al virtuoso Moliére hallar correctamente la fuente del valor de las mercancías fue que las dio por hechas tal como concurren al mercado luego de que los trabajadores las “han hecho valer” a punta de la aplicación de su fuerza de trabajo.

 

Sobre esta base podremos entender mejor lo que sin mayores logros   buscaron los   alquimistas de la Antigüedad, y posteriormente los prequímicos y economistas vulgares que todavía andan por allí pretendiendo hacer dinero u oro de la nada.

Efectivamente, cuando un capitalista a través de sus apologistas y panegiristas atribuyen su riqueza empresarial a sus personales cualidades y a la diferencia que obtienen cuando vende sus mercancías por encima de lo le cuesta (a él) fabricarlo, ¿qué otra cosa pretende vendernos que no sea la idea de que se puede ser rico e incrementar la riqueza inicial prestando,  a una tasa de interés llamada “ganancia” de mercado,  maquinaria,   tierra  y dinero para la paga de salarios y materias primas involucradas?

Por esa razón, infiérase que no es necesario meterse a minero ni ir a El Dorado para conseguir oro, este está depositado en cada mercancía porque independientemente de su valor de uso, todas representan oro puesto que “la riqueza de las sociedades en las cuales reina el modo de producción capitalista se presenta como un inmenso arsenal de mercancías” (Marx, cita previa, pág. 55).  


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Manuel C. Martínez M.


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