Cuando la corrupción asesina al sueño de Bolívar



30 de mayo de 2006. Diez de la mañana. La Base Aérea Mariscal Antonio José de Sucre, en Quito, ya se alistaba para recibir a Hugo Chávez. Una visita inesperada para algunos, forzada para los pesimitas, y mesiánica para ese pueblo ecuatoriano que lo prefiere, en un 80 por ciento, a cualquier otro presidente latinoamericano.

El motivo, la firma de convenios petroleros para beneficiar al Ecuador luego de la salida impetuosa de la Oxy y la liberación del bloque 15. El procesamiento del crudo por medio de Petróleos de Venezuela (PDVSA), la asesoría técnica y la posible revitalización de la refinería ubicada en Esmeraldas (zona costera del país) fue el principal objetivo del Comandante “llanero” (como le dicen en las tierras de Bolívar, Sucre y Manuela), en esa búsqueda de fortalecer a la región por la vía energética.

El pueblo se abocó a las calles de Quito. De todas las edades, de todos los tamaños, de todos los colores y un sinfín de consignas que aupaban la visita del Presidente venezolano. Su homólogo ecuatoriano, Alfredo Palacio, tenía todo listo en las instalaciones de Carondelet (sede del Ejecutivo) para la firma de un Memorando de Entendimiento y un Acuerdo de Cooperación. Cien mil barriles de crudo ecuatoriano diarios serían procesados en tierras venezolanas, eliminando las sucias manos de los intermediarios, para entregar de vuelta la cantidad equivalente en productos derivados. El beneficio: Ecuador ya no tendría que importar derivados siendo un país petrolero. Además, se daría inicio a un proceso amplio y sostenido de cooperación energética para beneficiar las áreas de petróleo, gas, electricidad y petroquímica de estas naciones hermanadas por una gesta independentista.

Ante la atención de los medios de comunicación locales y extranjeros, la mirada del mundo puesta en el dueto Chávez-Palacio, y las calles del casco histórico quiteño repletas de grupos indígenas, jubilados, beneficiados por la Misión Milagro, jóvenes izquierdistas de vocación y los clásicos curiosos; los ministros de energía de Ecuador y Venezuela (Iván Rodríguez y Rafael Ramírez) plasmaron con tinta y sangre lo que se convertiría en uno de los eventos integracionistas más temidos y esperados por una Comunidad Andina moribunda y un ALBA en pleno desarrollo.

Se dieron las mutuas palabras de aliento, las firmas que declaraban un nuevo paso hacia la llave latinoamericana, el almuerzo protocolar y el resto de la agenda paralela del Comandante “llanero”. Un día lleno de expectativas, de arduo trabajo y una significación histórica con la intención de renovar los votos que nuestros héroes y libertadores juraran 200 años atrás. El imperio temblando. Chávez acercándose. Y el Ecuador con la esperanza de no depender, de ahora en adelante, de esas transnacionales asesinas y corroídas.

14 de julio de 2006. Cinco de la tarde. A mes y medio de ese sueño latinoamericano a las puertas de una realidad tan posible como la voluntad política de nuestros pueblos soberanos, la utopía se alejaba a pasos agigantados. El Ministerio de Energía y Minas del Ecuador, en manos aún de Iván Rodríguez, había tomado una decisión: Cuatro días de prórroga para que PDVSA garantizara por escrito una ganancia, al menos, de 136 millones de dólares anuales a largo plazo o, de lo contrario, la apertura de un proceso de licitación para que esos barriles de crudo fueran procesados por empresas provenientes de Colombia, Chile, Brasil, Corea, China o (por invitación “especial”) Venezuela.

Entonces, el pueblo se pregunta ¿Qué diablos fue lo que pasó aquí? ¿Fue culpa de Chávez? ¿Fue un ofrecimiento baldío? ¿Fue culpa de Palacio? ¿Es tanto el alcance de la corrupción petrolera en esta patria dolida y golpeada por un Tungurahua en rebeldía?

Es necesario echarle un vistazo a los antecedentes. En la época de Rafael Correa como Ministro de Economía y su consiguiente acercamiento al Presidente Chávez, se hizo la propuesta por parte de Venezuela para inyectarle dinero y asesoría técnica a la refinería ubicada en Esmeraldas, hecho que beneficiaría al Ecuador cualitativa y cuantitativamente, y que se hubiese convertido en un paso infinito hacia la verdadera integración sudamericana. La salida de la Oxy, en ese entonces, no era ni una posibilidad remota. Así que entre dimes y diretes, salidas y entradas ministeriales y suposiciones mediáticas fuera de tono, esa propuesta fue engavetada por el Gobierno ecuatoriano. Era de suponerse.

Ya en mayo 2006 y de manera casi fantasmagórica, Iván Rodríguez y su entonces colega del Despacho de Economía, Diego Borja, visitaron Caracas para retomar el tema energético. La respuesta fue inmediata. Pocos días después, Hugo Chávez y su comitiva en pleno llegaron a Quito para finiquitar esa iniciativa que no significaría mayor ganancia para Venezuela (ni para sus tan criticados “petrodólares”), sino una victoria simbólica ante los incansables intentos del monstruo del norte por hacer de la división la nueva ley y el nuevo orden mundial.

A estas alturas, tres visitas técnicas de Venezuela a Ecuador y dos visitas técnicas de Ecuador a Venezuela se han dado, los papeleos y cálculos interminables a petición de Petroecuador y los múltiples panoramas posibles dibujados por PDVSA. Y aún nada de arreglos. La versión oficial ecuatoriana: las cifras planteadas por Venezuela no son concretas y han variado durante el proceso de negociación, y que la ganancia en “petrodólares”, por ahorrarse el intermediario y colocar en mercados más seguros su crudo, aún no la consideran tan conveniente como para tirarse por ese barranco.

Y los medios de comunicación locales, la oleada periodística de siempre, alegando que los ofrecimientos de Chávez se quedaron sólo en eso, en promesas incumplidas. Que los de PDVSA no vienen, no llegan, no aclaran las cifras. Y que, al fin y al cabo, el negocio con Venezuela no conviene, por lo que la apertura de una licitación es la única salida posible a tanto embrollo. El manejo de la opinión pública siempre es el mismo. Cero explicaciones y mucha divagación. Le hablas a la gente de un tema que difícilmente maneja, resaltando lo que NO sirve sin mayores detalles y ahí te va… una opinión generalizada basada en castillos de arena y chismografía barata.

Entonces ¿Qué fue lo que pasó? La voz de un testigo accidental puede tratar de aclarar la situación. Primero que nada, los que trabajan con Chávez cumplen cada lineamiento del Comandante “llanero” con la misma urgencia. Como si se tratara de vida o muerte. A la semana de la firma de los convenios, ya PDVSA estaba rentando un piso para sus oficinas, buscando personal y ubicación habitacional para sus directores y demás gente determinada para cumplir con esta misión. El Ministro Rafael Ramírez, en medio de su agenda convulsiva alrededor del mundo, visitó dos veces las tierras de Manuela Sáenz para aligerar el procedimiento y hacer de este apoyo solidario a un país hermano y vecino, otra de las tantas victorias energéticas que ya PDVSA ha acumulado. Negociaciones de ida y vuelta hasta horas de la madrugada, Comisión Técnica de PDVSA vs. Comisión Técnica de Petroecuador, Ministro vs. Ministro. Y todos los “peros”, casualmente, venían del “team” ecuatoriano. Una coma de más, un punto de menos. Lo típico, lo de siempre. Pero a la hora de firmar los contratos, ya no eran “peros” sino quejas abiertas. Y la mayoría de ellas tan ilógicas que rayaban en lo ridículo. El lado ecuatoriano echando para atrás unos contratos por supuestas fallas, cuando se trataban de contratos redactados por ellos mismos. El olor a complot se hacía más fuerte, como el de un animal muerto en el sótano de la casa. Hedía a putrefacción.

Supuestamente, el meollo de todo este asunto son las cifras no aclaradas de PDVSA. Pues bien, la explicación es la siguiente. Esta negociación depende, como cualquier otra en materia energética, del precio del barril de petróleo. Para los sabidos y los no sabidos, es una suma de 2 + 2 que el precio del barril depende a su vez de un mercado cambiante, beligerante, compulsivo, que sube o baja si a Bush se le antoja invadir (para lidiar con su aburrimiento) a Irak, o si por el pleito de las armas nucleares se prende de nuevo el conflicto del Medio Oriente o si Chávez hace una marcha multitudinaria y sin precedentes en la Avenida Bolívar de Caracas. Hoy, puede costar 75$ el barril de petróleo, mañana 100$ o pasado mañana 50$. Si PDVSA firma un contrato en el que dice que Ecuador ganará 136 millones de dólares anuales hasta el día en que vuelva Matusalén… ¿Quién le va a pagar el dinero faltante a la industria petrolera ecuatoriana cuando por alguna razón baje el precio del barril? ¿Venezuela? ¿PDVSA? ¿¿¿¿Hugo Chávez????

Venezuela no pretende ganancias, pero mucho menos pérdidas. Una cosa es la cooperación y otra la estupidez. Y Chávez de tonto no tiene ni un pelo. Mucho menos los técnicos de PDVSA y menos aún Rafael Ramírez. Si Petroecuador & Company nos quieren bailar el muñeco, que pena por ellos. Si quisieron forzar la situación para tener el pretexto perfecto de abrir una licitación que claramente será ganada por Colombia o Chile, firma que traerá como resultado inmediato el alegato de estos dos adheridos al TLC para que el Tío Sam le de una nueva oportunidad al Ecuador para entrar en ese infierno, lo consiguieron. Como de costumbre, nosotros los venezolanos, los petroleros, los chavistas, los antiimperialistas, somos los malos de la partida, los mentirosos, los incumplidos. Petroecuador y el Ministerio de Energía y Minas saben bien que lo que piden es imposible, nadie (NADIE) se los va a conceder. Garantizar una ganancia sobre suposiciones que no dependen ni de ti, ni de mí, ni de Chávez, ni de Palacio sino de la geopolítica mundial, de la economía en todos sus ámbitos; es una burla para cualquier negociante, por muy hermanado que quiera estar. Sabiendo esto, lo siguen haciendo, es muy simple, ese es su “pretexto”.

Otro dato curioso, por así decirlo, es que para Petroecuador la eliminación de un intermediario no es suficiente razón para aceptar con brazos abiertos la propuesta “llanera”. La razón es muy simple. Así como el coyoterismo (migración ilegal a altísimos costos y consecuencias mortales) es una red que incluye a diputados y deportistas, la intermediación petrolera es un negocio redondo donde todos reciben su parte. Y si la ganancia es el ahorro por sacar al que sobra, entonces todos los que se quedan dejan de recibir su trocito de ese gran pastel de “petrodólares” que acá tanto le critican a Venezuela, pero que tanto desean para sus propias arcas.

Entonces, de concretarse esta negociación, Ecuador dejaría de pagar 1,25 dólares por cada barril de crudo, que sería el precio que paga a un intermediario, a PDVSA, la cual, a su vez, revenderá a un refinador final o a una empresa de su propia cadena que cumpla ese papel. Con los intermediarios actuales, Ecuador coloca su petróleo en mercados desconocidos, como parte del trato. Y al importar derivados, no sería extraño que estuvieran comprando los derivados de su propio crudo al estarse colocando en mercados anónimos fuera de su control. Con PDVSA, las transacciones se harían en mercados pertenecientes a la red de negociación de PDVSA, lo que le daría autonomía a Petroecuador a la hora de comprar, si es que lo sigue necesitando, derivados para la importación. Por si fuera poco, el Estado ecuatoriano se ahorraría 0,75 dólares por cada barril de combustible que adquiera desde el exterior, lo que ayudaría a la necesidad interna de combustible, la cual actualmente se encuentra a tan altos precios como la gasolina gringa, algo ilógico tratándose de un país petrolero. Si hablamos de 100 mil barriles de crudo diarios, échenle lápiz para sacar las ganancias estimadas anuales. “Estimadas” por razones obvias y anteriormente explicadas.

Ante las dudas, cuestionamientos, críticas y preguntas interminables de la Comisión Técnica ecuatoriana sobre las ganancias monetarias exactas con PDVSA, la delegación venezolana presentó en diversos formatos (todos los solicitados y no solicitados) la cadena de procesamiento en todos sus niveles, de adelante hacia atrás, de arriba hacia abajo, con las ganancias posibles según cada panorama durante cada paso: transporte, refinación, procesamiento, colocación, etc. En todos los idiomas, bajo todas las figuras, con todas las melodías existentes. Algo que PDVSA no acostumbra a hacer cuando negocia. Pero al ser un lineamiento del Presidente Chávez, una meta para la integración ser solidario con el hermano pueblo ecuatoriano, los técnicos de PDVSA complacieron a Petroecuador en todos sus caprichos. Pero el hecho de que Venezuela no quiera perder en este negocio, para Ecuador es una falta de garantía, porque serían ellos los que correrían todos los riesgos ¿Cuáles riesgos? Ellos nos entregan barriles de petróleo y nosotros se los devolvemos en derivados, no hay intermediarios, sería innecesaria la importación ilógica de su mismo material, de su misma fuente natural, y además los ayudaríamos a colocarse en mejores mercados, en los mercados donde transa el cuarto país de mayor exportación petrolera en el mundo. Es como si Goliat montara en sus hombros a David para pisotear a ese monstruo del imperio. Ecuador se fortalecería sin duda alguna. Con un dólar más o un dólar menos, un país petrolero que importa derivados hechos de su propio crudo, saldría de ese atolladero, de ese abismo, de esa locura maquillada de la forma más exagerada por las redes de corrupción, por las mafias políticas y económicas que tienen a este país bajo una maldición sin escapatoria.

Cuando el amigo, el hermano, se vuelve abusivo, deja de estar entrelazado en un mismo sueño. Cuando el hermano, el amigo, no quiere dejarse ayudar, no hay milagro que valga. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Y en este caso, son las autoridades ecuatorianas, seguidos por los medios de comunicación, los que se empeñan en tener la venda clavada en el ceño; mientras el pueblo, siempre el sabio, siempre el aprendido y el autodidacta, el valiente y el luchador, se aparta de tanta mierda para seguir apoyando a Hugo Chávez, su Comandante “llanero”, con un 80 por ciento de popularidad, popularidad en un país a menos de tres meses de sus elecciones presidenciales, elecciones presidenciales cuyos candidatos de mayor aceptación no alcanzan ni el 30 por ciento en las encuestas más recientes. Un pueblo que a uno como venezolano y testigo accidental, lo paran en la calle para decirle: préstenos a Chávez un par de meses, que haga la revolución aquí, y luego se lo devolvemos.

Nosotros, Venezuela, PDVSA, Hugo Chávez y Rafael Ramírez dimos todas las facilidades. Pero como siempre, el nido de víboras encerradas en los bolsillos de los que más ganan y menos vergüenza tienen, no hayan de dónde comer. Y es ahí donde nuestra propuesta deja de convenirles y de convencerles.


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Gipsy Gastello / ARGENPRESS.info


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