¿Quién Gobierna la Educación Venezolana?

En casi todos los países civilizados e interesados en mejorar su cultura, su
nivel de información académica y en preparar técnicos modernos, todos ellos
vigilan con mucho sigilo y respetan el Gasto Educativo y la calidad de su
respuesta. A tal punto que las partidas para los ministerios involucrados
son identificadas como “inversiones”.

Sin embargo, es un hecho consuetudinario que en Venezuela e
independientemente de bonanzas o crisis presupuestarias es donde peor es
tratada la Educación y consecuencialmente así lo es el personal docente.
En este país, aparentemente rico en recursos naturales, estos de poco han
servido para elevar nuestra estima educativa. Todo lo contrario, nos han
envilecido.

Recuerdo cuando al cabo de nuestra primera semana de ingreso a la
Universidad de Carabobo nos reunimos un grupo de condiscípulos e
improvisamos un corro. Uno de nosotros preguntó sobre qué nos animaba a
seguir la carrera emprendida. Es curioso y hasta sistemático: todos,
excepto yo, respondieron que su objetivo era, por ejemplo, ganar buen
dinero, comprarse un vehículo, una buena casa, hacerse rico y demás motivos
crematísticamente iguales. Jactancia aparte, me tocó responder de último y
confesé que jamás me había movido un motivo comercial, que estaba allí
porque deseaba enriquecer al máximo el nivel la enseñanza recibida en mi
bachillerato ya cumplido, y por supuesto para que nadie, absolutamente
nadie, pudiera despreciarme por baja formación académica.

Pero desgraciadamente es así. Es un hecho venezolano que ya casi nadie
asiste a las escuelas ni a los liceos ni a las universidades para
contemplativamente elevar su acervo tecnocientífico. Y esto es así porque
ciertamente, con las raras excepciones del caso, la calidad de la formación
en el sistema nacional venezolano es peor que mediocre.

En paralelo, los sueldos de los docentes son de hambre. Los pocos
incrementos salariales anuales, bienales o cuatrianales que recibe el
docente venezolano responden generalmente a estrategias populistas de
gobernantes inescrupulosos y poco celosos de la educación, y esos
incrementos salariales los usan nuestros gobernantes para congraciarse por
igual con desinformados y con académicos.

Las madres y representantes de los educandos, niños y jóvenes, a estos
envían a los centros de educación a título de guarderías ante el temor de
que sus hijos terminen en malos pasos. También los inscriben para buscar
una licencia, un paso al segundo nivel para que en este halle otra licencia
hacia la universidad donde lo graduarán hasta con 50% de de aprovechamiento
pensumario, y esta barbaridad académica no incomoda a nadie. Todo lo
contrario, para el joven venezolano, para sus ministros y sus docentes,
aprobar con 10/20 es normal, es un derecho estudiantil, y un egresado con
esos mediocres promedios opta a cualquier cargo sin deferencia alguna para
recibir tratos preferenciales o privilegiados frente a alumnos y egresados
con mejores notas.

Como si fuera poco, además del salario de hambre, las prestaciones sociales
de los educadores entran en el mismo saco de la irresponsabilidad fiscal.
Los docentes deben esperar coyunturas electoreras, deben mover sus palancas
y hasta usar las denigrantes operaciones “colchón”.

Como si fuera poco, resulta que las Prestaciones Sociales de los docentes
venezolanos son calculadas para la fecha de la jubilación y desde ese
momento son congeladas y terminan reconociéndoselas con dinero obvia,
política y económicamente devaluado 4 años, 6 años y hasta 10 años después
(si sobrevive). Las recibe en términos del mismo salario de atrás. Esto
contradice la función misma de la educación universitaria, habida cuenta de
que es en el sistema educativo donde supuestamente se prepara a quienes
hacen las leyes. Según estas leyes todo trabajador debe recibir
prestaciones calculadas a base del salario correspondiente al finiquito del
caso. Pero los sindicatos de las universidades nacionales se burlan de esta
legislación, dicen haber cancelado las “prestaciones” mediante anticipos ad
hoc, y se limitan a reconocer como deuda pendiente sólo el monto de los
intereses fideicomisarios, en lugar de asimilar a simples anticipos todos
los abonos realizados y calcular de nuevo el monto de esas prestaciones en
el momento mismo de cancelarles hasta el último bolívar.
Como los Ministros y ex Ministros, los Presidentes, Rectores, docentes y
sindicalistas debieron pasar por esos centros educacionales, nos
preguntamos: ¿quiénes gobiernan la Educación Venezolana?

marmac@cantv.net


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Manuel C. Martínez M.


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