48 años de esa buena idea llamada: Universidad Nacional Abierta

"Con tanta prudencia, se me ha escapado la vida"

Arthur Rimbaud

"Cuando la velocidad de cambio en el exterior supera la velocidad de cambio en el interior el fin está cerca"

Jack Welch

"Cualquier institución que duplica o triplica su tamaño, o que sobreviva tres décadas, tiene que reinventarse a sí misma"

Peter Drucker

"Nunca te entregues ni te apartes junto al camino, nunca digas no puedo más y aquí me quedo"

José A. Goytisolo.

"Lo que nos paraliza no es tanto la ausencia de futuro sino el miedo a los desafíos"

L.A. A.B.

Las cosas no se justifican por el solo hecho de existir. Hay que ver cómo existen y para qué. Una Universidad es una organización. La organización es un sistema y este se mantiene en equilibrio cuando responde con continuas adaptaciones a los cambios que se producen en el entorno y en los otros sistemas que influyen en él.

Al fin y al cabo, el ejercicio de la inteligencia ha demostrado ser siempre la más eficiente estrategia adaptativa, y su cultivo hoy, como siempre, sigue siendo la misión principal de la universidad. Cada organización tiene una meta por la que cobra todo su sentido; de ahí que sea más importante averiguar cuál es su meta, su finalidad, y que sus miembros se esfuercen por alcanzarla, que diseñar un conjunto de reglamentos y normas: el sentido de las actividades viene de sus fines y las reglas sólo pueden fijarse teniendo en cuenta los fines. El fin de las organizaciones es sin duda un fin social, porque toda organización se crea para proporcionar a la sociedad unos bienes, en virtud de los cuales queda legitimada su existencia ante la sociedad. A diferencia de las personas, cuya existencia no necesita legitimación, las organizaciones han de proporcionar unos bienes a la sociedad para ser aceptados por ella. Y, en caso de que no los produzcan, la sociedad tiene derecho a reclamárselos y, por último, a deslegitimarlas. Obviamente, cada organización (universidad, escuela, cuerpo policial, hospital) debe producir los bienes que le son propios y no sustituirlos por los ajenos, porque entonces pierde todo su sentido. Por ejemplo, que los universitarios se dediquen a hacer política en la universidad y el personal sanitario en el hospital, y tengan por más importante la conquista y distribución del poder que la transmisión del saber o la eliminación de la enfermedad y el dolor. Este tipo de desvíos de las distintas actividades es uno de los factores que ha motivado que en estas instituciones no prime ya la "excelencia", no se busque por todos los medios ayudar a quienes mejor cumplen los fines de la organización, sino que en ocasiones sean los más intrigantes quienes ocupen los puestos de responsabilidad.

Proyecto viene de proiesis, de proyectil, arrojar algo para obtener un efecto; proyectarse, verse en el espejo que refleja nuestro resultado. Proyecto como construcción del mundo, para el cual existen algunos antecedentes como la teleonomía, que es el conocimiento de la predicción de mirar más allá y prever un resultado. La condición proyectual es la condición humana esencial, y "No hay destino sin proyecto, y no hay proyecto sin destino" (G.C. Argan).Pero también "vulgarmente" se conserva esa idea de proyecto, y usamos esa expresión en el lenguaje de todos los días para referirnos a algún acto volitivo en que nos reconocemos y nos proyectamos.

La Universidad Nacional Abierta (UNA) es tanto un proceso como un proyecto. Proyecto inacabado, y como tal es siempre una realidad precaria, es decir que está en permanente construcción. No existe ninguna seguridad definitiva de su consumación, puede siempre frustrarse, sin embargo la contingencia de todo proyecto se despliega siempre en los márgenes de una mayor o menor plausibilidad.

Éxitos y fracasos, logros y desaciertos, fuerzas y debilidades han caracterizado el devenir de la UNA en los últimos 48 años. Sería imposible decidir en unas pocas líneas cuáles aspectos han primado, si los positivos o los negativos, pero de lo que sí se puede estar seguro es sobre la conveniencia y necesidad de actuar con nuevos criterios de Gestión y Administración Ética que contribuyan a introducir aquellos cambios que la UNA necesita tan urgentemente para superar escollos, obstáculos, deficiencias y limitaciones y poder convertirla en una Universidad de calidad capaz de aprender y educarse. En fin hacerla sustentable y hacerla valer.

La UNA tiene la obligación, el imperativo propio y social, de ser una organización que aprende. Su misión educativa se lo debe facilitar. Y esta es una responsabilidad ética. Si la UNA es capaz de diseñar e implementar procesos de aprendizaje dirigidos a sus alumnos, debe desarrollar también la capacidad de promover dinámicas organizativas dirigidas al diseño, planificación e implementación de procesos de aprendizaje organizativos. Y esto es posible a partir de la toma de conciencia de sus propios procesos de aprendizajes.

  • ¿En cuánto ha contribuido realmente la UNA al desarrollo del país?

  • ¿Ejerce la UNA un papel protagónico en el diseño de las estrategias políticas y en el desarrollo de las acciones pertinentes para responder adecuadamente a los retos existentes?

  • ¿Está la UNA debidamente preparada para enfrentar los desafíos de la virtualidad y la brecha que producen los avances de las ciencias y de las humanidades y la recomposición económica y política del país?

En la medida que la UNA sea una estructura estructurante, será agente de cambio. Para ello hace falta, aparte de desterrar la neurosis de poder y de transformar los medios en fines, no caer en la rutina. La rutina es la muerte de una organización ¿Cuando aparece la rutina? Cuando no hay grandes objetivos. Y ¿Cuándo no hay grandes objetivos? Cuando se funciona a corto plazo. Una Universidad que practique la rutina, que dude de su misión, va contra del carácter ético de sus miembros, los hace mediocres (no ser ético es ser mediocre).

La Universidad Nacional Abierta (UNA) es una organización/institución educativa, y una institución funciona bien si tiene objetivos a largo plazo, persiguiendo los cuales, la institución crece y es el agente de un cambio, porque también es capaz de trasformar medios en fines.

CODA

Hay una sentencia que dice: "el optimista es el que sostiene que vivimos en el mejor de los mundos posibles; el pesimista es el que se lo cree" Según esto, hay dos tipos de optimistas. El primero admite que éste es el mejor mundo posible: es el "optimista cándido" (Voltaire).El segundo es el optimista no cándido; aquel que mantiene la tesis contraria: "no estamos en el mejor de los mundos posibles, y, por tanto, podemos mejorar". Esta diferencia entre optimistas se explica si se tienen en cuenta dos cosas. En primer lugar, que existir en el mejor de los mundos posibles es incompatible con el ser humano: en el mejor de los mundos posibles, el hombre no tendría absolutamente nada que hacer. Pero el ser humano "normal" es activo. Característica de la actividad del hombre es añadir alguna perfección a lo que existe. Característica del hombre es también mejorar él mismo. Por consiguiente, es absolutamente imposible, es una contradicción que el hombre exista en el mejor de los mundos posibles; por eso, el primer tipo de optimistas es, indiscerniblemente, pesimista. Hay una variante del primer tipo de optimista. Es el que dice: "no estamos aún en el mejor de los mundos posibles; por lo tanto, hay cosas mejorables; si afrontamos en serio la tarea, mejoraremos, pero de tal manera que no podremos empeorar nunca".



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Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

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