Complot en la UNELLEZ

En estas líneas no asumo parcialidad alguna ante los hechos de violencia y terrorismo psicológico a los que nos hemos visto inmersos quienes hacemos vida académica y administrativa en la Universidad Nacional Experimental de Los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora. La misión de la universidad no es algo que este en cuestionamiento, su razón de ser sigue siendo la misma “ … buscar y aplicar el conocimiento avanzando en pro de la formación integral de hombres y mujeres, tomando en consideración sus intereses personales, los intereses de la comunidad local y regional y los intereses de la Nación, de una forma solidaria con la consolidación y equilibrio de los espacios del hombre con la naturaleza, a objeto de contribuir con el desarrollo y transformación de las realidades del país. (Resolución, Nº 2004/057, 29-01-2004, Punto Nº70); y esta misión va acompañada de una visión a largo plazo que todos los miembros de la Unellez debemos considerar como objetivo de vida académica: “Lograr que la Universidad…sea una institución de referencia nacional para el desarrollo sustentable, generadora de reflexiones y conocimientos avanzados que resulten útiles para la integración de la Nación, brindando oportunidades de estudio a las masas sin exclusión de ninguna índole y que contribuya a la consolidación intelectual y espiritual del Pueblo Soberano.” ¿Esto lo estamos cumpliendo? ¿Podemos hablar hoy día de quienes hacemos vida en la Unellez estamos haciendo una labor en pro de buscar y aplicar el conocimiento avanzando para la formación integral de hombres y mujeres, y en hacer de nuestra institución un referente nacional para el desarrollo sustentable? ¿Estamos haciendo la tarea?

Pienso, y no imaginan mis lectores cuánto me cuesta decir cada palabra que leerán, porque con ellas puedo ser cuestionado y hasta “mal interpretado”, porque la ignorancia es libre, al referirme a temas que todos hablan y disertan, pero cuando lo he hecho en el pasado me ha costado “vetos”, “discriminación” y “violación de mis derechos laborales y profesionales”. Pero tengo mucha moral y ética para expresar hoy día que no estamos haciendo la tarea en nuestra universidad. Que estamos inmersos en un búmeran de situaciones nada académicas y que se ha querido asumir banderas ideológicas confundidas con el abuso, el irrespeto y la manipulación de situaciones para influir en matrices de opinión que segreguen la voluntad popular de los estudiantes y personal universitario por llevar a feliz término un proceso de transformación que mejore las condiciones de una universidad que nació con el espíritu de servir al pueblo pero que el manejo equivocado de factores sociales internos, la ha llevado a condiciones ínfimas de competitividad y dialéctica de lo concreto.

Siempre que he escrito sobre el tema universitario lo hago con fundamento y con pasión; tanto por mi vocación como docente como por los valores que inculco en quienes como estudiantes veo en ellos su deseo por lograr mejorar su condición de vida y contribuir con la universidad en la consolidación como referencia de apoyo técnico y especializado para el logro del proyecto de país en el que nos encontramos. Acá no se trata de elevar banderas rojas y negras, ni amarillas ni azules, se trata de cumplir con los objetivos como universidad para poder tener esos criterios de participación y prestigio que tanto profesor elitesco balbucea cuando quiere confrontar, a lo interno, a algún colega. No caeré en asuntos domésticos y bastardos como la envía, como el rebusque mal intencionado de procesos que vicien la posibilidad de que verdaderos académicos entren en nuestra universidad, porque con estos “ojos que leen y escriben” he visto que quienes han actuado así hoy están en el final más triste de sus vidas profesionales. A nadie nos cuesta nada portarnos bien, ser honorables y dignos, no vivir de la trampa y la “mano zurda”. La universidad que en su tiempo planteó el sabio alemán Herbert Marcuse (1898-1979), debe llegar a ser un centro de formación de un hombre que se diferencie del sujeto unidimensional que es víctima de su propia impotencia y de la opresión continua de un método de dominación más complicado de lo que Adorno y Horkheimer llegaron a imaginar; Marcuse nos hablaba de una concepción del poder en la universidad que consideraba que se estaba sub-utilizando, no alcanzándose el bienestar para mejorar el nivel de vida de los obreros, que entonces era la clase más desprotegida; debe desaparecer la universidad orientada a operar para los fines de grupos y subgrupos; debe surgir la universidad que reconozca como válido lo humano por encima de lo económico-administrativo.

Marcurse planteó que la necesidad real de la universidad, sea de izquierda o de derecha, era descubrir la libertad, entendida como el instinto libidinal no sublimado, en términos freudianos, porque la sociedad industrial moderna ha hecho de ese instinto en el hombre su esencia, es necesario reducirlo al ámbito de la bondad y no de la genitalidad, porque el cuerpo mismo del hombre es solamente ansia de libertad y no libertad misma. La desublimación del instinto libidinal y su encasillamiento en su genitalidad, es lo que hace disponer del cuerpo humano para la violencia sin sentido, así como de todas las energías de los hombres para buscar alcanzar objetivos individuales y personalistas. Es por esto, que al ver el “morbo” de los grupos violentos que han mantenido en zozobra las actividades en algunos Vicerectorados de la Unellez, no queda otra que relacionarlos, como lo hizo Marcurse a través de Freud, como parte de sujetos que en vez de idealizar el valor cultural de la universidad, valorizan el corporal y erótico, de una violencia que hace perder cualquier acercamiento al sentido común que mueve la vida académica. Esto significa, colocar en una posición de vitalismo integral, entendiéndolo como una actitud de liberación tanto individual como colectiva, que saca a la luz lo más alejado de cualquier alegato de defensa. Si hay cuestionamiento al funcionamiento de nuestra universidad, empecemos por elevar el discurso escrito y científico, y no hagamos de la egolatría cobarde de la violencia un fin que justifique el complot contra los valores más excelsos que dieron nacimiento a la Unellez cuando en su carta fundacional se dijo que sería una universidad “…pública con el objetivo de formar profesionales de alta calidad; orientada a la realización de la función directora de la educación, la cultura y la ciencia, mediante el cumplimiento de actividades de docencia, investigación y extensión…” Si nos centráramos en cumplir esto, todo cuanto fuera posible sería posible.



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Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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