Por una nueva geopolítica del conocimiento

La Educación: Pivote de la Nueva Geopolítica Nacional e Internacional

La educación resulta un arte, en los tiempos actuales donde la globalización impone a través de sus medios las falsas representaciones y los patrones de consumo en nuestras sociedades, pues el gran desafío de la educación, no es más que el de templar la mente y el corazón, en favor de la reconstrucción de las fibras morales de la mujer y el hombre nuevo, con el propósito de educarlos para crear e inventar las nuevas realidades que nos permitan transitar hacia la plena independencia y soberanía.

En esta perspectiva, y enmarcados en las distintas estrategias que pretenden determinar la transición del capitalismo hacía el socialismo, la educación representa la Gran Estrategia, a poner en marcha, debido a que el acto que brota del arte de enseñar-aprender-enseñar, es la única acción capaz de irradiar mentes y corazones, para despertar las pulsiones creadoras de nuestro pueblo.

En este sentido, la educación se convierte en el pivote de los cambios que requieren nuestras naciones para elevarse a la grandeza, por tal razón, son la mujer y el hombre nuevo, los únicos capaces en el acto de la reconstrucción de sus fibras morales, de abrirle paso a la nueva geopolítica nacional e internacional, que a fin de cuentas garantice la supervivencia del Estado, ante la visión depredadora y egoísta que imponen las realidades del mercado.

Ahora bien, la nueva geopolítica nacional e internacional, impulsan la transformación del Estado en todas sus dimensiones en lo político, económico, social y cultural, es por ello, que estratégicamente las luces, el conocimiento y la investigación, deben mantener la tendencia a expandirse, pues esa es la orientación que en el acto educativo desmonta los valores mercantiles que el sistema tradicional reproduce.

En síntesis, Simón Rodríguez enunciaba que: “la fuerza material está en la masa y la fuerza moral en el movimiento”, en base a esto, podemos agregar que la educación es arte, implica despertar las pulsiones creadoras, y por tanto, representa el acto de templar la mente y el corazón, con la finalidad de fijar principios y valores, que le abran paso a la mujer y el hombre nuevo, que marcan el ritmo y movimiento que contribuye a la sincronización de la dinámica que reclaman los cambios de la nueva geopolítica nacional e internacional.

*Profesor-Instructor-Soldado de las Ideas.


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Alexander Colmenares

Profesor-Instructor-Soldado de las Ideas.

 alexmax001@hotmail.com

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