Recuperación económica, no crecimiento

No estar de acuerdo con quien, "saludablemente", es optimista, no necesariamente denota pesimismo. Hay una escala de fotografías de personalidades, la primera es que se es realista; la otra, científica, y así hay más.

Por ejemplo, respecto de Venezuela, país que se ha visto sometido a sanciones económicas por parte de los agentes conspiradores de siempre, como los EE.UU., la UE y Colombia como animal faldero y fratricida, hay que decir que decir que su economía cayó realmente a niveles cercanos al cero. Sin petróleo teniéndolo, así como sin gasolina, además de alimentos y fármacos. No pudiendo vender casi nada en su momento más crítico debido, por un lado, a la improductividad por razones técnicas y, por el otro, a la imposibilidad de colocar en los mercados lo escasamente producido debido a las restricciones amenazantes de los complotados.

Situación que llevó a activar medidas desde el gobierno nacional, como la atención al pueblo en tiempo de guerra con la figura de los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), y la petición y recepción de ayudas internaciones procedentes de países aliados, como Rusia, Irán, China y Turquía, preponderantemente, siendo los tres primeros países que, geopolíticamente, propulsan un nuevo orden mundial, lógicamente interesados en conquistar espacios frente a las propias narices de los EE.UU.

Luego, si los niveles económicos están o estuvieron en punto rojo, lejos de la regularidad que se tenía antes de 2.016 (cuando se implementaron los CLAP), lo que se está experimentando no es precisamente un crecimiento, sino una recuperación económica, aunque, matemáticamente, crecimiento sea. Se comprende que en el liderazgo político se adopte un discurso y terminología de celebración, pero la realidad es que el país, después de resistir los embates del enemigo, está retomando sus estándares históricos, del mismo modo que un río vuelve su cauce al eliminársele los diques de contención. Por supuesto, el fenómeno no desmerece la celebración. Nadie aspira borrar sonrisas. La venezolanidad ama la patria.

Crecimiento sería si se tuviese ahora mismo niveles por encima de la situación económica previa a la implementación de las conspirativas sanciones. Y, para ser más específicos, hay que decir que, mayormente, lo que ha habido es una reposición de roles, espacios y funcionalidades. Por ejemplo, se ha retomado el campo y la producción a expensas de un esfuerzo grande del Ejecutivo Nacional, a quien históricamente habrá que reconocérsele su esfuerzo heroico en materia alimentaria y social. Dígase con justicia, en cambio, que el aspecto técnico de la industria petrolera sí que ha experimentado un crecimiento con respecto al pasado, por pequeño que sea. El país sabe que tiene que producir su petróleo y refinarlo endógenamente, y de hecho lo hace con sus propias manos y ayuda de nuevos aliados.

Es claro que lejos está de las cifras enormes del pasado, cuando se producía petróleo bajo el padrinaje técnico gringo (el clisé del millón de barriles diarios), padrinaje responsable y fabricante de las tuercas, tornillos, alicates y maquinarias de producción de la industria petrolera venezolana, situación que, por cierto, aprovechó el gobierno de los EE.UU. para quebrar la economía con su chantaje sancionatorio. Pero si el país produce en materia petrolera una cifra pingüe, de modo autónomo y soberano, es claro que realiza un ejercicio de libertad y autodeterminación, por pingüe que sea.

Tal es la salvedad sincera y feliz en medio de la actitud de excesivo optimismo, esa que reza en boca de funcionarios que la economía crecerá en dos dígitos. La generalidad es que en otros aspectos se vuelve a lo que se tenía (recuperación, y no en la globalidad de los aspectos), sin certificación de novedades más allá de lo síquico nacionalista, lo cual no es deleznable, justo es decir. Lo médico, la investigación científica, lo académico, la producción alimentaria, la minería, la seguridad y la educación, entre otros planos, son retos para un plazo breve en la Venezuela puesta de cara a la autodeterminación vital.



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Oscar J. Camero

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

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