En este mes de diciembre huele a hallacas y nada más

Cómo quisiera decirte como dice la canción de los Ángeles Negros, a cambio yo cómo quisiera ver y probar hasta comerme una, una hallaquita, no importa que esté desabrida, que no sea caraqueña, que no tenga en su buche almendras, o que esté mal amarrada, o que esté envuelta con hojas de cambur que, en vez de cochino sea de marrano blanco patas negras con el guiso bien sazonado que, no me importa que no sea de maíz amarillo y sea de harina blanca de la que viene en la bolsa clap de comida cuando viene, pero por más que sume con la vista las dos pensiones que cobro, no me atrevo -incauto como soy- a pensar comprar si pudiera actualmente los ingredientes para hacer aunque sean cuatro de tal modo, de comerme una el 24, otra el 25 y, las otras dos el 31 una, y la restante el primero de enero en la mañana con café, feliz y contento y lúcido con mis tripas ganosas con año nuevo y, venga ese abrazo de hermano soñaría, aunque siga reventado sin poder estrenar un interior siquiera para cubrir mi vergüenza de viejo, ni saborear un pedazo de pan de jamón, ni tocarlo siquiera. ¿Quién imaginó el ir de mal en peor -quién? Si la bonanza daba para todo y, quién se preocupaba por ser alcalde o gobernador y en Barinas mucho menos, pero sí los adecos cogían y dejaban coger que, hasta eso cómo qué se perdió.

Vainas de la vida, lo que antes sobraba con exquisiteces y demás apetencias perdidas en el espacio que nos dejaron y sin dólares siquiera para eructar con ganas y, más nosotros como puerto libre que dame tres en vez de dos que no importa que el bolsillo aguanta o, sino la tarjeta de crédito y quiero un 12 años de marca que con el Buchanans le cantaba a la luna sin ver el cielo y, para qué cobrar la pensión si eso era para pobres y sírveme el otro y qué hay de pasapalos: no, no me vengan con caviar que en Rusia los comí con huevo sancochado por primera vez y no es igual a nuestro caviar que no es del esturión, sino de la lisa mis huevas de lisas bien quemada por el sol margariteño o cumanés y el Dom perignon ponlo a enfriar para mañana y coge para allá que para allá vamos, no sabiendo que los gringos no tenían en caldo de ciempiés y, nuestras hallacas se quedaron al sol de la imaginación sin sabor.

En aquellos tiempos con la inversión de real y medio se podía tener una lora con su lorito, una chiva con su chivito, una gata con su gatito, una burra con su burrito que bastante hay, una pata con su patito y siempre quedaba el real y medio para seguir gastando y, llegaron los gringos con su guerra económica y acabaron con todo y la gente comenzó a coger por otros caminos qué en Venezuela ni de vaina decían, que por allá se vive mejor que coge tú para allá que yo cojo para acá y, los gringos muertos de risa y, hallacas este año yo te aviso y menos mal que el pernil se perdió que todos los años no los metían en la bolsa y no llegaban y al vivo sí hasta que, finalmente acabaron con nuestras hallaquitas que bien flaquitas y lánguidas de sabores quedaron pues lo poco no alcanza y los aguinaldos -cuáles aguinaldos- y hasta el vino Marsala se lo tragaron y, las aceitunas y las alcaparras y las pasitas por allí andan, pero bien pretenciosas como extranjeras que, se ven y se ven, pero en la bolsa no vinieron, pero claro que hallacas habrá, y quién no, pero nosotros no y no. Otro año será y que así sea si aguantamos de susto en susto y sin aumento y la canasta en las nubes y quién la baja, ni san Pedro ni san Lucas, pero seguimos soñando y Guaidó también que mientras Maduro sea "dictador" él será presidente encargado y hasta bollos comerá este año bien ganado.

Entonces, denme mi alegría aunque sea un ratico que coma o no hallacas si el vecino me da que está peor que yo, que más le puedo pedir sino su amistad y a Maduro que vea para abajo que pobre hay que jode en el país y ganas de vivir mucha y el traguito de ron que ese no debe faltar, aunque sea para hablar pendejadas esperando al nuevo porque el viejo seguro se va.

Cuál es la mejor hallaca, la que no nos comemos, porque queda para el año que viene y muchos pensarían que la de su mamá que ni eso, también se perdió se fue con la guerra económica y, que mejor recuerdo que recordar es vivir,y pensar que muchos años atrás comimos hallacas por demás y, además todavía quedan días que contar que nunca se sabe...¿Y quién sabe?



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Esteban Rojas


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