Indexación o muerte de la economía nacional

Es pertinente recordar –siempre que se hable de la economía venezolana y para no pecar de desconocimiento- las palabras de Richard Black, Senador Republicano por el Estado de Virginia, quien no pudo describir mejor la realidad venezolana: «Hemos desmonetizado su moneda y, a través del sistema bancario internacional, hicimos que la moneda venezolana careciera de valor y luego vamos y decimos: ‘Miren lo malo que es este Gobierno, su moneda no vale nada’. Bueno, no fueron ellos, fuimos nosotros quienes hicimos inútil su moneda», (Sputnik, Dic. 2019). Y añadió: «Que EEUU mantiene un bloqueo a las exportaciones venezolanas de petróleo para luego decir: "mira, no pueden alimentar a su gente"». También, como lo ha afirmado una y mil veces, la Dra. Pascualina Curcio Curcio, «Desde el 2013, han manipulado 3.600 millones por ciento el valor del bolívar…» (Alba Ciudad, 05-02-2019), siendo ésta la causa determinante que utiliza el imperialismo (EEUU-Unión Europea) para distorsionar - destruir la economía venezolana. En la actualidad, la República democrática del Líbano es objeto de una política de guerra económica y cambio de régimen similar, que ha causado la pérdida de valor de cambio del 85 por ciento de la moneda nacional: la Libra libanesa con relación al dólar, pulverizando los ingresos del pueblo libanés quien lleva días manifestándose en las calles contra esa política, inducida por el imperialismo desde el exterior. La inflación inducida, como parte de la guerra económica imperialista contra Venezuela y los pueblos que no se someten a sus directrices, es la principal causa de la pulverización de los ingresos de los trabajadores y trabajadoras, pensionados y pensionadas, del pueblo todo. No es causada por la cantidad de dinero que circula en la economía -como intentan convencernos los seguidores de la teoría Monetarista- sino que obedece a la manipulación por un agente externo (Dólar Today en Venezuela, Dólar Blue en Argentina) del tipo de cambio, y eso lo tienen suficientemente claro los agentes económicos internos. Tan claro, que los sectores del comercio nacional se han refugiado en el propio dólar estadounidense como reserva de valor y agente de pago para comercializar sus mercaderías y resguardar sus negocios, tal como lo explicamos en artículo previo (2020: el año de la falsa dolarización). Y ello, pueden hacerlo -esos sectores- porque sencillamente tienen la capacidad de hacerlo y sus ingresos, no dependen de un tercero sino de su propio peculio. No ocurre así, en el caso de los poseedores de esa mercancía particular llamada: Trabajo, que va a depender de su aporte a la producción de la empresa, a su productividad y será más elevado mientras más capital tenga la empresa. La productividad, está asociada a las inversiones del capitalista o del propio Estado, con autonomía e independencia de que esas inversiones, sin trabajo humano, no tienen posibilidad de producción.

Decía, el Ché: «El desarrollo económico es nada más que el medio para lograr el fin, que es la dignificación del hombre. (APLAUSOS) Pero para lograr ese fin, hay que producir, porque si se empieza a hacer las casas antes de construir las fábricas de cemento, va a haber un momento en que no va a haber riquezas para que esas casas puedan siquiera ser habitadas, no va a haber trabajo para el hombre que la habite, no va a haber ninguna garantía de que la familia de ese hombre, al que se le ha dado una casa, pueda comer todos los días gracias al trabajo de sus miembros. Por eso hay que empezar por el principio, que es el aumento de los medios de producción. No quiere decir esto que ahora, o que en Cuba -para dar un ejemplo específico- vayamos a dedicarnos única y exclusivamente a construir fábricas, a hacer con más rapidez cada día las 205 fábricas que están planeadas hasta estos momentos, a ponerlas a producir solamente y que nos vamos a olvidar de los deberes que tenemos para con nuestro pueblo. Eso también sería absurdo…» (Tomado de EL POPULAR del lunes 21 de agosto de 1961, pp. 2 y 6. Subtítulos de la redacción del diario). Esta cita del Ché, ejemplo de un pensamiento dialéctico, es propicia para aclarar una conseja que han colocado en la palestra los seguidores de Milton Friedman, que recomiendan como condición sine qua non para considerar elevar los salarios, el aumento de la producción, elevar la productividad. Esa manera de encauzar el problema, nos conduce a considerar la rigidez del pensamiento de los monetaristas: «si se eleva la masa monetaria sube la inflación», por ende, una política monetarista antiinflacionaria procurará desacelerar el crecimiento de los agregados monetarios, tasas de interés o una contracción general de la liquidez del sistema económico. Un estudio de la Oficina Presupuestaria del Congreso de EEUU en 1981, evaluó los efectos de tal política, concluyendo que una reducción del 01 por ciento del PNB comportaba un mayor endeudamiento del presupuesto federal en 08 mil millones de dólares, una reducción de la tasa de inflación en un 01 por ciento contraía los ingresos del Estado y empeoraba las cuentas de las administraciones públicas estadounidenses entre 19 mil y 20 mil millones de dólares, respectivamente. Asimismo, el informe llega a la conclusión de que la reducción de la tasa de inflación en un 01 por ciento, contrae los ingresos del Estado y empeora el saldo del presupuesto en 4 mil millones de dólares. En síntesis, del estudio que comentamos se deduce que la aplicación de una política económica recesiva en tiempos de Ronald Reagan, orientada prioritariamente a combatir la inflación, termina por empeorar el déficit presupuestario en 33.000 millones de dólares por cada punto porcentual de victoria contra la inflación, y esa cifra -conviene recordarlo- constituye más del 50 por ciento del déficit federal de 1981. La supuesta solución, engendraba más problemas que soluciones; no obstante, la terquedad se imponía, lo que llevó al premio Nobel, Lawrence Klein, a considerar al Monetarismo como «una ideología disfrazada de teoría», siendo sus enunciados más un sistema de criterios para la acción que un conjunto de proposiciones científicas sujetas a falsedad por el tribunal de los hechos. Por ello, no son tolerantes –los monetaristas- con las discrepancias, son arrogantes y se creen poseedores de la verdad y se resisten al cambio pese a que el mundo está en constante cambio. El psicólogo, Walter Riso, los define de la siguiente manera: «Son mentes dogmáticas que se niegan a revisar sus creencias, a dudar de sus principios y rechazan cualquier información. Son personas serias y amargadas, a quienes no les gusta la lúdica. Por otro lado, son normativas y conformistas: se apegan a la tradición y al pasado y por eso están condenadas a repetir» (El poder del pensamiento flexible, W. Riso). Para Riso, las mentes rígidas o cuadradas, son un problema –cuidado y no, el problema. Su manera de procesar los asuntos es cuadrada y los círculos, rectángulos u otras formas geométricas, no tienen cabida en su manera de apreciar los procesos y adaptarse a la realidad. Son anti dialécticos por naturaleza. Toda posibilidad de elevar los Salarios, tiene como condicionante el incremento de la producción, enuncia el monetarista.

El «Informe Mundial sobre Salarios 2018/19», de la Organización Mundial del Trabajo, demuestra que la productividad laboral ha aumentado más rápidamente que los salarios reales promedio, a partir de los datos obtenidos de 52 países de ingresos altos en el período 1999-2017. Es falso, que mayor producción-productividad implique mayores salarios. Más aún, en los Estados Unidos, los salarios semanales promedios, ajustados por inflación, se han mantenido –virtualmente- constantes desde 1980 a la actualidad, pese a que la productividad laboral creciera de manera sostenida. En contraste, las ganancias corporativas se han triplicado en ese período. Lo que coloca en entredicho, la conseja monetarista de producir más para obtener mayores salarios. Es un condicionante, que pudiera servir para el sector privado pero qué pasa en un sector público que solo produce servicios, no objeto de especulación porque sencillamente su finalidad no es obtener grandes tasas de ganancias sino satisfacer la exigencia de mayor calidad de vida, mejor educación, más salud, en fin, mayor felicidad de toda la ciudadanía. Objetivo, que no sería posible de alcanzar si se priorizara el mayor beneficio para el Estado, como suministrador de servicios públicos. Se imaginan un instante, si al Presidente Nicolás Maduro, se le ocurriera dolarizar toda la economía nacional, cobrar todos los servicios del Estado en dólares a precios –obviamente- de mercado. Dudamos, que los comerciantes obtengan tasas de ganancias y reproducción del capital invertido tan altas como lo están obteniendo ahora, a costa de la mayoría de la población. Es el caso de Ecuador, país según con el segundo salario mínimo más alto de la región pero a la vez, uno de los países más pobres de la región; con altos niveles de desigualdad y exclusión producto de procesos históricos en los que una importante parte de la población ha sufrido y sigue sufriendo, limitaciones al desarrollo de sus capacidades y oportunidades. En 2017, la pobreza estructural se ubicó en 23,1 por ciento y la extrema en 8,4 por ciento. Estudios recientes de la CEPAL, señalan al Ecuador como uno de los países en los que va aumentar más la desigualdad y la pobreza, con un Coeficiente de Gini cercano a 0,53 y retornando a los niveles cercanos a los del 2007. Compare ese coeficiente con el de Venezuela, un país sometido al bloqueo financiero-comercial de EEUU-Europa, con recursos externos secuestrados y restringidos por dicho bloqueo. País petrolero al igual que Ecuador, que pese a toda la agresión de EEUU y Europa, cuenta con un Gini para el año 2020 de 0,37 lo que coloca a Venezuela en el segundo país de la región más igualitaria del continente.

Para el monetarista, un incremento de la liquidez monetaria es lo que empuja al alza el dólar y con ello a los precios, valga decir a la inflación. Dólar Today, deja de existir y el tercer actor: el imperialismo (EEUU-Europa), el fundamental de la guerra económica, desaparece de escena y el culpable de todo lo malo es el Gobierno Bolivariano. Su solución predilecta, es reducir «gasto público» o achicamiento del Estado de Bienestar y que los privados, cubran la parte que deja libre el Estado mediante privatizaciones. Pues, se equivocan los monetaristas en su diagnóstico del problema económico venezolano. Así, como se equivocaron también los monetaristas de la derecha, quienes plantearon como solución formalizar la dolarización: «La "dolarización del salario", entendida como la indexación o ajuste del salario de acuerdo al alza del tipo de cambio, sería factible y necesaria. Por ejemplo, si el tipo de cambio aumenta en 20%, el salario se subiría en un 20% correlativo.», sugería el economista Manuel Sutherland. Una propuesta propia del masoquista quien cree que en el dólar puede resolver los problemas monetarios de Venezuela, cuando la raíz de los problemas tienen su asidero es allí, en la manipulación del dólar. Pero, nos da luces sobre la resolución del problema que tiene de cabeza a los venezolanos y venezolanas, asomando un concepto que es harto conocido por nuestro Sistema de Justicia: la corrección monetaria o dicho en otros términos: la indexación del salario o las pensiones, en concordancia con la variación del tipo de cambio que es el factor fundamental incidente en la inflación venezolana. Tony Boza y Juan Carlos Valdez, han avanzado en una propuesta bien concreta y que el diputado Tony Boza ha llamado: «Indexar los Salarios – Propuesta del diputado Tony Boza, 23-12-2020».

En concreto, qué proponen Boza & Valdez: «Anclar el salario al Petro, en los términos planteados por el presidente Nicolás Maduro Moros el 20 de agosto de 2018, comenzando con un (1) Petro como salario mínimo a todos los y las funcionarias de la administración pública y también a todos los pensionados y pensionadas, con un anclaje que funcione como un mecanismo de indexación automático en tiempo real…». Siempre, hemos estimado, que el Petro es un arma no convencional y extraordinaria que pulveriza a Dólar Today y revierte sus efectos perversos y criminales, ya que permite indexar –automáticamente- 50 veces más, al Petro con relación al dólar. El Petro, significa independencia y soberanía monetaria, al representar una moneda digital no objeto de bloqueos ni sanciones imperialistas pese a ser «sancionada» por la Administración Trump, quien la ha prohibido, mediante una Orden Ejecutiva, su uso para el comercio internacional con otras naciones del orbe. Juan Carlos Valdez, refiere que la distorsión del tipo de cambio entre el dólar y el Bolívar: «se neutraliza… no es posible aplicársela al Petro, ya que el Petro tiene un cambio fijo con el dólar; pero nosotros tenemos control del Petro pero no del dólar» (La indexación salarial: una propuesta de ganar-ganar, Juan Carlos Valdez, Ensartaos.com, 18-01-2021). El FMI, es reacio a cualquier tentativa que promueva la indexación ya que según sus técnicos: «Esto puede tener efectos de retroalimentación sobre la inflación y sus expectativas» (http://www.cncs.com.uy/el-fmi-ve-que-indexacion-salarial-retroalimenta-suba-de-precios/). Esta propuesta de indexar los salarios de los trabajadores y trabajadores, ya se ha puesto a prueba en el nuevo contrato colectivo de PDVSA con sus trabajadores y trabajadoras y en el caso del Metro de Caracas, cuyo contrato colectivo ya está negociándose. El Petro, insurge como un mecanismo liberador del factor Trabajo y, a la vez, como un mecanismo de revolución monetaria, como una moneda digital liberadora del Bolívar de su dependencia del dólar imperialista, que poco o nada podrá incidir en la determinación de su valor de cambio pues como acertadamente señala Valdez, se trata de una moneda soberana sobre la cual el país mantiene completa gobernanza.

«La disparidad entre los sueños y la realidad no produce daño alguno, siempre que el soñador crea seriamente en un sueño, se fije atentamente en la vida, compare sus observaciones con sus castillos en el aire y, en general, trabaje a conciencia por que se cumplan sus fantasías. Cuando existe algún contacto entre los sueños y la vida, todo va bien.» señalaba, el joven V.I. Lenin en: «¿Qué Hacer?», una de sus obras fundamentales, demostrándose que la anticipación, la esperanza y los sueños no son simples categorías del materialismo histórico sino categorías de la realidad política revolucionaria. Después de haber perdido su carácter revolucionario, la burguesía, definió la política como el arte de lo posible. Esto, va sin dudas más allá del ciudadano o ciudadana de mente estrecha o pensamiento cuadrado, el monetarista, que por su conservadurismo social teme todo cambio importante y desea limitar la política a pasos pequeños y sin importancia. El marxismo, nos enseña que la política es el arte de ensanchar al máximo los límites de lo posible en beneficio de los intereses de los trabajadores y trabajadoras, del pueblo todo.

Si la unidad nacional, aún más allá, la unidad de los pueblos de la América se mantiene como debe mantenerse, firme y decisivamente, en la misión de poder derrotar el bloqueo y sus medidas coercitivas unilaterales, reforzadas ahora por Biden quien ha recibido el testigo de manos de Trump y ha suscrito por un año más, la condición de Venezuela como «una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de los EEUU», como muestra de continuidad de las políticas criminales de Barack Obama y Donald Trump, que tan solo procuran coadyuvar en nuestro exterminio como raza cósmica trascendente, en un mundo cambiante que observa impávido los tiempos de decadencia y fin de la hegemonía del imperialismo estadounidense. Y la Ley Antibloqueo para el Desarrollo Nacional y la Garantía de los Derechos Humanos, sigue evidenciando, como está evidenciando, que es factible baipasear el bloqueo imperialista de EEUU y Europa, tanto como existe un universo fuera de esos bloques de poder y es con ellos, que Venezuela va iniciar su recuperación y reseteo económico, entonces, nada ni nadie puede seguir limitando el pensamiento revolucionario del Gobierno Bolivariano intentando sesgarlo en la rigidez del pensamiento cuadrado que no conduce sino al despeñadero de la muerte de la economía venezolana, objetivo del imperialismo. ¡Inventamos o erramos! Es hora de atreverse a realizar lo impensable, sin cortapisas ni excusas monetaristas. El Petro debe ser una realidad del presente del pueblo venezolano, tanto como ya lo son hoy las criptomonedas!.



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Henry Escalante


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