Del reivindicacionismo, demagogia y migajas a una economía política en Venezuela

En la República Bolivariana de Venezuela la mayoría de los ciudadanos tendemos a ser ignorantes y estúpidos en materia de economía política, sencilla y llanamente, porque el Estado burgués se ha encargado de administrar muy bien nuestra ignorancia aprendida y porque a quienes les ha correspondido quitar ese velo de ignorancia, pues también son unos ignorantes supinos o ilustrados.

Prueba de lo anterior afirmado está en que en el pensum de materias del bachillerato la tendencia en la IV República fue a formar para el servilismo, el ser poquita cosa o simplemente, formaban para ser mano de obra escasamente calificada, en donde la llamada Educación Para el Trabajo (EPT) o las escuelas Técnicas Industriales (ETI) fueron mostradas como el gran logro educativo, castrando potenciales inteligencias. Y en la llamada Quinta República no nos hemos quedado atrás en esta tara formativa, a nivel de Educación Básica, Media y Diversificada, además de la universitaria. La educación formal sigue siendo reproductora de la ignorancia aprendida, como fábrica de viejos imbéciles y jóvenes estúpidos.

Por lo antes expuesto, se explica que en un país petrolero por excelencia y rico en oro, coltán, diamantes, hierro, entre tantos recursos, no exista una asignatura en bachillerato, ni en la universidad, que enseñe Economía Política, Petróleo y Riquezas Minerales y Energéticas. Pero, no podemos negar que la exaltación y endiosamiento de un atleta es lo que permite que a un deportista por ganar alguna presea, se le regalen apartamentos, carros, dólares, etc., mientras que a un aplicado estudiante la miserable beca que le otorguen después de un calvario de diligencias, no le cubre el gasto de papel o fotocopia de recaudos para la beca que aspire en algún liceo o universidad pública.

Los resultados de tan impúdica ignorancia se notan en los jóvenes, adultos y viejos, en cómo interpretan las relaciones sociales de producción "capitalistas", sí, capitalistas, porque con proclamarnos socialistas no lo estamos construyendo y en Venezuela las relaciones sociales de producción son eminentemente capitalistas, porque deseos no preñan.

Es por ello que las luchas sociales en la IV y en la V República han sido reivindicacionistas, sin la comprensión acerca de cómo opera la economía capitalista, la globalización, el nacionalismo económico (más allá de lo panfletario) y, si tenemos un poquito de cacumen, pudiéramos establecer las bases sólidas que apunten a una construcción gradual del socialismo real.

Ese reivindicacionismo con canto vocinglero, ha permitido que muchos labren una carrera política, al ser confundidos como revolucionarios, defensores de las causas justas y socialistas. Sobre todo, ha contribuido a que los venezolanos contemos con una economía del desorden y del caos, siempre condenada al fracaso, desde la economía familiar, local y regional, hasta una macroeconomía nacional y global, pese a tanta riqueza, en un pastiche de corrupción, desorden, planes y planes de gobierno, planificaciones estériles y mentirosas, correteos de débitos y el desgaste de una clase trabajadora condenada a la pobreza eternizada, gracias al reivindicacionismo, la demagogia de quienes pretenden definir la política económica y de quienes se muestran como los defensores de sus intereses desde el reivindicacionismo ramplón y las migajas lanzadas para que sobrevivamos y saciemos un poco nuestra sed de todo para seguir teniendo nada.

Hoy, cuando nos encontramos entrampados en lo económico y basados en la ignorancia aprendida que nos conducen al reivindicacionismo, desconocemos que en términos de la economía política, entendida como el estudio de las articulaciones y dimensiones entre la economía como principal determinación de la macroestructura del Estado respecto de la superestructura (instituciones, normas y leyes) y las fuerzas sociales que fuerzan en ella, hemos vuelto a apelar, cual dirigente sindical cuartorrepublicano, al reivindicacionismo, al inmediatismo, al clientelismo, a la demagogia, a la usura, sin pensar, ni comprender las fuerzas y tensiones que pujan para destrozar la economía, mientras la clase trabajadora, en su mayoría aturdida de tanta ignorancia aprendida, de la irracionalidad en medio de inmensas necesidades insatisfechas, apela, cual circo romano, a echar mano y refugiarse en las palabras que como bálsamo le repitan lo mismo que todos sabemos, la necesidad, mientras desechan la verdad, por ser tan dolorosa.

En una economía desbaratada, como la venezolana, en donde se impuso por la vía de los hechos el dominio real, como valor de uso y de cambio, del U.S Dollar ($) por encima del destrozado signo monetario criollo, el Bolívar (Bs), con la moneda extranjera imperial que a su vez, sirve de marcador paralelo de la economía real a la que se subordinaron por la vía de los hechos los ciudadanos venezolanos, tirios y troyanos, comerciantes especuladores y pasivos consumidores todos, además del Banco Central de Venezuela (BCV) y funcionarios gubernamentales atrevidos e incultos que siendo socialistas de palabra, creen fervientemente en la conseja de que "existen leyes naturales del mercado" y que "el mercado se autorregula", sostener, ahora, ingenuamente, que el sueldo del trabajador no vale nada o no alcanza para nada, es como llover sobre mojado. Es como subir pa´rriba.

Dicho de otra manera: es cierto que el sueldo de ningún trabajador alcanza para absolutamente nada, porque no tiene valor alguno. Eso lo saben hasta las piedras. Pero sostener que urge un aumento salarial, que es otra perogrullada, sin detenerse en presentar la fórmula -no acerca de dónde se pueden sacar esos recursos o si a unos se les está dando lo que al Pueblo corresponde- que tajantemente corte con la espiral hiperinflacionaria especulativa que es donde está el fondo del problema, porque hasta donde yo recuerdo, en el pasado reciente, cada vez que al Presidente de la República se le ha ocurrido anunciar un aumento salarial, poco o sustancioso, han llovido las mentadas de madre hacia su persona, porque eso ha significado que desde el mismo momento del anuncio de aumento salarial, paradójicamente, la economía familiar e individual se ha miserabilizado aún más, porque otros agentes reales de la economía, es decir, quienes controlan los medios de producción, nacionales y extranjeros, junto con la banca y los tenedores del capital financiero, han hecho el desmadre de aumento de precios de alimentos, bienes y servicios, amén de disparar el valor del Dólar frente al Bolívar. Y a estos agentes controladores de los medios y modos de producción se les ha tratado con guantes de seda, mientras la demagogia se arropa en el manto reivindicacionista de que hay que aumentar el sueldo, lo que termina haciendo aún más ricos a los ricos. No perdamos de vista que la crisis económica nacional ha generado una nueva clase media y la burguesía ha recibido en su seno a neorricos, beneficiarios de la demagogia y el negocio de las migajas que se desprenden del reivindicacionismo.

Por estos días, hemos asistido a debates estériles reivindicacionistas, en donde se ha denostado del mensajero de lo contrario y se le ha vituperado, porque alerta sobre el gran negocio que implica para los ricos un aumento salarial para los trabajadores, soltado entre pan y circo, sin frenar la espiral especulativa hiperinflacionaria y sin una articulación entre todas las políticas del Estado. ¡Qué buena vaina en este país! Que al que dice la verdad lo señalan, le escupen en la cara, lo insultan los propios y extraños y lo tildan de pedante, por decir lo menos, aferrados en nuestra ignorancia y desespero. Toda migaja, aumento salarial aislado, bono o sustituto, para lo único que sirven es para alargar una muerte lenta, que no resuelven lo fundamental. Necesitamos una economía sana y estable.

Podríamos ser un poco más serenos, más audaces y mejor articulados, para que los trabajadores no seamos los que paguemos con hambre y miseria, las desacertadas medidas, producto de la demagogia, el reivindicacionismo y las migajas que en nada nos emancipan.

Pudiéramos empezar todos por babelizar la economía monetario financiera, es decir, que se inyecten euros, yuanes, rublos, etc., no a la banca privada y pública, ni a los empresarios, sino directamente a los trabajadores. Hubo una inyección que fue a parar a manos de empresarios, banqueros y los ricos de siempre, éstos pasaron los euros a Colombia y allí legalmente los cambiaron en dólares que regresaron a la espiral especulativa en Venezuela. Si los euros hubiesen ido a manos de trabajadores, ninguna página paralela hubiese podido devaluarlos, por ejemplo, al Euro frente al Dólar, porque eso hubiese afectado a la Unión Europea y no lo hubiesen permitido, sobre todo, las hienas imperiales se hubiesen sentido afectadas. Pero esta babelización no ha ocurrido porque hay funcionarios que están trabajando para el gobierno estadounidense y para sus negocios particularísimos.

Y respecto del petróleo venezolano, es tiempo de re evaluar qué sentido tiene seguir en el seno de la OPEP. Si hay países domeñados por USA y que se niegan a recibir nuestro crudo y este cártel petrolero no puede hacer nada al respecto, pues entonces, salirnos del cártel de la OPEP y jugar rudo y duro con nuestro comercio petrolero es válido y necesario en estos tiempos.

También, tenemos el Petro como Criptomoneda, cuyo Superintendente de la Sunacrip no le da la putísima gana de hacerlo viable y de darle usabilidad a este criptoactivo, como tampoco se ha anclado el Petro al Bolívar o el Bolívar al Petro, si es que se quiere proteger nuestro signo monetario. Para nadie es un secreto que quienes tenemos Petros o fracciones de Petro, no podemos usarlos porque tienen restricciones y no es usable en casi ninguna parte, ni siquiera en las estaciones de gasolina, aunque le caigan a cuento al Presidente Nicolás Maduro y lo pongan a reproducir mentiras sin él saberlo. Y, lo peor, un criptoactivo como Bitcoin y Dash que hoy alcanzan altos índices de valor, que nacieron sin apoyo gubernamental de nada, son los criptoactivos privilegiados en transacciones venezolanas, tanto por la banca privada como por empresas y comercios, gracias a su versatilidad y usabilidad.

En fin, la economía venezolana requiere que nos pongamos serios y aprendamos un poquito de economía política, mientras todo el equipo económico se articule y cada uno aprenda para quiénes están trabajando y el por qué, mientras nosotros, los de a pie, entendamos que no se trata únicamente de que "nos aumenten ahorita el sueldo". Cambio mi miserable sueldo, por un poquito de coherencia y cohesión en economía política.



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Luis Alexander Pino Araque


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