Nada de lo que haga o deje de hacer el presidente de Estados Unidos de Norteamérica (EEUU), Donal Trump, debería sorprendernos, ni a propios, ni a extraños. Todo lo contrario, él siempre ha sido el mismo sujeto extravagante, hacedor de riquezas milmillonarias a costa de negocios turbios, del dumping, la prevaricación, el porno, desmembramiento de empresas y capitales, juego con capitales golondrina, especulación financiera sin productividad, tráfico de información privilegiada, engaño (bluf) y trampeo con activos y pasivos como garantías en diversas hipotecas y paremos de contar la madeja de actos de corrupción y delitos financieros, mientras el hombre del momento se barniza de honorabilidad y prestigio, por encima de todas las leyes económicas y morales, encumbrándolo como un personaje -aparentemente- único, al que sus cuitas con Stormy Daniels son vistas o dibujadas como propias del macho corifeo o ideal del sátiro que muchos estadounidenses quisieran ser, al igual que el patán que hace desaires a su esposa, Melania, el militante miembro del Ku-kux-klan, ergo, racista empedernido, desde que siendo niño, aprendió de su papa a matar negros y de su abuelo, el oficio de proxeneta.
La impunidad que da el dinero en EEUU, también ayudó a consolidar el monstruo que hoy gobierna por segunda vez dicha nación, cuyo cretinismo imperial lo tiene convencido (a falta de quien le de un parao y lo ponga en su sitio), de que con él se está estrenando una nueva geopolítica mundial, cuando en verdad no son más que viejas prácticas mañosas, atenidas a la complicidad desde otros centros del poder, con sumisión y miedo, ante quien promete ir más lejos en la vieja política ladina del imperio estadounidense, que con mejores modales practicaron sus antecesores, "el inepto" (Donald Trump dixit) Joe Biden y el endorracista Barack Obama, mientras que Donald Trump no hace sino repetirlas y profundizarlas, porque él no pasa de ser otro bufón gritón, maleducado y con ínfulas, que responde a la vieja práctica del gigante de siete leguas frente al resto del mundo.
Toda vez que regresó a la Casa Blanca, Donald Trump, con la excusa del rescate de "la grandeza estadounidense", se ha percatado de la urgente necesidad de salir del "default" en el que está el gobierno estadounidense, al no tener capacidad de cumplir con sus acreedores internos en EEUU (deuda interna) y deuda externa, cuyo principal acreedor es, nada más y nada menos, que China.
Ese falso rescate de la grandeza de EEUU no es más que el trazado de una línea emergente que sus antecesores comenzaron, entre las que cuentan: aupar una guerra de largo aliento que nazca en, por ejemplo, Ucrania y que se extienda a Europa Occidental, para repotenciar la carrera armamentista y el desarrollo de la industria bélica estadounidense que pueda ayudar a sacar de la recesión económica a los estadounidenses; sacar del valor ficticio y sin sustento de riqueza material al U.S. Dollar ($) y convertirlo en moneda de uso y manejo universal, sobre todo, a partir del desmontaje y devaluación de la solidez del Euro (€), hasta implosionar y avasallar a las economías regionales dentro de la Zona Euro, en un juego macabro de traiciones dentro de los gobiernos y países miembros de la Unión Europea (UE); anexión de territorio y expansionismo territorial, como el conocido Golfo de México (o lo que quedó de México, después del despojo de Texas en 1845), Canadá (territorio miembro de la Commonwealth británica) y Groenlandia (territorio de Dinamarca desde 1814 y desde 1953, como Rigsfælleskabet o Commonwealth de la Corona danesa); restauración universal del nazismo o del IV Reich, con la profundización del racismo con pose de nacionalismo, como punta de lanza de una raza aria o pura; y reparto internacional entre los países interimperialistas de los territorios y gobiernos semicoloniales o dependientes, sustituyendo mercados por colonias que más adelante serán la mano de obra esclava y su propio mercado de consumo masivo.
Por lo antes expuesto, no habría de extrañarnos que, por ejemplo, seamos testigos de los siguientes hechos, liderados por el Führer del IV Reich. Donald Trump (DT), entre los que destacan: DT apeló al racismo y xenofobia dentro del territorio estadounidense desde su campaña electoral y, ya como presidente, se ha dedicado a perseguir, expulsar y encarcelar masivamente a inmigrantes latinoamericanos en cárceles de El Salvador, siguiendo el estilo de la primera ministra italiana, Georgia Meloni, con sus cárceles en Albania a donde irían a parar los inmigrantes africanos; suspendió la licencia de explotación de petróleo en Venezuela a la Chevron, al mismo tiempo que -bajo mesa- le sigue extendiendo prórrogas y amenaza constantemente con el chantaje de la Exxon en aguas venezolanas en un conflicto de diferendo con la Guyana inglesa (miembro de la Commonwealth británica), mientras que, por otra parte, le garantiza la permanencia en el poder y negocia la adquisición de tierras raras, recursos energéticos y minerales con el dictador Nicolás Maduro; insulta a los países y gobiernos miembros de la OTAN, acusándolos de "parásitos" y "chulos", al mismo tiempo que afirma que la UE fue creada para aprovecharse y estafar a EEUU, generando intrigas entre los gobiernos que conforman Europa Occidental y Oriental, llegando a acuerdos secretos en unos casos y abiertos, en otros; se muestra como el gran conciliador de la guerra que comenzó Joe Biden y cómplices europeos en Ucrania, cobrándole la hipoteca en armas y dinero prestado a Volodimir Zelenski, a cambio de su sumisión, explotación de tierras raras y riquezas minerales de Ucrania, una base militar en territorio ucraniano y gobierno a la sombra del gobierno ucraniano; Donald Trump se ha pretendido erigir, mediáticamente, como el gran mediador entre el gobierno ruso de Vladímir Putin y el de Ucrania, encabezado por Zelenski, a sabiendas de que Putin no le cree un ápice de sus propuestas de paz, ni de treguas amañadas para ganar tiempo y terreno que descoloquen a Rusia en el campo de batalla o que la alejen de una verdadera reconciliación con Ucrania y el resto de Europa occidental; El IV Reich, DT, comienza una guerra arancelaria, prevaricando con empresarios cercanos en las bolsas de valores e imponiendo tarifas arancelarias que rayan en el absurdo, con la finalidad de alcanzar la subyugación de gobernantes y sus pueblos, usando como ejemplo de escarmiento a China a la que le impone de palabras las tarifas más altas, para luego, bajarlas y alcanzar acuerdos ante una potencia que puede descalabrar la economía y llevar al colapso a EEUU, por ser China el principal país tenedor de la deuda pública externa e interna de EEUU; El Führer ahora pretende retomar el Canal de Panamá, sin soltar un tiro y sin pagar un dólar.
Esta breve reseña, apenas cubre algunas impolíticas políticas del Führer del siglo XXI, sin mencionar el caos y gobierno absoluto, que por la vía de los hechos, ha impuesto Donald Trump en suelo estadounidense, con la parálisis y lo poquitos que han demostrado ser los líderes del partido Demócrata, amén de que el Führer se adueñó del Partido Republicano, desde su primera presidencia.
Frente a esta sórdida enumeración de hechos del presidente del EEUU y Fuhrer, son pocas las voces y muestras de soberanía o autodeterminación, que se han sucedido a nivel global. Entre las pocas manifestaciones de autonomía y sin bravuconadas destempladas, podríamos observar las siguientes: el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, sin detenerse en la amenaza arancelaria de Trump, adelantó acuerdos comerciales y tecnológicos con Xi Jinping, en China, mientras otros salieron a entregarle el Canal de Panamá (a cambio de nada o a cambio de su supervivencia política), seguido de otros gobernantes europeos y latinoamericanos que salieron volando a la Casa Blanca, a repetir lo mismo que hizo Mussolini con Hitler en el siglo XX y, cualesquiera otros, en su mayoría, también miembros de la OTAN y de la ONU, tal vez, ahora, sin el velo de la ignorancia, se han planteado acciones de soberanía económica, territorial, de seguridad y defensa, todas sin la mano del gobierno de EEUU y sin el peso del verdugo del IV Reich. Al parecer, si tantos epítetos y reclamos han venido por parte de Donald Trump contra la Unión Europea, los BRICS o la ruta de la seda, significa que van por buen camino.
Mostrado de otra manera más pedagógica, podría ser el caso de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), cuyo nacimiento promovido por el gobierno de EEUU sin este gobierno entre sus miembros, nunca fue criticada por este imperio, simple y llanamente, porque gracias a la OPEP, los sucesivos gobiernos de EEUU han impuesto los precios y cuotas de producción en la cesta petrolera a los principales países productores.
Todavía, hay algunos que esperan a que Donald Trump los trate con clemencia, después de trapear con ellos, cual perdonavidas, lo que no representa ningún milagro de nuestro difunto Papa Francisco. Todo lo contrario, ha sido un insulto a su memoria. Ahí tenemos el triste episodio del día de la misa del funeral y entierro del Papa Francisco, el pasado 26/04/2025, hace apenas días, en los que, como si los gobiernos de EEUU o de Ucrania, incluso, los de Francia e Italia, no tuviesen una oficina, media hora antes, con un interés meramente mediático y burlando el sepelio en la Basílica de San Pedro, en el corazón del Vaticano, Donald Trump y Zelenski se reunieron por unos quince minutos.
Lo importante era televisar y demostrar dos cosas: la subordinación de Volodimir Zelenski y Ucrania a los designios de Donald Trump y del gobierno de EEUU; la supremacía del imperio estadounidense, que puso a unos monseñores y al Camarlengo, Cardenal Kevin Farrel, a correr y ponerles sillas a semejantes próceres responsables de la muerte de millones de víctimas de una guerra que comenzó con una operación militar rusa contra el neonazismo y la razzia étnica que adelantaba un sector de Donetsk y Luhansk, amén de la amenaza constante de incluir a Ucrania a la UE, como paso previo a una guerra contra Rusia, por parte de todo el bloque europeo, a cuenta de la membresía de Ucrania, usada como estafeta y avanzada o carne de cañón.
En esa reunión bufa, seguida de la misa y funeral del Papa Francisco, el Fuhrer del IV Reich, fue muy elocuente en demostrar que nada le importaba dicho sepelio del pastor principal de la Iglesia Católica y jefe de Estado del Vaticano, así como poco le importa si el protocolo pedía traje negro, razón por la cual deliberadamente, se apareció en traje azul y, como corolario para demostrar lo ladillado que estaba en dicho evento religioso y de Estado, sacó una bola de chicle entre bostezos. No faltaron los que se apuraron en el momento del "saludo de la paz", en darle la mano y hacerle saber que ellos sí estaban con el Führer y los que genuinamente le extendieron la mano como saludo de la paz cristiana, parece que perdieron el tiempo, porque él no les entendió. La historia se repite en esta geopolítica de viejas prácticas.