La harina maíz precocida

—Compadre, ¿vio los precios de la harina precocida?

—Sí y quedé alumbrao.

—Dios bendito, a 12 y 15 mil soberanos. Qué le parece.

—A mi lo que me parece es un atraco, tres paquetes de harina precocida es el salario mínimo y con qué rellena uno la arepa. Será con lengua y saliva.

—Esto es fin de mundo.

—Yo más bien creo que es el comienzo.

Dígame usted, en esos maizales se sabe que en este país, perdón estero, no se mueve un grano de maiz sino está metida la mano del gobierno. Porque el gobierno tiene el control absoluto del maiz.

—Entonces, cómo se explica ese precio.

—Póngase de preguntón y lo mandan pa´latumba.

Todo el maiz sembrado, cosechado e importado está en manos del gobierno. Ese barrigón es el que le pone el precio y uno mascando saliva. Ni una arepa se puede uno comer ya. De tres a cuatro dólares cuesta un paquete de harina de maíz precocida; y seguro que el árabe de la esquina lo tiene más caro, porque ese vende unos paquetes de un maíz que empaquetan por Guárico. Una marca rara.

—Eso es cierto, porque la vez pasada compré uno que tenía como cuatro años de empacado y lo estaban vendiendo como si fuese recién cosechao. Que casi era para hacer cachapas, me dijo.

—Yo el otro día le conté aquel cuento del compita Platón que a mí me contaron, se acuerda; el de la caverna y le dije que a uno lo tiene todo trampeao y engañao.

Esos están encompichaos haciendo negocio con el maíz y después salen por la televisión peleándose mientras a uno lo tienen ensartao.

—Ensartao y medio.

—No le dijo yo. En estos días salió el tipo diciendo que «este año tenemos el plan siembra de cachapas con queso, lo único que hará el ama de casa será calentarla en el budare» Pura embuste.

—Eso es lo único que saben decir.

—Y lo pior es que la dicen mal. Porque si fuesen unas mentiras bien contadas uno se las cree, pero ni la mama ya les cree de lo embustero que son.

Dígame usted, el queso va por 20 mil y las yemas, el cartón ya está por los 25 mil. Y ahora la haría de maíz a 15 mil.

—Por eso es que la gente se lamenta.

—Claro, que se lamenta, todo el santo día se la pasa en eso. Y quién no.

A mi me gritaron «llegó la harina» y salí ajilaito, me dije por lo menos me compro unos cuatro paquetes. Y me mi vine con las manos vacía.

Después el embustero dice que tenemos el mayor salario del mundo, que con eso se puede comprar lo que uno quiera.

—Así mismo dice el tipo. Y hay gente que se lo cree o dice que se lo cree.

—Yo le voy a decir una cosa, y no es que la vieja es moza. Pero esto está como el caldo morao.

A ese no lo quiere nadie, y cada día menos. Porque, ya decía aquel humorista, «bueno es el cilantro pero no tanto».

—En verdad que esto es mucho cilantro con demasiado. Ya lo tienen a uno verde.

—De todos colores, hombre. Y las mentiras van y vienen.

Hablando de verde, ahora se la pasa degradando a éstos. De un zarpazo les quita los grados alcanzados y si puede los manda presos. El tipo es atrevido, se la está dando de guapetón. Pero recuerde que el que escupe pa´rriba…

—Sí es verdad lo que usted dice.

¿Y qué piensa comprar? Porque harina de maíz ya no se puede comprar.

—Seguiré comiendo lentejas solas. Qué más le toca al pobre, calarse a estos sinvergüenzas.

Espero que el racimito de plátano esté en julio, que de ahí no pase para acompañar las lentejas; que ya se van a convertir en las multisápidas como decía aquel otro.

—No miente esas, que se le mete más hambre a uno en el cuerpo, compadre.

—Imagino que usted va a esperar la cajita esa del club de las almas pérdidas. No le queda otra.

—Por acá, esa llega cada año. Y cada vez más esmirriaita. La última la regalaron porque estaban asustados y estaban regalando la comida para calmar a la gente.

—No me acordaba de esa, eso fue a principio de año que se chorrearon todos y empezaron a regalar comida, de lo asustado que estaban. A Dios bendito.

Bueno voy para allá arriba a ver si consigo algo fíao.

Por ahora, apriete.



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Obed Delfín


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