El grupo de Lima pide apertura de un canal humanitario. ¿Por qué no lo abren?

Los venezolanos escuchamos desde niños, en nuestra propia casa, como entre las primeras enseñanzas de nuestros padres, aquella hermosa expresión:

-"No le preguntes si quiere. ¡Dale!"

Suponían los mayores que el interrogado, pudiera decir que no, como "casi acabo de comer" y "eso me gusta mucho pero estoy lleno". Es decir darnos una respuesta obligada por el orgullo y los mismos valores de la casa. En muchas familias se prevenía a los muchachos que de llegar alguna casa y les ofreciesen algo, debían buscar una excusa para no aceptarlo. No hacerlo era como dar un mensaje que estábamos en dificultades o precariedad.

Es más, se nos decía que quien preguntase a alguien si quería algo, como tomar un café o compartir un pedazo de torta o sentarse a la mesa a comer con uno era una manera de ponerle en actitud nos rechazase y, al mismo tiempo, poca sutil demostración que en verdad nada se quiere compartir.

El llamado grupo de Lima con obstinada frecuencia vive pidiendo que le abran un canal humanitario para ayudarnos. No sé de qué manera pudieran hacerlo. Porque si bien es verdad la vida del venezolano está llena de dificultades, tantas que no hay manera de encontrar una palabra adecuada, pero siempre eso será de menor dimensión que lo se cree afuera; que aquí nada hay o de nada se encuentra. Un amigo que acaba de venir de Estados Unidos, donde estuvo dos meses, me contó como allá creen que las cosas que uno necesita no se encuentren en el mercado. Hizo esfuerzos por convencerlos que no era eso, sino que todo era muy costoso. Había una distancia enorme entre el salario y el precio de las mercancías. Pese las tantas explicaciones que dio cree no pudo convencerles. Las ideas instaladas en sus cerebros por la persistente publicidad y hasta enorme capacidad de inventiva, no hay manera de modificarlas o revertirlas. Por ejemplo, un asunto tan simple, como hacerle comprender o aceptar que aquí era fácil hallar jamón en cualquier negocio que se ocupase de vender charcuterías, lo difícil era poder comprarlo por su alto costo, no pudo conseguirlo. Hasta por esa simpleza casi le dijeron mentiroso y agente de Maduro, porque "la realidad" que para ellos han construido es otra.

De manera que lo que necesito, salvo algunas cosas puntuales que pudieran ser escasas por falta de mercado, que es una cosa distinta, pues es distinto no haberlas por su poca demanda y esto por el excesivo costo, nadie en su sano juicio se va a oponer se las manden y para vainas de gratis.

"Yo sé bien que estoy afuera" y lo estoy, entre otras cosas por saber que Maduro privilegia sus razones, orgullo y creencia que conduce un proceso liberador y de hecho antiimperialista, mientras para subsistir depende de este, en sus distintas formas y está atrapado en sus redes, y por ello no va a pedirle a sus "enemigos" le manden y de gratis, por razones humanitarias, todo la cantidad de vainas que uno no compra porque no le alcanzan los reales. ¡Imagínense ustedes cómo reaccionarían nuestras madres si alguien les hubiese dicho, tu hijo llegó a ayer a la casa de fulana pidiendo comida! O "al hijo tuyo le vieron ayer en la calle pidiendo limosna". A uno no lo salvaba nadie de una coñaza. Maduro cree o jura y perjura que su revolución se degradaría, si pidiese ayuda. Y lo que es peor, ¡cuánto daño harían quienes fingen de hermanitas de la caridad en el grupo de Lima!

El Haití de nuestro corazón cuando no le sucede una cosa le sucede otra. Lo arrasan uno o tres ciclones, un terremoto y hasta un tsunami. Por años, desde los tiempos de Medina Angarita, Venezuela, con sus distintos gobiernos allá ha asistido a prestar su ayuda desinteresada. Y envía medicinas, médicos, alimentos y toda la ayuda disponible. La Cuba de los últimos cincuenta años, sería mezquino negarlo, también acude y casi siempre llega de primero, quizás por estar más cerca en la misma actitud generosa. EEUU no pela en llegar a Haití con prontitud, pero sólo con sus marines a cuidar el orden. ¿No sé por qué ellos son tan cuidadosos del orden? ¿Quizás no estén acostumbrados al desorden nuestro, de gente donde las caderas se mueven con majestuosidad y ritmo y con desorden?

¿No sé por qué el grupo de Lima no le ofrece esa ayuda humanitaria tan generosa y cuantiosa, porque debe serlo, tomando en cuenta que somos treinta millones de habitantes y más veinte estamos pelando bolas y necesitamos por demás, al pueblo noble de Haití? Y debería hacerlo ya que Maduro, no porque piense como las madres nuestras, quienes cuidaban el orgullo familiar, formarnos dignos y enhiestos, sino por no dar muestra que bajo su gobierno "no estamos muy bien que digamos", para usar una expresión apropiada del lenguaje coloquial; que es una manera sutil de decir "estamos pelando bolas" .

Pero uno que si necesita ayuda, como que las medicinas no sean tan costosas o la comida, ropa, artículos de aseo y tantas cosas, me atrevo a proponerle al grupo de Lima una idea para que rompa las barreras que le pone a Maduro. Por ejemplo, como ellos están muy preocupados por nosotros y sobre todo sin interés alguno, como lo están las trasnacionales exportadores que para acá mandan sus productos e importadores que aquí los reciben, también agobiados por nuestro dolor, pónganse de acuerdo, uno y otro pone su parte, demuestra su propensión al sacrificio y enorme disposición bondadosa hacia nosotros y aporten su cuota de manera que las cosas nos lleguen a precios que podamos adquirir. Y lo publicitan. No habrá manera de impedir que eso lo sepa la gente, porque si algo abunda aquí es la forma de informarnos. Las redes sociales se encargan de eso, sin hablar de las emisoras de radio, televisión, diarios impresos, etc., contrarios al gobierno.

Si eso hacen, esa ayuda humanitaria nos llega y a Maduro le darían un solemne topetazo.

Recuerden lo que decían nuestras madres, "quien de verdad quiere dar no pregunta". Si le dan una respuesta negativa a su oferta pero quieren dar, dejen de ofertar y presenten la situación de hecho, sin ambages. Si no proceden así, eso es pura pantalla y un ofrecer para que le digan no y los pendejos crean.



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Armando Lafragua


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