Inmigrantes con bajo control técnico y cultural

Tracción animal, hulla blanca, carbón, petróleo, hierro, cobre, aluminio y afines complementarios como mano de obra de calidad técnico y profesional han sido los más importantes factores permisivos de la potenciación de las potencias europeas occidentales, al punto de que, al lado de Alemania, se convirtieron capitalistamente en los países más industrializados del mundo ya para el siglo XIII tardío cuando empezó a pasarse de una economía rural y comercial a una urbana y maquinizada.

Ya desde entonces empezaron las conjeturas sobre las causas de ese sorpréndete desarrollo industrial que saltó a parte de la humanidad desde el silvestre Neolítico al uso de maquinaria y materias primas artificiales.

Ese desarrollo y los que fueron sobreviniendo jamás han sido universales, pero sus analistas más connotados ( los economistas clásicos) de marras buscaron supuestas causas científicas ignorando rotundamente que mientras haya clases sociales el desarrollo siempre será desigual y que la riqueza y prosperidad de unos países y regiones irá siempre con cargo a otros que verán empeorados su propio desarrollo.

Tal es el caso del potencial de desarrollo industrial de Venezuela, uno de los países naturalmente mejor dotado del planeta, por su posición geográfica, por su clima, y sus inmensos recursos naturales muchos de los cuales se hallan aflorando cada día, como el petróleo que sigue siendo el más abundante y abaratado entre todos los países, además de hierro del más alto tenor, de abundantísima agua potable con ríos navegables, y fundamentalmente ha contado con un mano de obra con antecedentes genéticos e históricos insuperables para el resto de los países en el, mercado mundial.

Venezuela ha sido el único país cuyos soldados y comandantes salieron fuera de sus fronteras a llevar libertad y no a colonizar vecinos[1], por la compleja razón de que los demás países a la fecha no lograron sacudirse eficazmente del yugo monárquico e imperialista que sigue imprimiendolos ya que se sumaron al mismo modo político de gobierno, con su carga de reyes hereditarios y vitalicios, de países imperiales que convinieron en unirse para oprimir la mano de obra esclava y feudal que para unas economías conservadoras y ajenas a toda iniciativa de crecimiento interno, llevaron una vida estancada, al punto de vivir bajo un régimen común como fue la feudalidad durante sus largos 10 siglos que siguieron al entierro el Imperio Romano.

Hoy se ha retomado la visión antimperialista de Bolívar como base teórica para emprender un desarrollo industrial sin pasar por las parasitarias y traidoras manos de empresarios venezolanos sólo interesados en favorecer los intereses de imperios extranjeros con lo cual sólo han pensado en exportar recursos naturales y tomar para sí la mayor parte de la renta petrolera.

Esa propensión a salir de los recursos naturales y acrecentar nuestra mano de obra con personal no calificado, ha impedido nuestro desarrollo industrial durante más de 100 años, y, además, ha frenado nuestra posibilidad de desarrollo a punta de una utilización nacional de los recursos naturales, que hemos exportado en bruto, los mismos que usaron países como Inglaterra, Holanda y EE.UU. porque ellos han estado conscientes de que su utilización por parte nuestra desde hace muchas décadas pudiéramos habernos desarrollado y hasta superarlos porque tenemos más ventajas geográficas y más autonomía laboral ya que la mano de obra de mejor calidad que, por ejemplo, EE.UU. usó ha sido importada.

Desde luego, desde hace muchas décadas tenemos obstáculos: buena parte de la mano de obra venezolana ha sido de personas no calificadas como profesionales ni técnicos, tampoco han ingresado al país bajo contratos prefirmados. Eso los ha convertido en mano de obra ociosa per se y lista para sobrevivir hasta con actividades irregulares.

Ese es el caso de muchos bachaqueros menores. El caso es que al parasitismo de los empresarios capitalistas se ha venido sumando el parasitismo de inmigrantes con bajo control técnico y cultural.

 


 

[1] Uno de los principales méritos de Simón Bolívar fue su visión antiimperialista de sociedades que para entonces no contaban con enemigos, salvo entre ellos mismos para seguir oprimiendo a sus trabajadores, campesinos en sus mayoría.

 

 



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Manuel C. Martínez


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