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El impacto de la ofensiva israelí sobre la infancia va más allá del hambre. Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef, protestó la semana pasada ante el Consejo de Seguridad de la ONU lamentando que más de 17.000 de los más de 59.000 gazatíes que han muerto en 21 meses de guerra son menores. "Estos niños no son combatientes"
Estuve revisando el diccionario antes de escribir esta reflexión para ver como calificaba la conducta del gobierno de Israel, que mediante un cerco militar mantiene al pueblo palestino aislado, impedido de buscar alimentos y en consecuencia cientos de ellos mueren por inanición, término muy académico para describir crudamente lo que significa morir de hambre.
Hambreador, por ejemplo, tiene varias acepciones. Que causa o produce hambre, que explota a otro generando hambre e incluso para calificar a alguien que padece de penuria, pero en todas ellas, no se ve la intencionalidad, es decir tener conciencia, de que su conducta va dirigida y tiene un fin quitarle la vida a otra persona provocando hambre hasta el último suspiro.
Y eso de provocar el hambre hasta el último suspiro a otro semejante, es lo que palpamos crudamente en la conducta del gobierno israelí, que cerca a los palestinos, los aísla, impide que entren suministros, dispara sobre las personas que desesperadamente buscan una n hogaza de pan.
Tenía años que no veía ni leía sobre escenas de tal crueldad y me recuerdas situaciones de las guerras mundiales.
Vincent van Gogh, con su obra "Los comedores de patatas", y Picasso, con su período azul donde plasmó la marginación en las grandes ciudades y aún más Oswaldo Gayasamin con su cuadro "Explorando el Hambre", no logran exponer las verdadera crueldad que hoy viven miles de familias del pueblo palestino, que ven a sus seres queridos consumirse y morir en sus brazos por hambre.
Situación realmente espantosa, que hoy el mundo vive por lo que cuentan las Redes Sociales y proyectan algunos portales y televisoras internacionales, pero que en la gran mayoría de los casos no se concientiza, porque no se padece.
La muerte por hambre no es súbita, sino lenta y el organismo humano se va debilitando, todos los órganos afectándose.
Así la describen los organismos científicos:
El horror de morir de hambre
Morir de hambre es una de las formas más prolongadas y dolorosas de morir. El cuerpo humano está diseñado para almacenar energía en forma de grasa, pero cuando esta se agota, comienza a consumir sus propios músculos y órganos vitales. A medida que el cuerpo se debilita, el sistema inmunológico colapsa, lo que hace que la persona sea susceptible a enfermedades. La descomposición de los músculos incluye el corazón, lo que eventualmente lleva a un paro cardíaco. Durante este proceso, el dolor es constante, ya que el cuerpo lucha por sobrevivir utilizando sus propios tejidos como fuente de energía.
Frente a esta cruda realidad de la cual ya está en conocimiento la mayor parte del mundo, porque los medios hoy hacen presencia global, surge una respuesta, que es un sentimiento universal ¿ Dónde están los Organismos Internacionales?. ¿No es posible hoy dar una respuesta humanitaria a tal estado de caos? ¿No hay límites morales en el gobierno y la élite de la sociedad israelita?
Si los gobiernos del mundo y las organizaciones internacionales, son impotentes frente una realidad como la que describimos, significa que estamos a la deriva y que las experiencias y la historia vivida a través de los tiempos, porque servirá para lo que nos puede deparar el futuro, que por lo que vemos es poco halagüeño y esperanzador.