Puntualicemos sobre las guerras y otros conflictos

  • En todo conflicto violento entre naciones o países, o al interior de los mismos entre sus propios nacionales; en las guerras convencionales, en las invasiones armadas, en las insurgencias de grupos dentro de un mismo país o en los actos militares puntuales, los asesinatos de los no involucrados directamente en el conflicto, es decir, de quienes no son parte orgánica beligerante de los grupos enfrentados, son perversos, abominables, condenables y deben ser rechazados por todo el mundo, sin importar las posiciones ideológicas, políticas ni religiosas de los involucrados y sin tratar de justificarlas sobre la base de un supuesto o real comportamiento atroz del enemigo.

  • Los asesinatos de la población civil no involucrada directamente en un conflicto, así como de quienes se encontraren indefensos aun siendo beligerantes, son actos terroristas, y mucho más graves si se trata de niños y de mujeres embarazadas, sin importar si son cometidos por grupos insurgentes de cualquier signo o por estados nacionales o entidades de carácter estatal. Éste último caso ha sido denominado terrorismo de Estado y es peor que cualquier otra forma de terrorismo.

  • Las atrocidades que se cometan en un frente de batalla no son más o menos graves, porque la gran prensa internacional las divulgue con mayor intensidad y de mejor manera, y utilice un lenguaje manipulador, a favor generalmente del grupo identificado con los poderes mundiales. Esa manipulación noticiosa lingüística se extiende a las prensas locales, que sólo repiten lo que reciben, pero se extiende también a escribidores y analistas supuestamente serios, aunque altamente prejuiciados incluso por sus creencias religiosas o sus identidades étnicas.

  • Que una entidad de carácter estatal mienta, para minimizar sus acciones violentas contra toda una población indefensa, es un acto cobarde de manipulación, que trata de justificar el exterminio de una población particular. Afirmar que la destrucción total de asentamientos civiles, edificaciones religiosas, escuelas, universidades y hospitales, y el resultante asesinato masivo de niños, incluso en el vientre de sus madres; de mujeres y ancianos, incluyendo grupos humanos extranjeros en labores de socorro, se debe a que todos ellos son usados por el enemigo armado, para protegerse, esconderse y actuar, no es una justificación en ninguna parte del mundo de una forma despiadada y sanguinaria de proceder, la cual está perfectamente tipificada en la categoría de crímenes de guerra.

  • Hemos leímos estupefactos como se califica de "brutal" el ataque de un grupo calificado de terrorista por sus adversarios, pero a la respuesta terrorista en grado superlativo de la entidad estatal ejecutora, se la califica simplemente de "severa", amparando de esta manera al terrorismo de Estado, la forma más siniestra de esta terrible manifestación de la violencia.

  • No existe ninguna diferencia entre las motivaciones de quienes ejercen la violencia siguiendo sus escrituras "sagradas", cualesquiera que éstas sean, o el mandato de sus dioses y las promesas del más allá, bien sea en lo que respecta a una tierra prometida, donde fluya leche y miel, o a la orden del profeta de extenderse hasta lograr el dominio, que alcanzará los extremos este y oeste. No existe ninguna legitimidad en las acciones que se tomen, violentas o no, así sean éstas impulsadas por los mejores deseos de Yahvé, de Alá o de cualquier otro Dios.

  • Es inadmisible que se pretenda convencer al mundo entero de que un conflicto se inició hace cuatro meses y medio, en respuesta a una agresión sufrida por una entidad estatal, y se pretenda esconder que el supuesto agredido lleva 75 años de agresiones siniestras y despojos de todo tipo, contra la población de la que supuestamente provino la agresión. Resulta cínico además que se pretenda negar el derecho a defenderse, de quienes han visto ocupados sus territorios por décadas por colonos salvajes apoyados por fuerzas militares y son sistemáticamente exterminados y constreñidos a vivir en un gran campo de concentración en medio de permanente peligro y arbitrariedades.

  • La aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por motivos étnicos, religiosos, ideológicos o políticos, se conoce mundialmente como genocidio, haya ocurrido en el pasado o esté ocurriendo en el presente, en vivo y en directo desde el sitio de los hechos. Este exterminio puede ser generado de distintas maneras: mediante la aniquilación directa de personas o la imposición de condiciones insalubres de existencia, sin los elementos esenciales para el desarrollo posible de la vida humana.



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Luis Fuenmayor Toro

Médico-Cirujano, Ph. D., Ex-rector y Profesor Titular de la UCV, Investigador en Neuroquímica, Neurofisiología, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología. Luchador político.

 lft3003@yahoo.com      @LFuenmayorToro

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