Señor Fiscal General y ONU: A un año de mi detención política, datos inéditos del cómo es ser un preso político en la DGCIM

El 25-3-2020 sin orden de aprehensión sino con una supuesta "orden de arriba", fui detenido en horas nocturnas en mi residencia ubicada en La Asunción estado Nueva Esparta por funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim).

Tal procedimiento que además de estar amañado y viciado desde su forma de violentar mi espacio residencial, y sin orden de allanamiento, y tampoco sin la presencia o documento emitido por fiscalía o tribunal alguno, desembocó en que estuviera detenido en tres espacios diferentes en casi 6 meses que duró tal encierro hasta que fui beneficiado con un indulto presidencial.

En tales acciones durante ese transcurrir de tiempo en que estuve detenido, muchas de ellas, no pueden más que ser catalogadas de inhumanas, y en donde lo lógico sería que las autoridades del ministerio público en el uso de sus facultades realizaran las investigaciones respectivas para determinar el origen de esos hechos que estuvieron marcados en clara violación de la Constitución y las leyes, tal y como fueron en su momento imágenes que vimos un 12-4-2002 sobre la detención de Tarek Willian Saab, y que él en sus propias palabras consideró de violaciones a sus derechos humanos.

En tal sentido, las primeras 72 horas de mi detención fueron en el propio estado Nueva Esparta, en la sede de la Dgcim regional ubicada en el aeropuerto Santiago Mariño, con sede en el sector El Yaque de la isla de Margarita, y en esa primera noche desde el momento de mi detención estuve esposado, máxime por la forma polémica en que sucedieron los hechos.

Posteriormente, en la mañana del 26-3-2020 hubo un diálogo afable y más sincero entre el general que comandaba esa división y sus funcionarios, donde quedaron aclaradas muchas cosas que por ahora me reservo en mi derecho de confidencialidad.

A partir de ese diálogo las esposas me fueron retiradas. Hubo un trato digno hacia mi persona por todo el personal de la Dgcim insular, y hasta puedo decir que se generó cierta empatía en algunos aspectos conversados, y debo decir con responsabilidad que el procedimiento que ellos hicieron sobre mi detención, aunque al inicio fue de mucha controversia, todos sin excepción, demostraron ser personas apegadas con la ley, y el respeto hacia sus semejantes con sentido de valía humana, máxime cuando evidentemente se dieron cuenta de nuestra condición académica, docente, y de persona que jamás quebrantaría la ley en ninguno de sus órdenes establecidos.

Cumplidas las 48 horas de mi detención, el 27-3-2020, fui presentado ante el tribunal correspondiente, en la sede del palacio de justicia, - por cierto, muy cerca de donde resido - en donde asistido por el abogado Pedro Arévalo, la fiscal no encontró motivos para iniciar una acusación - el día anterior habia estado en la sede regional de la Dgcim investigando mis equipos electrónicos que también fueron retenidos- y la juez de la causa se inhibió alegando que mi caso habia sido adscrito hasta una circunscripción judicial nacional, y por ende, mi persona debía ser llevada hasta la capital de Venezuela.

Al día siguiente, el 28-3-2020 fui trasladado hasta Caracas por vía marítima y terrestre. Luego de 6 horas de viaje en ferry, partiendo aproximadamente a las 9:00 am desde Punta de Piedras, y llegamos a Puerto La Cruz pasadas las 3:00 pm. Allí, luego de comer un almuerzo que nos suministró una persona que nos estaba esperando en ese lugar, junto con los funcionarios que me acompañaban - eran tres, y uno de ellos se quedó en el sitio- nos fueron a buscar en una unidad de color negro, Toyota Corolla de modelo reciente y con vidrios ahumados, cuya comisión estaba conformada por un guardia nacional y un teniente de ese componente militar, quienes se sumaban a los otros dos funcionarios inicialmente asignados.

En ese viaje, obviamente me colocaron en el puesto trasero en su espacio central donde volví a ser esposado - esto no sucedió en el traslado de ferry- y en cuyo recorrido, arribamos a la sede nacional de la Dgcim ubicada en Boleita -curiosamente al lado funciona la Televisora del Sur (Telesur), que jamás ha transmitido algún documental sobre este organismo- aproximadamente a las 7:30 pm.

En este procedimiento fueron llevados mis equipos electrónicos, así como mi ropa, la cual estaba compuesta por unas tres mudas de ropa, incluyendo interiores y medias, así como productos de higiene personal y dos pares de zapatos - uno de vestir, y otro deportivo-. Dejo claro que unos dos o tres días antes de mi detención se había agotado mi tratamiento para la epilepsia, cuyas últimas pastillas las consumí en la sede de la Dgcim de Nueva Esparta, pero cuya información debidamente acompañada de informe médico la conocían las autoridades nacionales de tal cuerpo del Estado.

Cuando llegamos a la sede de la Dgcim nacional, recién comenzaba la afectación del covid-19 en Venezuela, y había estrictos controles de ingreso y bioseguridad, al punto que el funcionario que me recibió - apodado "el tinieblas"- estaba con vestimenta asistencial y antiséptica de color blanco, quien me ordenó quitarme toda la ropa, y luego de aplicarme una loción, supongo antibacterial, solo permitió que me quedara de interior, y de allí fui llevado hasta uno de los sótanos de tal confinamiento militar en su zona "d", y en donde si mal no recuerdo funcionan 9 celdas, las cuales todas estaban habitadas de presos por razones políticas o militares de supuesta conspiración contra el gobierno, entre ellos el ingeniero Alfredo Chirinos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), hoy junto con su esposa cumpliendo arresto domiciliario y para quienes pido libertad plena.

Así tenemos, que como las celdas estaban en su máxima capacidad - un promedio de 4 presos por celdas- el restante de la población que conformaban ese espacio que sobrepasaba los 70 detenidos tenían que dormir en el pasillo. De esta manera el funcionario que me llevó hasta mi destino de detención, lo hizo dejándome en la celda número 4 de esa zona de reclusión, con la diferencia que mientras el resto de las celdas estaban abiertas y eran de libre acceso, -toda el área, obviamente está cerrada por una celda principal y vigilada por cámaras, así como todos los espacios de detenidos- esta celda permanece cerrada las 24 horas del día, y es llamada "el tigrito" por unos, "el infierno" por otros.

En esa celda, cuando ingresé la noche del 28-3-2020, pierdes por completo el sentido del tiempo. El lugar en ese entonces se encontraba en máxima oscuridad, y es un espacio reducido de unos cuatro metros cuadrados (2 x 2) con dos bancos de cementos de unos 50 centímetros de ancho en forma de "ele" y una poceta del lado derecho, esta sin ninguna puerta o forma de privacidad. Hay que resaltar que no hay colchonetas ni sábanas en tal celda, razón por la cual se debe dormir en el piso o que los bancos de cemento hagan las veces de "cama".

Ante lo narrado, es tácito mencionar que entré en interiores a ese sitio, donde se encontraban otros tres detenidos - dos hermanos y un primo-, estos supuestamente habrían sido responsables en el asesinato de un funcionario de la Dgcim - esto solamente lo menciono por aspecto narrativo que no puedo corroborar en su veracidad- , pero lo que no se entiende, son las razones del por qué estos reos no han sido procesados - ignoro si eso ha ocurrido posteriormente a mi salida de ese sitio - conforme con las leyes venezolanas, sino que se encuentran en una suerte de destierro judicial y penal, y hasta al parecer sus familiares desconocen su paradero porque no han tenido contacto con ellos, y menos con algún tipo de defensa pública o privada, sin obviar que para el momento de mi detención, esos tres individuos llevaban meses confinados en "el tigrito" o "el infierno".

Esa celda que también es vigilada por cámaras internas infrarrojas, o sea, se visualiza hasta el cómo los presos hacen sus necesidades fisiológicas, generalmente estaba en penumbra, y en otras oportunidades - aunque muy pocas veces de los 25 dias que estuve allí-, las 24 horas estaba alumbrada, lo que generaba un efecto de tortura psicológica terrible. Es más, por informe médico, ese tipo de combinación resultaba fatal para mí porque el claroscuro, cuando menos en mi caso, no solamente acelera mis trastornos convulsivos, sino que puede desencadenar un Accidente Cerebro Vascular (ACV).

"El tinieblas" quien fue el funcionario que me llevó a la celda 4 dentro de los sótanos en las mazmorras de la Dgcim, en la mañana del 29-3-2021, antes de entregar su guardia, solo llevó tres desayunos y dejó claro el mensaje que para mí no habría comida - y que ninguno de los presos me otorgara algo ya que estaban siendo vigilados por cámara- porque me iba a "podrir" allí, y que "jamás" saldría de tal lugar.

Obviamente, que la situación de violaciones de derechos humanos en mi contra - que también aplica para los presos que estaban allí conmigo aunque les dieran comida- no se hicieron esperar ante mi salud, hecho sobre los cuales, por cierto ningún madurista ha dicho una sola palabra, lo cual revela dos cosas: o apoyan semejante barbarie, o son cobardes hasta para manifestar que estas acciones son contrarias a cualquier naturaleza humana de procesos judiciales.

En consecuencia, transcurridas más de 72 horas, tiempo que podíamos ver a través de una pequeña ranura en la puerta en un reloj de un microondas que estaba en el pasillo frente a la celda, cuya ubicación de tal electrodoméstico era posible gracias a los otros presos, pues en ese lapso terminé convulsionando ¿O es qué acaso pasar más de tres días sin comida, sin agua, y sin medicamentos antiepilépticos, "durmiendo" en el piso en interiores no es violación a los derechos humanos? y estando prácticamente en estado de coma, - versión contada por los presos políticos que me vieron el cómo me sacaron de la celda - no sin antes haber sigo golpeado con un bate en varias partes de mi cuerpo por uno de los funcionarios, fue que finalmente logré volver a la realidad estando en la enfermería de la Dgcim de donde nuevamente, una vez recuperado" me llevaron en sillas de ruedas hasta mi celda porque además de estar muy aturdido por la convulsión, caminar se me hacía complicado.

Fue luego de ese hecho, que en la Dgcim me colocaron una braga de miliciano, y comenzaron a suministrarme la alimentación requerida, y una que otra vez me daban un anticonvulsivo - que me los llevó un tío-, jamás la dosis requerida y eso me generó una segunda crisis de epilepsia en esa misma celda, peor que la anterior y en la cual también recibí batazos en pleno episodio de alteración neurológica, porque supuestamente yo estaría haciendo un "teatro".

En esos 25 dias que estuve en " el tigrito" o "el infierno" - al igual que mis compañeros de celda - nunca pude cepillarme y menos bañarme, lo cual me originó pérdida de piezas dentales. Para medio asearse habia que recurrir al agua de la poceta con el riesgo de ser visto por las cámaras, porque estaba prohibida tal acción.

Allí para "barrer" había que hacerlo con un pedacito de braga, sacando el polvo como se podía, lo cual solo se hacía cuando había luz. La mayoría de las veces como todo estaba en oscuridad, cuando se comía había que hacerlo al tanteo, o seguramente como aprenden a hacerlo las personas invidentes,. Para qué hablar cuando se tenía que hacer una necesidad fisiológica donde no existía el papel higiénico. El frío era una constante en esa celda con un permanente aire acondicionado, sobre todo en horas nocturnas, no solo por lo reducido del espacio, sino porque la vestimenta no era la más adecuada, aunque tuvieras una braga, que al también llevarla puesta por tanto días junto con el mismo interior, y sin bañarse, pues esto generó afectaciones en la piel como escabiosis y manchas, sin saber que otras enfermedades dérmicas pudieron haberse originado en tal contexto "humano" de detención.

Ante mi primer año de detención política, por ahora voy a limitar mi narrativa de tantos hechos que allí en los sótanos de la Dgcim fui testigo presencial y protagonista, esperando que tanto la fiscalía general de la República, como la Organización de Naciones Unidas para los Derechos Humanos tomen nota que situaciones de este tipo son vividas por presos políticos en Venezuela, y recordando a la máxima autoridad del ministerio público en el país, que mis equipos electrónicos "retenidos por investigación" y hasta mi ropa, hasta la fecha, y sin justificación alguna ni argumento legal me han sido devueltos, lo cual representa otra violación a mis principios humanos y constitucionales.



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Javier Antonio Vivas Santana

Más de 6 millones de lecturas en Aporrea. Autor de la Teoría de la Regeneración del Pensar. Dr. en Educación (UPEL). Maestría en Educación, mención Enseñanza del Castellano (UDO). Lcdo. en Educación en las menciones de Ciencias Sociales y Lengua (UNA). Profesor de pre y postgrado tiene diversas publicaciones y ponencias internacionales acreditadas y arbitradas por editoriales, universidades e instituciones de España, Rusia, Estados Unidos, Alemania, Francia, y naciones de América Latina.

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