Escribo este artículo hospitalizado y desde un celular, a pesar de los múltiples medicamentos que por vía endovenosa me están aplicando como producto de la destrucción que tuve del codo izquierdo a raíz de una caída derivada de una convulsión, en virtud de que en Venezuela encontrar anticonvulsivos se volvió una acción casi que imposible, y en caso de lograrlo, mis ingresos son insuficientes para poder cubrir un tratamiento que de acuerdo con mi dosis puede llegar a unos 200 dólares mensuales.

No obstante, está situación de salud no disminuye mi indignación, condena y rechazo por la muerte que el régimen ha cometido con torturas, en este caso, contra el Capitán de Corbeta, Acosta Arévalo, lo cual me obliga a expresarme ante un hecho de tal vil bazofia política, judicial y militar.

Un hecho que más allá de cualquier argumento que intente alegar el régimen o el "ministerio público" que controla Tarek William Saab, diciéndonos que fue un "suicidio" al estilo del concejal Fernando Albán, aquí la única verdad es que el capitán fue apresado por el régimen en perfectas condiciones de salud, y en pocos días sucede una aberración de esta magnitud que no solo revela la verdadera condición asesina del madurismo, sino que en Venezuela no existen instituciones independientes que puedan hacer auténtica justicia ante este tipo de barbaries.

El madurismo no nos cansaremos de decir, es una simbiosis de lo peor del fascismo, el nazismo y el estalinismo. En una putrefacción política cuyos practicantes del poder son otros criminales políticos que se encuentran aplicando toda forma de intimidación, amenaza y violación de derechos humanos contra aquellos que se les oponen y adversan su permanencia – de por sí ilegal e ilegítima – en Miraflores.

Por ello, en un hecho de esta condición asesina, lo que diga el régimen neototalitario es secundario porque a lo sumo " aparecerán" dos o tres "responsables" de baja monta, mientras los autores intelectuales continuarán emitiendo sus órdenes disfrazadas como si ellos nada supieran de los horrores que ocurren en relación con los presos políticos y los militares que han sido detenidos por el madurismo acusados de corruptos o golpistas.

La muerte del Capitán de Corbeta, Acosta Arévalo, no es una simple muerte. Es el asesinato de la propia Armada y la Fuerza Armada Nacional en su esencia como institución castrense. Es la demostración que al régimen poco le importa torturar y que cualquier detenido muerto por tales condiciones no representa nadie para ellos, porque en definitiva todo opositor es un enemigo que debe ser exterminado.

Lamentamos profundamente el asesinato de Acosta Arévalo. Es un crimen de cobardes y mentes enfermas por asesinar a toda la oposición venezolana. En un país serio, todos los funcionarios de la mal llamada Dirección General y Sectorial de Contrainteligencia Militar no solo hubiesen sido cambiados, sino suspendidos de sus funciones de manera indefinida, pero en Venezuela, aunque esto ocurriera, todos esos *funcionarios" son del mismo nivel moral y pensamientos malignos, satánicos y criminales. Por esa razón, los mismos criminales siguen en sus puestos de acción militar y de "custodia".

La muerte por torturas de Acosta Arévalo es otra luctuosidad que se anexa desde el punto de vista de violaciones humanas al régimen asesino de Nicolás Maduro. No existe palabra alguna que pueda venir a decirnos que el madurismo es un "sistema de gobierno" que respeta los derechos humanos, cuando lo único que vemos son atrocidades en todos los espacios de la sociedad.

En todo caso, cuando Tarek William Saab dice que "investigará" este crimen nos preguntamos: ¿Será que irán a investigación y juicio, Maduro, Cabello o Padrino como responsables directos en la designación de los criminales que controlan los órganos represivos militares? Lo demás es simplemente una comiquita. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.