Una mercancía llamada Justicia

¿Para qué sirven las leyes si estas no se aplican dentro del Capitalismo? ¡Ah!, sirven para ser convertidas en mercancía.

Ella, en este sistema, en principio, rige como mercancía y en consecuencia, tiene un precio que le viene dado por el costo de los sobornos que ya conocemos muy bien en el mercado de las colusiones, los contubernios, las componendas chuecas, matracas, arreglos de profesionales inmorales, de esos formados y egresados de universidades burguesas, etc., en las cuales por lo general operan "profesionales" chapados con los mismos vicios burguesas, salvedad de las pocas excepciones de aquellos que terminan conformándose con los miserables salarios de la educación venezolana, un artilugio impuesto por la alta burguesía nacional e internacional para que sigamos siendo dominados preferentemente más por ignaros que por las armas.

Desde luego, se trata de una mercancía suntuaria y como tal no está al alcance los pobres, de los pendejos, y así seguirá hasta que esto se socialice integralmente.

Ahora bien, queremos y necesitamos creer en las renovaciones de esas depuestas autoridades que dieron hasta la saciedad demostraciones de sólo acogerse a la realidad corrupta de una Venezuela donde ya lo dijeron los máximos representantes de la rancia oligarquía y de la burguesía rentista y parasitaria: Arturo Úslar Pietri y Gonzalo Barrios, cuando al pueblo indicaron con la mayor "honestidad" posible que en Venezuela quien no se metía a corrupto era tremendo pendejo ya que no había razón alguna para no robar, matraquear, ya que hasta los más sobresalientes líderes de la derecha mandona durante el Puntofijismo demostraban a diario que ellos robaban pero dejaban robar, o sea, no los frenaba nadie ni el Poder Público dejaba de convertir y tratar la Justicia como una vulgarísima mercancía ya al alcance de los pendejos-no tan pendejos, en consecuencia.

De esa manera, convirtieron el lujo de los poderosos en una mercancía democrática o de tercera al alcance también de toda la sociedad a la que fueron corrompiendo hasta el tuétano y en todas sus partes.

De allí nuestra inevitable preocupación por las nuevas autoridades, por quienes deberán afrontar muy estoica, heroica y muy valientemente las numerosas ofertas de dinero, los elevados precios para esa preciosa mercancía llamada JUSTICIA burguesa.



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Manuel C. Martínez


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