"La delincuencia es algo más que una piñata (y ll)"

“Esos que pretenden, para reformarnos, vencer nuestro instinto criminal, que nos den primero de comer. De moral hablaremos después. Esos que no se olvidan de cuidar nuestra formación, sin que por ello dejen de engordar, escuchen esto: por más que le den vueltas, primero es comer, y después de hartos ¡venga la moral!”. Bertolt Brech

¿Qué pretenderán hacer con ASIER GURIDI? ¡LIBERENLO YA!


Parte del proceso de recuperación

Un tema que el Estado ya no puede soslayar si es que quiere contener y vencer el crimen, es el de las prisiones. Tal el infierno que son esas lacras que llamamos cárceles, buena medida fue la creación de un ministerio exclusivamente para atenderlo. Pero mejor todavía fue el nombramiento de su titular, una mujer aguerrida, polémica sí, pero muy decidida y segura de lo que se debe de hacer. Debe de tenerse en cuenta que los espacios que halló no podían ya estar en peores condiciones. Pero, sin una queja, la ministra Varela comenzó su pelea con uñas y dientes, y contra todos los obstáculos que ha encontrado y encuentra, su avance no se ha detenido, por lo que creemos que su esfuerzo lo coronará con el éxito. Este no será inmediato y será duro y difícil, por supuesto, pero lo será.

Maduro no puede negar el hacinamiento en esos infiernos especiales para destrozar seres humanos por lo que, para eliminar para siempre esa profunda aberración social, debe de suministrarle a Varela con prontitud los recursos que se estimen necesarios. La transformación de esas ergástulas en espacios vivibles, decentes, que posibiliten la rehabilitación de las personas allí recluidas sin vejarlas es una urgencia que no admite demora.

Las nuevas cárceles no podrán exceder de 500 reclusos perfectamente clasificados y en celdas individuales. Los establecimientos que se construyan para tal fin, deben de estar alejados de centros urbanos, y disponer de suficiente agua en espacios aptos para que el interno pueda labrar la tierra que le dará los frutos que mejorarán su alimentación, y también la de su familia. Algunas vacas les darían leche, carne y podrían producir además mantequilla, queso y otros derivados lácteos. Gallinas, cerdos y hasta conejos habrían en lo que sería el primer establecimiento de reclusión productivo.

Rápidamente la producción excederá el consumo del centro de reclusión. De ese excedente se beneficiarán los familiares que al concluir cada visita, recogerán su bolso con legumbres, hortalizas y otros víveres cultivados con el sudor honesto de su familiar. Si se hacen las cosas como se deben, la Universidad podría aportar la enseñanza elemental que se requiera, indicando los cultivos apropiados para el suelo que sea para optimizar el rendimiento. Así habría aún otro excedente que podría llevarse a algún mercado popular o al propio INN, previo pago, por supuesto.

Ese ingreso no previsto en el presupuesto del establecimiento, más los demás que se obtendrían por las distintas actividades que ahí se desarrollen –mecánica, pintura, latonería, herrería, carpintería, etc.-, tendrá como destino el mejoramiento de la institución en lo que beneficie directamente al procesado; una parte menuda sería para los gastos del interno en cosas de cantina, como ser cigarrillos, refrescos, etc., otra parte sería destinada para el familiar que el interno decida, y otra quedaría como un préstamo reintegrable de un fondo solidario para que aquellos que al recobrar su libertad, no lo hagan en la indigencia y puedan invertir en alguna actividad lícita que les permita vivir y sostener a su familia con honradez.

Todo reclusorio tiene que tener como fin, la rehabilitación del interno, y para lograrlo hay que comprender el papel que juega ahí la educación. Hacerlo y bien, es acercarles el conocimiento del cual carezcan induciéndolos a leer además de estimularles a estudiar llevándoles la escolaridad necesaria que se requiera. Resucitar el viejo INCE en esos centros para dotar a los internos de un oficio que les permita desarrollar al salir una actividad digna. Que todos los lugares de reclusión tengan sus bibliotecas, sus orquestas y sus escuelas de música, así como también se cultiven artes y oficios. Tienen que invitarse poetas, dramaturgos, historiadores y un largo etcétera de gente noble, generosa y solidaria que concurriría a darle la mano a su hermano en desgracia. El montaje de obras de teatro, que era una actividad que se abrazaba con mucho agrado en los recintos penitenciarios, tienen que regresar a ellos. Los que tuvimos la fortuna de conocer el teatro penitenciario sabemos de su riqueza.

Un paréntesis obligado

Las noticias no gratas a veces llegan a golpearnos cuando menos las esperamos; sorpresivamente, como reflejando un sentir colectivo que quiere al recriminarnos sacudir nuestra indolencia, nuestro no hacer; como queriendo abofetearnos, gritándonos “¡epa!, ¡aquí estamos!, esta realidad nuestra también es la de ustedes, ¡atiéndannos!, ¡por favor! ¡No se olviden de nosotros!”.

En la misma zona donde asesinaron a Mónica Spear, a su esposo, e hirieron a su hija, un ex campeón mundial de boxeo –José Sanabria-, que regresaba a su casa junto a su esposa y unos amigos, luego de sostener una reunión con un alto funcionario del ministerio del deporte, fue atacado en el propio autobús donde viajaba por dos atracadores que lo hirieron de bala. Según los que presenciaron el hecho, los dos muchachos por sus apariencias eran menores de 20 años. Huyeron, fíjese usted para dónde; lo hicieron hacia el barrio El Cambur, el mismo de los asesinos de Spear. Son vecinos de ellos pues. Ahí está, sin duda, el manantial que fluye sin cesar sobre las vías cercanas, llenando de pavor a los que por ahí circulan.

Hasta El Cambur debe llegar la acción del Estado inmediatamente y no precisamente para reprimir. Este a través del órgano pertinente, censará a su población para conocer las condiciones en las que se desempeñan los adultos, la constitución del núcleo familiar predominante, los promedios de escolarización de jóvenes y adolescentes; el nivel de desempleo; examinarán sus viviendas y determinarán sus urgencias para comenzar a resolverlas. Acto seguido organizará a los desempleados en cooperativas para desempeñar aquellas actividades que propendan a mejorar sus condiciones de vida. Todo esto se debe hacer alejados de las cámaras de TV.

Hay que poner a los desempleados de El Cambur a producir bloques, tejas, levantar la escuela si ahí no la hay, y junto a esta la imprescindible carpintería que suministrará lo que sea necesario para ponerla a funcionar. Asimismo repararán vías o las construirán si ellas no existieran, cloacas, alcantarillado, etc., etc. Construirán canchas para que los jóvenes inicien disciplinadamente el tipo de deporte de su preferencia. Con sus manos también crearán el centro comunitario que agrupe a los vecinos y les permita encontrar sus distintas inclinaciones culturales que se den en la comunidad, así como también discutir sobre todo aquello que les atañe. Será indispensable albergar ahí la biblioteca que abrirá sus puertas con preferencia desde el inicio para que los niños allí se regodeen. El mismo espacio serviría para que pudieran invitar conferencistas, hacer teatro y desarrollar toda aquella actividad cultural que les ayude a dinamizarse como comunidad. Solo así se podrá detener positivamente ese flujo delincuencial.

Sobre la represión

El mayor porcentaje de los delitos que se cometen en Caracas los perpetran motorizados, que también los encuentran como sus víctimas. Muchos motorizados, –sin duda la mayoría, son personas decentes, trabajadoras, diligentes padres de familia-, son asesinados para así poder quitarles su vehículo. Es un imperativo para Tránsito volver a matricular cuánta motocicleta esté circulando, colocándoles algo en ella que permita identificarlas de inmediato, ya que muchas de las que están transitando son producto del delito. Tiene que ser un trámite expedito hecho en tiempo perentorio. Vencido el mismo, el vehículo que no haya vuelto a matricular tendrá que serle requisado al omiso. Las cifras de los delitos se reducirían significativamente. Otras experiencias de esa naturaleza lo certifican.

En paralelo con la matriculación tiene que establecerse que todo motorizado que circule en Venezuela, debe de estar obligado al uso del casco y todo aquel elemento que permita a juicio de las autoridades su identificación. Se ha avanzado mucho en este punto y se habla incluso de código de barra. Quien, por la razón que sea no porte los elementos identificatorios exigidos, tendrá que ser multado. Si reincidiera, la multa tiene que multiplicarse como para que, a partir de ella, el sancionado procure que no le vuelvan a caer encima jamás con ese flagelo a su bolsillo. No faltará el pícaro o el bandido que use casco ajeno. En estos casos la indulgencia debe de estar ausente para el infractor que será castigado con pérdida de libertad a cumplir en jefatura civil, o en libertad pero con el doble de pena en trabajo comunitario. En caso de reincidencia el castigo tendrá que ser muy severo. La impunidad aumenta el delito. La coacción lo limita.

Detección del delincuente (o infractor)

Toda alcaldía con cuerpo policial que haya cumplido bien su trabajo y lo haya realizado regularmente, tendrá un registro de los delitos que se han cometido en su municipio. Lo mismo resulta con el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) que consigna todas las fechorías y transgresiones que se realizan en el país, así como también lo hacen el Servicio Bolivariano de Información Nacional (SEBIN), y la Policía Nacional. Esta abundante información le permitiría a la Superintendencia de Seguridad clasificar los distintos tipos de delitos que se perpetran en el país, identificar en cada Estado las áreas preferidas por el delincuente para determinados delitos, así como también presumir su posible procedencia. Esto facilitaría enormemente la labor policial.

Nadie sabe mejor quien es un delincuente, que sus vecinos. En el vecindario que sea, si usted le pregunta a alguna persona mayor sobre las personas de vida irregular que ahí habitan, seguro que le dará una larga lista de ellos. Hay que trabajar con los consejos comunales y más allá inclusive, en toda la comunidad, junto a la gente que es la que posee la información sobre las características de los que ahí viven. Colocar urnas receptoras en lugares seguros de fácil acceso en las zonas de mayor índice delictivo, para que los vecinos que quieran proteger su identidad hagan su denuncia anónimamente. Se tiene que comprender que jamás se podrán sanear las zonas afectadas por delincuentes si los vecinos no colaboran. De ahí que haya que buscar con denuedo su ayuda. Para eso es preciso acercarse al barrio y explicarles a los vecinos la importancia para la colectividad, de la denuncia.

En estos aciagos días, la señora Maruja Romero Yépez publicó un artículo que el lector encuentra pidiéndolo por su titulo “inseguridad presidente maduro los arboles no le dejan ver el bosque”. Es un aporte que vale la pena leer. Cuanta más información manejemos, mayor será la eficiencia y por ende, la eficacia que se requiere para enfrentar la grave situación que vivimos.

El personal de la Superintendencia de Seguridad

En una labor muy encomiable, el titular del Ministerio del PPIJ ha recorrido ya casi todo el país para reunirse con gobernadores, alcaldes, jerarcas policiales y militares para, junto a ellos, ir planificando las labores que desarrollarán las distintas entidades en su lucha contra el delito. Es, no cabe duda, uno de los pasos más importantes que se han dado en estos últimos años. Pero, sin perjuicio de esto que señalamos, entendemos que no es suficiente. Llenar las calles de personal uniformado fijo en un punto, evitará el delito en esa área y en la zona inmediata que la circunda, trasladándolo hacia aquel lugar no cubierto.

Han señalado las autoridades que las respuestas a las solicitudes de auxilio serán dadas en cinco minutos que es un tiempo más que suficiente para que el malhechor golpee y huya. ¡Ojo!, no estamos señalando que es incorrecto lo que se ha estipulado, sino que tiene que haber también el plan diseñado para salirle de sorpresa al delincuente, y para que así suceda, para que la sorpresa se dé, el funcionario no debe de estar uniformado. Que permanezca lo que se ha establecido ya, pero que se cree de una buena vez la Superintendencia de Seguridad que terminará complementando a las anteriores. Veamos en qué consiste nuestro enfoque.

Los equipos de la Superintendencia, que tienen que formarse de inmediato, rondarían entre los quinientos y seiscientos funcionarios solo para los cinco municipios de Caracas. Hablamos de un cuerpo de elite. Cien de ellos ejecutarán labores de inteligencia en las zonas de mayor auge delictivo. Procurarán insertarse en ellas camuflajeados. Trabajarán exclusivamente en la detección de las diferentes bandas que ahí habitan, y el tipo de delito que cometen. Su identidad tiene que ser protegida en todo momento ya que serán piezas valiosísimas en esa dura lucha. De ahí que su trabajo sólo será detectar a los jefes de las bandas y a los miembros de las mismas sin participar en su aprehensión que será ejecutada por los cuerpos especializados en esa labor.

Si lo que reseñan los medios, y lo que comunican los cuerpos de seguridad es veraz, un número considerable de delitos son perpetrados por motorizados. Entonces, para enfrentarlos hay que hacerlo con personal motorizado. El elevado riesgo que conllevará esa actividad, obliga a seleccionar los mejores cuadros que posean los distintos cuerpos de seguridad del Estado. El salario tiene que ser un estimulante. Lo mismo el seguro que tendrá amplia cobertura.

Cuando vemos a un motorizado que no es mototaxista con parrillero, sea que se vaya caminando o en carro, es ineludible la preocupación que nos embarga. Nos vemos ya asaltados y despojados de lo poco que carguemos. Esa es una ventaja enorme para el delincuente pues ese temor que nos genera nos impide evadir con eficacia esa posible agresión. Es preciso cambiar esa relación. Es necesario que sea el delincuente el que se inquiete, no la persona decente. ¿Pero, cómo logramos eso? Poniendo a circular al personal del nuevo organismo en grupos pequeños sin conexión aparente, en motos que no pueden ser del mismo color y marca. Esto último no necesita explicación. Muchos facinerosos que circulan a sus anchas por donde se les ocurre buscando su presa, en la medida en que sean sorpresivamente detenidos para reclamarles su identificación, aumentará su sensación de inseguridad y estarán más expuestos a ser pillados. A mediados de enero, policías motorizados de un municipio capturaron a una pareja de delincuentes motorizados que ya llevaban cinco celulares y otros objetos provenientes de la faena que llevaban realizada hasta ese momento.

Luego estará el resto del funcionariado, de riguroso uniforme presto a llegar al punto que sea menester. Recordamos que la Policía Metropolitana disponía de un cuerpo motorizado que se conocían como Pantaneros que llegaban a los lugares más peligrosos de la ciudad. No establecemos juicio de valor respecto de ellos. Esa no es la intención de estas letras, sino que los mencionamos para indicar que ellos no solo entraban a los lugares más peligrosos e inestables que hubiera, sino que eran en ellos temidos. El cuerpo a formarse tiene que tener esas características. Cuando el malhechor entienda que no habrá lugar seguro para él, habrá cambiado la ecuación que hoy nos rige. Pero, enfaticemos: esto que consideramos vital en la lucha por la tranquilidad en la nación se diluirá si el Estado no se inserta en las zonas más rezagadas de la sociedad para transformarla.

Sobre el Director de este organismo, se deduce del artículo que precedió a este, que no consideramos por las razones que ahí expusimos, que fuera idóneo designar un militar para ese cargo. Entendemos que tiene que ser un policía de academia que ha estudiado todo lo relacionado con su cometido específico, el que debe encarar este complejo problema. Nuestro candidato que recomendamos por su trayectoria en el campo policial, es fundamental para estos momentos. Participó activamente en la Asamblea Nacional en el tema del desarme, y según manifestaron miembros de la oposición con los cuales intercambió, fue muy positivo. Esa amplitud que demostró, nos indica que para cumplir con su cometido sabrá acercarse a toda autoridad más allá de su filiación partidista. Freddy Bernal en nuestro criterio, sería el mejor dotado para ese durísimo desafío. Nombrar a Bernal sería un acierto del presidente en un asunto que hasta ahora le ha sido muy esquivo.

Sí, definitivamente, el delito es algo más que una piñata.



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Roosevelt Barboza


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