2010 Nos pondrá en el mismo sendero o en el otro

La elección parlamentaria de este año nos pondrá en el mismo sendero o en el otro. Todavía hay tiempo para recuperar lo perdido en estos últimos tiempos, años de alarde extremo y jactancia, para volver a llenar los depósitos ideológicos de la razón, de la buena voluntad internacional. Hay tiempo para restaurar ante los oprimidos del mundo la fe de que Venezuela es la tierra del hombre y mujer libre y valiente, que todavía vive el espíritu revolucionario de independencia.

La elección de nuestros próximos representantes a la asamblea nacional será la clave del curso que los venezolanos desean seguir ¿Estamos preparados para los sacrificios que exige el experimentar nuevos métodos para solucionar los problemas internos e internacionales o, creemos que podemos adecuar mejor el futuro preservando las estructura económicas, políticas y sociales que sirvieron para glorias pasadas?

Como nunca antes el voto será tan sutil como el de este año, por los problemas que influirán el mismo: inflación, inseguridad, especulación, corrupción, burocratismo, es decir, mismos problemas de siempre, pero como no son elecciones presidenciales ni municipales ni estatales, los problemas son excesivamente combustibles. Consideremos solo la confusión de la devaluación, agreguémosle el cansancio producido por la asamblea sin mayor novedad en estos últimos cinco años, hastío que volvió sensible al proceso.

Necesitamos una asamblea activa, subversiva, que cuestione a los poderes fiscalizándolos y sancionándolos, con mayoría revolucionaria capaz de destruir la bola de cristal empañada, que nos saquen de esa encrucijada que la rutina envolvió guiándonos por la ruta que conduce a la práctica socialista.

La grandeza del proceso venezolano esta en que, proporciona la posibilidad de una revolución o de una evolución dentro del marco existente sin necesidad de un derrocamiento violento del proceso mismo. Algunas de nuestras instituciones nos han sido útiles, otras nos han servido menos porque nosotros no las hemos servido bien a ellas. Podemos creer en la posibilidad de mejorar la manera como las usamos o podemos creer que debemos reemplazarlas, una de las formas del cambio constituye la evolución otra la revolución.

Fuera de las cosas buenas de esta revolución que son muchas, como el mejoramiento de la calidad de vida de población sosteniendo la idea socialista por todo una década, hay muchas cosas malas en este proceso que hemos hecho y sostenido, la pregunta es ¿Qué clase de cambio va a producirse con una nueva asamblea? ¿Será un corte radical con lo viejo o será un cambio por amputación, transplante o mutación?

Que el proceso haya sobrevivido hasta ahora no es motivo para aplaudirnos, ni tampoco hay motivos suficientes para la gratificación de felicitarnos por conservar un alto porcentaje de ineptitud social en la estructura pública del proceso.

La inseguridad, el burocratismo, la ineptitud, no solo desbaratan las obras del proceso, sino que además impide y distorsiona la revolución misma al transgredir los derechos de la mayoría. La inseguridad, resulta una negación de los mismos derechos civiles que las revoluciones reclaman para si. Intelectualmente resulta inconcebible tratar de esconder bajo la capa de la ley el mismo sistema que se intenta destruir.

Si la corrupción, la inseguridad, la economía en crisis, en nuestro mundo representa un síntoma de la enfermedad del capitalismo contra el que se revela la revolución, entonces, para hacer coherentes se hace necesario que esa revolución en el ejercicio de dicha rebelión destruya esos males.


rcpuma061@yahoo.com


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Raúl Crespo


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