Un ejemplo de las blandenguerías de este Gobierno ¡¿Hasta cuándo?!

Hasta hace pocos días, era imposible llegar y equipar el carro de combustible en Maracaibo, San Francisco, entre otros municipios del Zulia, sin tener que esperar horas y horas en una kilométrica cola.

Sobre el problema llovían las excusas, los argumentos, y los operadores de los surtidores forrándose de billete metiendo "bachaqueros" de una forma arbitraria, mientras los dueños de las estaciones de servicio se declaraban incompetentes para resolver tal situación. Y nadie con autoridad legal los señalaba ni los acusaba aun cuando cometían el delito públicamente.

Para muchos esas colas ya solo podrían bajar con la internacionalización del precio del combustible, además, el famoso chip de control de llenado impuesto por el Gobierno bolivariano en los parabrisas de los vehículos, se comenzó a obtener como una papeletica de adobo en el mercado; los bachaqueros los cargaban por paquetes en el bolsillo cuando llegaban a echar gasolina.

Pero curiosamente, el hace poco contralor general de la República, Manuel Galindo, en un programa José Vicente Hoy habló de la corrupción sin desparpajo, y sorpresivamente a los pocos días renunció. En su lugar nombraron a Elvis Amoroso que, casi inmediatamente después de asumir, declaró que estación de servicio que mantuviera cola de carros se le quitaría la concesión y ¡zuaaasss!, como por arte de magia desaparecieron esas bochornosas filas de vehículos a las entradas de las gasolineras. Quizás en otras partes del país persistan, pero a esta fecha, aquí en Maracaibo y San Francisco, no hay, se acabaron.

Ahora, ¿qué se puede interpretar de tal situación?, sencillamente que cuando existe voluntad política es posible resolver los problemas en buena medida por muy engorrosos que parezcan; que cuando se actúa con firmeza, le gente acata la ley. Que el menos pensado está metido hasta el cuello en las acciones golpistas en contra del presidente Nicolás Maduro; obviamente el desorden en las gasolineras que permitían los dueños de estos establecimientos, básicamente en Zulia, era una forma de cumplir sus objetivos financieros y desestabilizadores, se llenaban de plata con el "bachaqueo" y a la vez ejercían el "sagrado" deber opositor de conspirar.

Otra interpretación -que uno como chavista no quisiera decir- es que lamentablemente este Gobierno es muy blandengue, no aplica la ley con severidad. Los ejemplos sobran, recordemos nada más las medidas de recuperación económica. El pueblo acudió al llamado para el control de los precios acordados, y los comerciantes terminaron burlándose de la gente que estúpidamente teléfono en mano, los denunciaba a la Sundde.

No es posible que, siguiendo el ejemplo de la gasolina en Zulia, en este Gobierno no haya un funcionario que se ponga al frente del rubro carne y vigile los precios desde que nazca y se críe el becerro en la hacienda, se lleve al matadero y, por último, se transporte a las carnicerías.

No es posible que no haya un hombre que, por lo consiguiente, haga lo mismo con el queso, el pollo, los huevos, el cerdo, los granos, las verduras, cada uno de los rubros alimenticios y de aseo personal. ¿O es que esos comerciantes que aumentan los precios hora a hora tienen razón?

De todas maneras, yo nunca voy a entender bajo un aspecto diferente al robo y a la especulación, que uno llegue a un negocio en la mañana y le den el precio de un producto, luego pasa en la tarde con la plata y cuando le vuelva a preguntar al mismo vendedor por el artículo, que está en el mismo anaquel, en la misma exhibidora, haya aumentado cien por ciento o quizás más. No lo creo así resuciten y me lo quieran justificar desde el punto de vista económico, Adam Smith, David Ricardo, John Maynar Keines. Eso es un atraco descarado al consumidor. Y lo que indigna más es que este Gobierno que se la pasa pidiéndole apoyo al pueblo, lo permita.

Como es posible que un kilo de caraotas negras valga 1200 Bs S. Que el gobernador del Zulia, Omar Prieto, dijera que tomaría los mataderos cuando la carne tenía un precio especulativo de 700 Bs S y los carniceros, en su cara, lo que hicieron fue llevarla a 900 Bs. S. Y no ocurrió nada.

¿Es que en Venezuela no hay Gobierno? ¿No hay ley para los especuladores? ¿Hasta cuándo nos calamos esta situación? No quiero ser pesimista, pero ante tanta situación adversa, ante tantos problemas y muy poca o ninguna solución, la verdad es que ya uno no haya que pensar.

En Zulia nos salvó el contralor Elvis Amoroso de las colas para echar gasolina; no sé si Omar Prieto nos salvará de las garras de los carniceros especuladores, es muy temprano para establecer algún juicio, aunque adelanto que de momento lo que he visto es una actitud desafiante de los comerciantes cárnicos hacia el Gobernador del estado.



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Alberto Morán


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