Me cuentan que hubo reunión entre los vecinos de la Urb. Obrera Municipal Lídice y la Alcaldía de Caracas, donde presuntamente habrían participado representantes del Transporte, Supra Caracas, del servicio eléctrico, la telefonía, agua y otros de importancia.

En la citada reunión los vecinos habrían hablado con claridad acerca de los servicios que están siendo afectados. Dicen que hasta llevaron a los representantes a un recorrido para que observaran el estado de las calles (las vías de comunicación de Lídice son desde cuando Isaías Medina Angarita, no habían construido el 23 de Enero), las filtraciones, el agua (Ayer llegaría a eso de las 2 de la mañana, aunque muy temprano las aguas se despidieron), el alumbrado y la inefable recolección de los desechos sólidos e imagino que que trataron la cooperación que deben tener los vecinos.

No cabe la menor duda que hay buenos y peores vecinos. Estos últimos salen de sus casas con sus bolsas de basura, pero si viene una camioneta de pasajeros, lanzan los desperdicios a la calle y se montan en su transporte.

Camionetas antiquísimas

Se refirieron al transporte y ahí quedó expuesta una realidad:

-Las camionetas de la Línea Unión Lídice -la mayor parte- datan del año de la pera. Creo que surgieron apenas un desconocido sujeto eliminó los buses azules que tenían su parada en la calle Coromoto.

Lo cierto de todo el asunto es que la Urb. Obrera Municipal Lídice, integrante de La Pastora, la cual está a pocos pasos del Palacio de Miraflores padece desde hace largos años.

En el caso de la Línea de Camionetas, una conversa rápida con dos de sus integrantes arroja el siguiente resultado:

-Unas cuantas camionetas tienen los cauchos lisos, les dan poco aceite y otras unidades tienen problemas por los que no pueden circular, ya que los repuestos se los venden demasiado caros.

No cabe duda de que el Estado revolucionario y bolivariano deberá enfrentar esa realidad, porque independientemente de que existan algunos propietarios bandidos, a quienes les vendido más barato sus respectivas llantas, se las han quitado luego a las camionetas y las venden a través de algunas páginas en internet.

Vigilancia, patrullaje y martillo

¡Nunca ha sido fácil acabar con el bandidaje en general!

Por cierto, me informan que en el tema de la seguridad los problemas son de otra índole. Expliquemos:

Siempre están dispuestos a colaborar, pero tienen una sola patrulla que está parada, sin cauchos por los lados del Hospital de Lídice que no está en Lídice sino en Manicomio.

Ignoro el caso de las motos de los policías, pero como cualquier otra localidad Lídice requiere de vigilancia y patrullaje, porque los delincuentes siempre están informados, como los desvalijadores (ahora se llevan los cauchos, porque la venta sale rápida ante la escasez)

Hay quienes hablan del martillo policial. Lo he escuchado en varias ocasiones, pero no puedo afirmar lo que desconozco. Si se que, precisamente por esas carencias de la PNB, después que me robaron un caucho, pasé por la nueva casilla móvil que está cerca de la iglesia, comenté el asunto pero de ahí no pasó.

En los inicios de la década de los 60 fue calificada como reducto de izquierdistas, guerrilleros urbanos y hasta hubo lanzamiento de paracaidistas y allanamientos. El ejército estuvo por esos lados y algunos vecinos -cuentan- levantaron las alcantarillas y regaron aceite quemado para que los tanques de guerra no subieran.

Con ese antecedente, no fue difícil para las autoridades de la IV república calificar, posteriormente, a Lídice de “zona roja”, mote que estuvo llevando por años, pero siempre quedó en el aire esa idea de que hay que estar mosca cuando se ande por esos lados.

Hoy algunos vecinos siguen luchando por lograr alcanzar que sean satisfechas sus necesidades, como las de cualquier urbanización y parroquia. ¡Claro, ahora hay una mayor participación política de su ciudadanía, pero es insuficiente y se requiere promoción activa de nuevos líderes y de lo que sucede en esa comunidad!