y meterle ganchos al vampirócrata

Ernesto Villegas debe poner un torniquete a vampirocracia que desangró a Caracas...

Un torniquete nunca debe ponerse a lo loco, es de elemental conocimiento antes bien, saber si se trata de una vena o de una arteria, lo cual determina el lugar donde tú debes aplicar ese bicho para que el remedio no sea jamás, peor que la enfermedad.
A buen entendedor pocas palabras bastan.
Y, de paso, sepa Villegas que los remedios caseros no son de orden inferior a los que pauta la farmacopea científica, guarde en su morral un poco de tabaco en ramitas, café molido y, de ser posible, una “papeleta” de kerosén que son tan buenos para parar hemorragias, éstas siempre son de apremio.
A buen entendedor -reitero aunque me ofrezco fastidioso- pocas palabras bastan.
Los vampiros desangran a sus víctimas, Caracas es víctima del vampirócrata Antonio Ledesma, por lo demás adeco profesional, y uno en la guerra tiene que inventar y resolver sobre la marcha para combatir al enemigo, más si se tratare de un enemigo curtido en el arte de la trampa, tal que este adeco de profesión; consecuencialmente, debe tratarse con esmerado cuidado.
Ah, no está de más que Villegas tenga presto en su morral una ristra de ajo, una penca de sábila, una china para con ella lanzarle bolitas de naftalina al aludido murciélago y, una estaca de palosano bien afilada para que, una vez abatida la bestia, clavársela por el tubo de escape.
Valga informar que si usted le tapa el tubo de escape a cualquier carro, éste no agarra el engranaje de la caja de velocidades; tapone usted la tobera a la turbina de un avión y verá que tampoco arranca y si va en vuelo, seguro se cae; en el caso de los vampiros, que vuelan como aviones de piruetas, es bien bueno meterle la estaca por ese bicho para que no se escape y pueda ponérsele los ganchos.
Ah, el ajo es milagroso, no sólo sirve para atontar a un vampiro sino que es multiuso, también sirve para sanar heridas porque tiene propiedad de alto valor antibiótico, y es por lo que ya supe que Villegas se está armando y ya esta mañana y que cargaba una ristra de ajo en el cuello, ese es un mensaje a garcía.
Eso sí, que uno ¡nooo! debe comer ajo cuando va a visitar a la novia porque entonces ella se pone maleducada, refunfuñona, desdeñosa y kromagñona. ¡Es que no hay bien que no venga por mal!

oceanoatlanticoguillermo@gmail.com



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Guillermo Guzmán


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