Eduardo Samán

“Yo no conozco a ese tipo”

Es lo que diría cualquier persona que trabajó durante la gestión de Eduardo Samán en el Ministerio del Comercio, si quiere conservar el puesto. Ese tiempo cuando se demostraba con hechos (areperas, por ejemplo) cómo se formaban los precios especulativos, y cuando se quería ir a fondo contra los mismos orígenes de la especulación. Cuando se hablaba, sin hipocresía, de “comercio socialista”

¿Y por qué un revolucionario socialista tendría que negar su propio trabajo y a sus propios compañeros?

Muy sencillo. Es evidente que en el Ministerio existe una persecución abierta contra todos los socialistas que hicieron algo bueno cuando estaba el ministro de la barba. A Arlen Piñate le retuvieron un boletín y le trancaron todo lo que quería hacer. Atada de pies y manos, no podía realizar ningún trabajo que valiera la pena. Y tuvo que renunciar.

¿Tendremos de regreso la aprobación de las patentes? ¿Volverá, como dicen los pajaritos escuálidos del SAPI, alguno de los directores del tiempo de Carlos Andrés Pérez, vendidos con las corporaciones? Ya a los socialistas nos señalan con el dedo y nos amenazan. Los bichitos están de fiesta.

A Valentina Querales le pusieron un contralor y un jurídico abiertamente escuálidos; el resultado es la caída de la eficiencia de INDEPABIS, lo cual estamos pagando todos los venezolanos que no somos millonarios, y están revisando en el basurero para encontrar motivos por los cuales dejar desempleado a todo lo que huela a socialismo, a pata en el suelo, a negro. Y a todos los directores, dice un pajarito, los mandaron a callarse. Nadie puede declarar en público.

“_Si, señor” es lo único que puede escucharse en los pasillos del Ministerio.

Stalin debe estar muy contento, mientras hierve en la paila del infierno que le corresponde, porque la persecución de revolucionarios socialistas se hace casi – casi como en sus tiempos. Afortunadamente, aquí no existe la pena de muerte.

Es demasiada plata lo que se mueve en esa red de supermercados. Una pequeña cantidad de las ganancias se puede usar para una publicidad engañosa que hable de precios justos, pero cuando el ciudadano vaya a comprar, la decepción es tan grande que tiene que tener una conciencia muy clara para seguir votando por los revolucionarios.

Es una jugada maestra contra el proceso revolucionario.

Cuando una persona hace una denuncia como esta, se arriesga a que digan que está contra el proceso. Es la frase favorita de los filoburgueses o pumalaca que están con la franela roja, la revolución en la boca para extorsionarla y el corazón más adeco que AD. Así se cubren para que no se diga nada de lo que ellos hacen.

Pero alguien tiene que arriesgarse al desempleo para decir la verdad.



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Andrea Coa


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