El gobernante cubano Miguel Díaz-Canel criticó este lunes la política migratoria de Estados Unidos, calificando de "violentas e indiscriminadas" las deportaciones de migrantes y acusando a Washington de utilizarlas como un "mecanismo de presión política y chantaje" contra América Latina.
Durante su intervención en la XII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América - Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), en Venezuela, Díaz-Canel aseguró que los flujos migratorios "no son un problema, sino un fenómeno de nuestros tiempos", una consecuencia del "injusto orden económico imperante" que obliga a miles de personas a abandonar sus países en busca de mejores condiciones de vida.
Díaz-Canel arremetió contra la administración de Donald Trump, acusándola de haber impulsado una política "abiertamente antimigrante".
Entre sus principales críticas, mencionó que la Casa Blanca bajo el liderazgo de Trump defendió y promovió la construcción del muro fronterizo con México, aplicó la política de "tolerancia cero", que resultó en la separación de miles de niños migrantes de sus familias, restringió las solicitudes de asilo y promovió el programa "Permanecer en México", que obligaba a los solicitantes a esperar fuera de EE.UU. mientras se procesaban sus casos.
Además, señaló que la administración republicana redujo el número de refugiados admitidos a niveles históricamente bajos e intentó eliminar el programa DACA, que protege de la deportación a jóvenes indocumentados que llegaron a EE.UU. siendo niños.
Díaz-Canel aseguró que la política migratoria de Trump se basó en un "discurso crítico y discriminatorio contra los migrantes", presentándolos como una amenaza para la seguridad y la economía de EE.UU.
El gobernante cubano también denunció lo que calificó como un "acto barbárico", refiriéndose al establecimiento de un centro de detención para migrantes en la Base Naval de Guántanamo donde, según él, se pretende encarcelar a decenas de miles de personas.
Afirmó que esta medida representa una "amenaza a la seguridad nacional de Cuba y la región" y recordó que la base alberga "un centro de detención y tortura condenado por la comunidad internacional".
Díaz-Canel insistió en que las deportaciones de migrantes deben realizarse "en el marco de acuerdos bilaterales o multilaterales", respetando la soberanía de cada país y evitando la injerencia en asuntos internos.
El líder del régimen cubano afirmó que su gobierno "aspira a una migración ordenada, segura y regular, con respeto a los derechos humanos", a pesar de las constantes denuncias de represión y trabas impuestas a quienes desean emigrar legalmente.
Asimismo, defendió la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) como el espacio legítimo de concertación política en la región y llamó a fortalecer la integración regional.
Mientras Díaz-Canel culpa a EE.UU. de la crisis migratoria en la región, Cuba enfrenta un éxodo sin precedentes. Solo en los últimos dos años, más de 500,000 cubanos han llegado a EEUU.
A pesar de su discurso sobre "migración ordenada y regular", el gobierno cubano ha impuesto restricciones a quienes intentan salir del país legalmente, incluyendo la retención de pasaportes y la negación de permisos de salida a opositores y activistas.