Se fue sólo un Henry del Partido de los socialistas


¿Cuántos Henrys, quedarán en las filas del proceso revolucionario venezolano todavía? Cuántos ciudadanos derechizados, sin compromiso alguno con el proceso de transformación que vive el país, permanecen a lo interno de nuestro proceso, ocupando cargos de dirección en las distintas estructuras de poder. La decisión del Gobernador de Lara, señor Henry Falcón, nos permitió ver cuan complacientes somos con la contrarrevolución interna. Es increíble, pero hemos desarrollado una tolerancia hacia la contrarrevolución, que lo contrarrevolucionario ya no es lo que se ha conceptualizado en las teorías revolucionarias, por el contrario lo son actos más banales. Hay que ver en los momentos actuales cuales son las acciones en las que debe incurrir un individuo para poder ser catalogado de esa manera, y nos daríamos cuenta que escribiríamos una nueva teoría. Desde mi punto de vista, la critica al Gobernador son válidas, ya que el ciudadano no ha tenido reservas al expresar las condiciones limitadas en las que apoya a esta revolución. Y Su preferencia por la oligarquía, ha quedado en evidencia en reiteradas oportunidades. A diferencia de los revolucionarios, este señor siempre se ha inclinado por el bienestar y el acomodo de las élites. De hecho en los procesos para la selección del candidato a la Gobernación del chavismo, fueron muchas las voces que se opusieron a su candidatura por conocerse su talante, pero allí está, imagino que como resultado de una “estrategia muy revolucionaria”. Lo cuestionable aquí, es lo tardío de la critica, las conveniencias con la que se viene manejando nuestro proceso, que debería caracterizarse por la presencia de cuadros claros ideológicamente, y una conducta moral intachable. Que los cuadros más avanzados en lo técnico y en lo ideológico, sean los que conduzcan el proceso.

 

Ahora, ¿se pudiera considerar que con la salida de Falcón, se saneó el cuadro directivo de nuestra revolución? Por supuesto que no. Son muchísimos los que permanecen a lo interno, con una camisa muy roja, con una gorra con una estrella y con un discurso  aparentemente revolucionario. Pero que son grandes bandidos, contrarrevolucionarios naturales, que deberían se execrados de inmediato. Pero allí permanecen, saqueando el erario público, desmoralizando y desalentando a nuestros dirigentes de base, con su comportamiento inmoral. Haciendo uso del tráfico de influencias. Algunos con memoria y cuentas de gestiones anteriores negadas. Pero permanecen allí, porque al parecer ya han cambiado los parámetros para ser catalogados contrarrevolucionarios.

 

De Ramón Martínez, siempre se dijo que tenía una práctica contra revolucionaria, muchísimos proyectos destinados al Estado, los llevó al fracaso. Pero entra en desgracia cuando se le pega la manía de que él no iba a estar con el pensamiento único. Lo mismo ocurre con Raúl Baduel, se aleja del proceso y de inmediato le sale a relucir su sarna. Y así como éstos, muchísimos más. En pocas palabras cargamos nuestros podríos, sin ningún complejo, solo hasta que éstos deciden no estar más con nosotros.

 

Este proceso, debe limpiarse de los “chavistas” que no quieren estar más con nosotros y también de aquellos que quieren estar con nosotros, que hablan del socialismo, pero que son unos delincuentes sin capuchas. Que malversan el dinero del pueblo, que se enriquecen a costilla del pueblo. Es necesario depurar nuestros cuadros de dirección. Desde mi punto de vista, un dirigente revolucionario debe ser sancionado con más firmeza, que un ciudadano que no lo es. Esa doble moral que venimos sosteniendo, está implosionando, la confianza de nuestra base, en la revolución.

 

 Decía el Che Guevara el 18 de mayo de 1962. “Contrarrevolucionario es todo aquel que contraviene la moral revolucionaria, no se olviden de eso. Contrarrevolucionario es aquel que lucha contra la Revolución, pero también es contrarrevolucionario el señor que valido de su influencia consigue una casa, que después consigue dos carros, que después viola el racionamiento, que después tiene todo lo que no tiene el pueblo y que lo ostenta o no lo ostenta, pero lo tiene. Ese es un contrarrevolucionario, a ese sí hay que denunciarlo enseguida, y al que utiliza sus influencias buenas o malas para su provecho personal o de sus amistades, ese es contrarrevolucionario y hay que perseguirlo pero con saña, perseguirlo y aniquilarlo”.

 

PEDRO.G.FIGUEROA@GMAIL.COM



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Pedro Figueroa


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