Patear la mesa

Vacilé en el momento de titular esta columna entre "patear el diálogo" o "patear la mesa". Finalmente opté por patear la mesa, expresión que uno suele usar para referirse a cualquier acción intempestiva mediante la cual se da por concluido un encuentro, una conversación o cualquier intento de acercamiento entre personas, organizaciones sociales o políticas. Ahora escribo sobre las vicisitudes del diálogo, es decir, sobre la disposición civilizada para dilucidar las diferencias y las celadas que se montan para frustrarlo.


Ante todo quiero decir que en mi opinión el diálogo es inherente al ser humano, y que en una actividad como la política --especialmente en situaciones difíciles-- siempre debe estar presente la voluntad de hallar maneras para entenderse sin recurrir a la violencia. Por eso planteo la necesidad de que los venezolanos dialoguemos con el telón de fondo de una compleja situación caracterizada por las tensiones desatadas por los cambios y la resistencia a éstos.

En el entendido de que hacerlo no significa renunciar a principios, incurrir en pactos infames o repetir políticas del pasado como las que entronizó el puntofijismo. Todo lo contrario. Se trata de explorar las posibilidades para conseguir que el diálogo tenga carácter social; que nuevos interlocutores participen, y que las iniciativas no se contaminen con la politiquería.


Es obvio que a veces la opción diálogo no encaja en la realidad y lo que se plantea como concepto, como desideratum, difiere de los hechos. Éstos son tercos y, en apariencia, inmutables. Por eso expongo un punto de vista polémico. Por diversos motivos el diálogo tiene enemigos tanto en el chavismo como en la oposición. Unos y otros alegan motivos para cuestionar esa posibilidad --que no discutiré por ahora--. Lo que si me interesa es puntualizar que en momentos especiales, como ocurrió en tres oportunidades recientes de nuestra historia, se presentó la siguiente situación: 1º) Después del golpe contra la Constitución y la democracia el 11 de abril de 2002 y Chávez retornó a Miraflores, él llamó a un diálogo nacional. A finales de ese mes designó una Comisión especial para impulsar aquella insólita iniciativa con todos los sectores --incluyendo a los que estuvieron en el golpe--. ¿Cuál fue la respuesta de la oposición en las reuniones de Miraflores? Patear la mesa. Atribuirle a la propuesta presidencial la intención de engañar al país porque el Gobierno, según ellos, se caía y Chávez estaba "chorreado" --término culto que empleó la oposición--. De esa frustrada mesa de diálogo salió la oposición a planificar el golpe petrolero. 2º) Otro episodio emblemático ocurrió en el marco de la agitación que provocó la oposición por la no renovación de la concesión
aRctv. La AN abrió las puertas a un debate con participación de sectores estudiantiles de oposición y el chavismo para crear condiciones para dialogar. En el acto de la AN, trasmitido en cadena nacional de radio y televisión, lo voceros de la oposición, en pleno debate, optaron por el desplante y abandonaron la tribuna parlamentaria. El hecho fue otra patada a la posibilidad de dialogar. 3º.) La nueva muestra de esa vocación opositora a reclamar espacios para expresarse y luego desecharlos, surgió con motivo de la marcha de autoridades universatarias y dirigentes políticos y estudiantiles del 20 de mayo. La respuesta a la actitud dialogante de un ministro como Luis Acuña, de reconocida humildad, buenos modales y vocación de servicio --quien recibió a los líderes de la movilización como nunca lo hicieron en iguales circunstancias los ministros de la Cuarta República--, fue desmesurada. Si en abril de 2002 un energúmeno que hace de la violencia mediática su forma de figurar dio la señal para acabar con la iniciativa de diálogo de ese entonces; y un dirigente estudiantil disociado abortó el diálogo en el escenario del Poder Legislativo hace dos años, ahora la hazaña la consumó la rectora de la UCV quien, desencajada y sin consideración a elementales normas de educación, abandonó la mesa de diálogo alegando haber sido "emboscada" cuando el estudiante Vicente Moronta ejercía su derecho a criticar la inversión del presupuesto universitario. O sea, pateó la mesa. Cabe preguntar, ¿qué perseguía la rectora con semejante actitud? Sin duda que no era dialogar.


Entonces, ¿es posible dialogar? Cada día se cierran más las rendijas para hacerlo: no hay interlocutores y se desprecian los escenarios. Los sectores radicales de la oposición avanzan, mientras los democráticos se repliegan. La conducción política al parecer pierde la batalla y cede ante la ofensiva de los violentos. No hay semana sin que se asesine o sea herido algún dirigente del chavismo: estudiante, líder sindical o agrario; sin que se descubra algún plan conspirativo, se detecten intentos de captar oficiales y de utilizar paramilitares desmovilizados en Colombia y movilizados en Estados fronterizos. No hay momento en que no se tenga conocimiento de algo relacionado con la trama del magnicidio; ni hay tregua en el mensaje subversivo que ciertos medios de comunicación, radiales, escritos y televisivos, esparcen impunemente alentando la descalificación nacional e internacional de Venezuela. ¿Qué hacer? Perseverar en el diálogo pareciera ser una quijotada, pero hay un inmenso sector del país que lo valora y está dispuesto a participar si se adelanta con claridad y decisión. Lo cual no es incompatible con la determinación, si es necesario y las circunstancias lo imponen, de asumir el desafío de los violentos. En el plano de restearse frente a la provocación, cualesquiera sea ésta. Porque hay que decir que la pelea es peleando si la oligarquía y el fascismo siguen escalando.



LABERINTO

Un señor
que tiene muchos negocios, entre otros una planta de televisión que opera con licencia del Estado, pretende que si se le abre una investigación, ajustada a derecho, en torno a cualquiera de sus empresas, se trataría de un ataque a la libertad de expresión. Así resulta fácil delinquir. Es como alegar lo mismo si el Seniat cobra impuestos a dueños de medios. O como el malandro que se atreviera a invocar la libertad de comercio si la policía lo apresa vendiendo droga...


La libertad de expresión
nada tiene que ver con la venta de vehículos. Si hay "engorde" de carros, o la práctica ilegal que sea, la responsabilidad proviene de esa actividad concreta y no del medio...


Si el señor
de Los Chorros tenía una flotilla de autos en una propiedad suya -que no es su vivienda y que carece de patente comercial para operar- violó la ley, corresponde a los órganos competentes determinar las responsabilidades. No al medio del cual es propietario que, obviamente, asume su defensa...


La rectora
de la UCV llama a la oposición a unirse.

Buena demostración de su independencia política y del equilibrio con que se maneja en el alto cargo académico...


Por cierto,
urge que la investigación que el Contralor Russián abrirá sobre la inversión del presupuesto de la UCV, aclare el destino del 45% de ese presupuesto que el año pasado quedó sin ejecutar.

¿A dónde fue a dar el dinero?...


Las diferencias
no deben conducir a descalificar, por motivos de opinión, a compañeros de lucha. Tal es el caso de los comentarios en contra de Vladimir Villegas. ¡Cuidado! Es un camino peligroso: se empieza y no se sabe dónde se termina.

jvrangelv@yahoo.es


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José Vicente Rangel

Periodista, escritor, defensor de los derechos humanos

 jvrangelv@yahoo.es      @EspejoJVHOY

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