Negociación = Impunidad; Justicia = Nuevo 13 de Abril

A propósito de los casos Capriles y Melo: Sobre cómo la impunidad golpista sofoca a la revolución

A propósito de los casos Capriles y Melo:

Sobre cómo la impunidad golpista sofoca a la revolución

A dos años del golpe y la masacre del 11 de Abril la impunidad manda y vuelve inaplicable la Constitución. La impunidad se ha vuelto endémica. La revolución, a pesar de la vitalidad y el aliento del pueblo, tiene enferma la cabeza con el parásito de la impunidad. Este es nuestro gran drama y el mayor reto que enfrenta este proceso: Acabar con la impunidad y despejar las vías de la revolución venezolana. Pero, para acabar con la impunidad es preciso acabar con este Estado.

Se ha vuelto a demostrar, una vez más. Quien exclamó: ¡Por fin!, cuando entrevió el despertar de la justicia en los autos de detención a Carlos Melo y Capriles Radonsky; tendrá que tragarse la rabia y volver a ilusionarse con nuevos espejismos. Ahora reaparecen tan orondos, por sus medios privados, llamando a la rebelión de los “empaltosados” y de las charreteras, calificando de “régimen dictatorial” al que, impotente, los deja escapar porque a un juez de “alta clase” se prestó a patear burdamente la ética y el Derecho (así de enrevesados son los vericuetos de la ética y del Derecho del Estado burgués).

También en estos días, reapareció el General golpista “carmoníaco” del 11 de Abril, Velásquez Velasco, como si nada, dictando cátedra sobre cuestiones militares y derechos humanos, como quien no ha roto un plato.

La impunidad se “normalizó” y esto es incompatible con un proceso revolucionario, o se resuelve urgentemente, o el proceso definitivamente se degrada y le abre el camino a la contrarrevolución.

De nada sirve que los pesquen en flagrancia; se puede ir preso un año por defender la Constitución y la democracia en Puente Llaguno, bajo las balas de los poli-asesinos de la Peña-Metropolitana o de los francotiradores de la CIA. Y, encima, nadie responde por la mentira mediática que los presentó como “pistoleros” ante el mundo.

Pero, un dirigente opositor o un indecente miembro de la elitesca y adinerada “suciedad civil”, no pasarán más que unos días preso, porque Don Dinero y Don Poder dirán que... ¡Se violan los derechos humanos! ... de los violadores. A menos que los trabajadores y el pueblo organizado, un día, como fuerza motriz de esta revolución, comprendan en conciencia y acción, una vez más, que es a nosotros, directamente a nosotros, como el 13 de Abril, a quienes toca la misión de poner las cosas en su sitio. Tuvieron mucho tiempo para hacerlo la Fiscalía, los tribunales, la Asamblea Nacional y… el propio gobierno. No es válida la excusa de que el Poder Ejecutivo no está facultado, porque el liderazgo de Chávez tiene siempre la opción de convocar al pueblo y utilizar su gran poder de movilización en cumplimiento de la urgente tarea. ¿Si el 13 de Abril, con la oleada del pueblo, remontamos el golpe y nos quitamos de encima a Carmona y al cortejo militar traidor, por qué no pudimos limpiar al Estado de conspiradores al servicio de la oligarquía, después de que Chávez recuperó el “poder”? Porque se necesita un nuevo 13 que barra con los residuos.

Mientras tanto el gobierno resiste el acoso de sucesivas escaladas, como si tuviera las manos atadas; o mejor dicho: el Estado atado, capturado por los dueños de El Capital.

No se va a juicio, ni mucho menos preso, por dar un golpe de Estado fascista, ni por asaltar la Embajada de Cuba (al fin y al cabo es un “país forajido” para el Sr. Bush). En los hechos, los administradores de la Constitución y de la ley se atragantan si hay que ponerle el guante a un jefe de las bandas armadas del golpismo contrarrevolucionario. Porque... para que la OEA -o sea, el Ministerio de Colonias de los Estados Unidos- no nos aplique la “Carta Democrática” (a las colonias, por supuesto, pero nunca a ellos mismos), es preciso ser tan, pero tan democráticos, que hasta los hechos más antidemocráticos, atroces e inhumanos de la oposición pro-imperialista deben ser consentidos. ¿Cuánto puede durar la revolución de esta manera?

Gracias a la impunidad, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela fue convertida en una quimera. Por encima de ella hay una “supra-ley” concreta que se impone: La impunidad por la impotencia del Estado (que es también la impotencia del gobierno).

Es muy cierto que le hemos ganado sucesivas batallas a la oligarquía golpista, que nos zafamos del golpe del 11 y que recuperamos PDVSA del paro-sabotaje, pero seguimos a merced de los resortes ocultos del poder burgués, enquistado en todos los espacios institucionales y en los mecanismos más íntimos y esenciales de esta sociedad capitalista en la que continuamos viviendo. La oposición golpista derrotada sigue -en el fondo- mandando. ¡Qué contradicción! Coexiste y se manifiesta en la dualidad de poderes que se confrontan en la lucha de clases.

El Ché decía: “Revolución socialista o caricatura de revolución”, pero el “socialismo” no se puede nombrar.

Es la repetitiva historia de los últimos dos años. El cáncer contrarrevolucionario que hizo metástasis el 11 de abril no fue extirpado tras la acción quirúrgica del pueblo que salió el día 13. El gobierno y las fuerzas políticas que lo ejercen, optaron por no extraer de raíz el tumor. ¿Por aquello del qué dirán los imperialistas y sus lacayos? ¿Porque existen dolientes dentro del gobierno?

Han preferido el uso de la “quimioterapia” institucional, con el recetario y la botica que dejó la IV República, en lugar de la acción contundente de la movilización revolucionaria. ¿Le temen al bisturí del pueblo?

Cada vez que el pueblo lo aplica, como ocurrió el 13 de Abril y cuando el paro-sabotaje de diciembre 2002, sale algo que salva al tumor: Un llamado a la “calma”, una cruz que perdona lo imperdonable, una decisión de la Suprema Injusticia donde los delincuentes se salvan a sí mismos, una mesa de negociaciones y acuerdos que legitima y resucita a los asesinos y saboteadores derrotados, unas cuantas firmas más, unos reparos que dan cuerda a un fraude espantoso, un pantano fabricado por la OEA y el Centro Carter para prolongar las agonías y tejer nuevas trampas... Nunca rematamos y eso desgasta a la revolución… a pesar del 56 % de popularidad (no es la popularidad de Chávez lo único que define la cuestión).

Remember: ¡Nicaragua, Contadora! ¡Carter sabe mucho de Nicaragua! Los imperialistas se reparten los papeles: Bush trabaja más el “garrote”, Carter entra más suave, con la “zanahoria”, pues su estilo es matar dulcemente. Algunos se dejan matar creyendo que los acaricia el cuchillo. Otros van corriendo hacia el “demócrata” kerry y salen con un bofetón en el rostro que les dice que el imperialismo puede tener varias caras y máscaras, pero es uno solo.

La negociación no puede ser para levantar del suelo al derrotado y dejar que nos tienda la zancadilla. No es estrategia, ni es táctica… Es caer en el plan sinuoso del imperialismo y en las maniobras rastreras de la clase dominante, confiar en los caminos laberínticos del Estado burgués (intrínsecamente dominado por ellos, los burgueses) en lugar de entender las lecciones dadas por el pueblo para ofrecerle programa y dirección política.

Es por eso que hay una impunidad exasperante, absolutamente antidemocrática, totalmente anticonstitucional, terriblemente contrarrevolucionaria, insensatamente suicida, pero... ¡Insólitamente oficial! (por consentimiento, por omisión, por no mover al pueblo contra ella).

El pueblo salió solo, más de una vez, sin necesidad de convocatoria, cuando supo que no había más remedio, cuando no había dirigentes que impusieran mesura e incluso contra la “mesura”. El pueblo salvó al proceso (por ahora), pero fue frenado en sus bríos por los reformadores de lo irreformable. Y no se remató la tarea. El monstruo quedó herido, pero sigue con las fauces abiertas y aunque ahonda sus heridas cada vez que se entrompa con la fuerza del pueblo, queda vivo para lanzar nuevas dentelladas porque algo nos impide quebrarle el pescuezo. Alguna de esas dentelladas del monstruo herido podría ser mortal… para todos nosotros.

Todo aquello que no se resuelve en el terreno de la movilización revolucionaria de las masas; todo lo que es llevado al pantanoso terreno leguleyo-institucional-electoral, al terreno de las mesas de negociación o de “diálogo” con quienes no se puede dialogar (oligarcas asesinos, golpistas saboteadores, medios psico-terroristas, etc.) cae dentro de la perversa mecánica de las maniobras de la clase dominante. Ellos son maestros conocedores de los pasillos laberínticos del Estado, expertos en el chantaje, el soborno, las manipulaciones y las artimañas.

Todo lo que el pueblo no resuelve con sus excepcionales sacudones de calle, con sus 27 F o sus 13 de Abril, termina en desventajosos arreglos amortiguadores, que libran una y otra vez a la derecha golpista de los embates de los trabajadores y las masas populares. El aparato institucional burgués actúa como la campana salvadora de la oligarquía conspiradora en el ring de boxeo y le da el chance de prepararse para una nueva asonada. Lo que pasa es que el pueblo les ha pegado muy seguido y muy fuerte, sin llegar a noquearlos, y el contrincante todavía se está tambaleando; pero los “árbitros” (TSJ, CNE, Mesas de Negociación y Acuerdos) a cada rato, le dan “conteo de protección”.

De esto es corresponsable la dirección política del proceso; es decir, el gobierno. Parecen no querer entender que si las instituciones de este Estado capitalista –pese a la Bolivariana- son en esencia instrumentos históricos de la burguesía nacional y su amo imperialista, van a servirle, en última instancia, a sus fines y sólo los trabajadores y el pueblo movilizado son capaces de llegar hasta el final, con una sola condición: Una dirección política revolucionaria, que no nos desvíe, que no nos detenga.

Ahora, en estos días de abril de 2004, dos años después de un golpe fascista, que fue triunfante sobre el gobierno, pero fue derrotado por el pueblo, vuelven los “fariseos” de la derecha golpista-terrorista a agitar la maraquita del 350 y de la seudo “desobediencia civil”. Como lo hicieron antes, esta es una movida acompañada por la intriga militar y la presión imperialista. Aplican el “garrote” y si no pueden derribarnos, entonces tratan de aprovechar la situación para ponernos a morder la “zanahoria”. Es su manera de obtener concesiones en la negociación o de crear un marco más propicio a las consecutivas escaramuzas de sus jueces dentro del andamiaje judicial, el mismo que fue armado por el hábil burgués Luís Miquilena, que tanto daño hizo por dejarlo infiltrarse en las filas bolivarianas.

Acaban de salir de la “guarimba” sin rendir cuentas por los desmanes y nadie se las ha podido cobrar. Al contrario, después de implantar, de facto, su estado de sitio en media Caracas, con muertos y destrozos multimillonarios, les autorizaron (¡los ultra-democráticos funcionarios gubernamentales!) a marchar en la avenida Libertador como si no hubiese pasado nada, amenazando nuestra seguridad.

Aquí los asesinos públicos gozan de todos los derechos anti-democráticos requeridos para atentar contra el pueblo, mientras el pueblo tiene que calárselos esperando a ver si los detienen cuando cometan un crimen todavía más escandaloso y bárbaro. No bastó con los muertos y heridos de Puente Llaguno, pues se atrevieron a acusarnos a nosotros, a sus propias víctimas. La revolución sigue sedienta de justicia y no nos dejan ir al río. ¿Será que irán presos cuando se atrevan a matar al presidente? ¿Irán acaso presos cuando sean capaces de asestar el “pinochetazo” que antes les falló? ¿Habrá tiempo para eso si seguimos dándoles cuerda?

Mientras tanto, los golpistas le echan cizaña a la Fuerza Armada Nacional tratando de encrespar la delicada trama militar con el caso de los soldados quemados. Mucho ojo con las consecuencias de esto.

Como parte de la comparsa, la alta jerarquía eclesiástica, los obispos impúdicos y satánicos firmantes del Acta del dictador Carmona, disfrazados de mansos rezanderos, manipulan la fe y usan los manifiestos religiosos y las procesiones de Semana Santa para lanzar insidiosos mensajes subliminales dirigidos a socavar al gobierno que eligieron las clases populares. Por un lado se lavan las manos enrojecidas, como Pilatos; por el otro estrechan las que están manchadas de sangre, las de sus aliados golpistas de la Coordinadora Democrática, la sucias y sacrílegas manos bélicas de los usurpadores de la Virgen de Plaza Altamira, las de los potentados de FEDECAMARAS, las del Virrey Shapiro... ¡Como le sirven a los dioses terrenales y a los bajos apetitos!

En esta coyuntura estamos. Los golpistas andan negociando los reparos de las firmas fraudulentas para acortar la brecha hacia el revocatorio. Sabemos que hubo un fraude descomunal, pero no sabemos si habrá o no habrá revocatorio. Parece que estos asuntos no dependen realmente de lo que es legal, sino de los arreglos políticos supervisados por el imperio y del grado de penetración que las fuerzas de la oligarquía puedan tener en los organismos estatales. Para ponernos a morder la “zanahoria” del referéndum, primera vía para salir del “problema Chávez”, seguirán dosificando el “garrote” como ablandador de las negociaciones. Y si las masas populares no son convocadas o no actúan por sí mismas para hacerse sentir, aquí podría ocurrir cualquier sorpresa, no nos confiemos.

Hace tiempo que estamos necesitando inmensas movilizaciones que le exijan e impongan a la Fiscalía y a los tribunales el fin de la impunidad golpista. No podemos conformarnos con ir a escuchar un magnífico discurso de Chávez junto al Jardín Botánico. La fuerza del pueblo está siendo desperdiciada y eso es un crimen.

En lugar de quedarnos pasivos en la Bolívar o en las autopistas, deberíamos ir ante el Ministerio Público y ante el Tribunal Supremo de Justicia, deberíamos reclamar la reestructuración y depuración profunda del Estado ya, remover a todos los alcahuetes de la derecha golpista enquistados por todas partes. Deberíamos rodear a los medios psico-terroristas que delinquen abiertamente e imponerles el control social sin más vueltas, en lugar de tolerar la ilegalidad de que no se aplique nunca la ley porque se les trata como “intocables”... En vez de cerrarlos por golpistas e instigadores de la violencia fascista, se les aplica multas por evasión de impuestos… y ellos las apelan. ¡Nunca se va al grano! Si las instituciones, después de dos años, todavía no lo hacen, el pueblo tiene que hacerlo y tiene que meter presos a los golpistas y asesinos del 11 de Abril, los mismos que siguen impulsando la ofensiva contrarrevolucionaria de hoy.

Ahora que la derecha pro-imperialista insiste, otra vez, en hablar de “rebelión” y “desobediencia civil”, que amenaza con volver a desconocer y desobedecer cualquier medida del gobierno o de las instituciones que no complazca sus caprichos… Ahora que sus gobernadores y alcaldes andan rumiando la proclamación de supuestas “zonas liberadas” en sus jurisdicciones; tenemos que advertirles que nosotros les responderemos con la “desobediencia popular” para con todos sus resortes de poder, hacia sus gobernadores y alcaldes, hacia sus magistrados y sus jueces, hacia sus policías paralelas.

O manda el pueblo, o mandan ellos. O volvemos a la calle para completar el 13 de abril, o el 11 volverá a repetirse... en algún momento, así sea con el rostro del referéndum fraudulento. No nos confiemos. Nadie sabe lo que va a pasar.




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Gonzalo Gómez

Psicólogo y comunicador popular, cofundador de Aporrea. Miembro de la Coordinación Nacional de Marea Socialista. Militante internacional de la Liga Internacional Socialista (LIS).

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