Fanfarronería criolla

Los venezolanos deberíamos aprender a ser más modestos. A razonar con serenidad nuestras posibilidades de éxito, antes de emitir pronósticos emotivos. Lo acaba de reconocer el responsable del Comité Olímpico Venezolano, al admitir que fue un error no sólo considerar sino además hacer pública, la meta de cinco medallas en los juegos que están finalizando en Beijing.

El excesivo optimismo sin fundamentos concretos es una característica de los venezolanos, independientemente de las posiciones ideológicas y de las circunstancias. La Vinotinto gana dos juegos seguidos aunque sea contra Suazilandia o Tahití y se dispara una campaña con edición de libros, distinción de una línea aérea como exclusiva de la divisa, instalación de vallas publicitarias y miles de afiches alusivos a la selección, así como la difusión de jingles radiales hasta el cansancio, sin contar con la saturación de la imagen del técnico y jugadores en la prensa escrita y en decenas de programas de radio y televisión. Lógicamente, el común de la gente, que desconoce la realidad del fútbol regional o mundial, es víctima de la proyección mediática del equipo y sufre luego el desencanto de la derrota, después de haber soñado con una selección mundialista. La consecuencia es pérdida de credibilidad y el aprovechamiento politiquero de la situación por parte de la oposición.

Con la delegación actual a los Juegos Olímpicos se sometió a nuestros jóvenes, quienes se ganaron justificadamente sus cupos alcanzando los registros mínimos exigidos para la justa, a una presión adicional innecesaria, colocando sus fotografías en cada poste de Caracas, presentándolos en cuñas patrocinadas por instituciones oficiales, y contando como siempre los pollos antes de nacer, como dirían nuestros abuelos.

El gobierno, que al igual que la oposición también ha pecado de inmodestia en varios eventos (basta recordar los partes de Ortega y los Fernández en cadenas de TV comercial durante el paro petrolero, o los alardes presidenciales antes del referéndum para la reforma constitucional), debería revisar muy bien su gestión publicitaria, porque resulta curioso que un régimen que busca crear un modelo socialista inédito, incurra en tan enormes gastos publicitarios, favoreciendo a medios desde los cuales no sólo se ataca sistemáticamente al Presidente y su gabinete, sino que además se agrede a nuestros atletas y se celebran como propios los éxitos gringos.

(*) Profesor UCV

charifo1@yahoo.es


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Douglas Marín (*)


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