Criminal desabastecimiento

E n su obsesión por sacar del poder al Presidente de Venezuela la derecha mundial se vale de cualquier mecanismo. Ya es demasiado.

No lo soportan. El proceso bolivariano es una referencia obligada para los movimientos populares latinoamericanos. Las luchas del continente en esta nueva hora se hermanan con los esfuerzos de nuestra nación para transitar por un sendero que permita consolidar lo que establece la Constitución.

Los aliados internos de esta derecha, disociados totalmente, se niegan a aceptar no sólo el cambio horario, cosa común en diferentes lugares del mundo, sino el proceso de reconversión monetaria, hecho también de pleno uso en otros contextos. Si el asunto quedara aquí, pasa. De los últimos nueve años se puede hacer una cronología minuciosa de las estrategias perversas implementadas por la oposición con el único fin de aplastar al Presidente y al proyecto que él encarna.

Los poderosos grupos económicos que controlan las cadenas de comercialización alimentaria creen tener la sartén por el mango. Cada día aprietan más sus tentáculos. No importan los niños y los ancianos. Ni las mujeres ni los enfermos. Gritan soterradamente: ¡ahora sí cae! Estos carteles actúan como mafias: primero acaparan, luego desabastecen y finalmente disparan los precios. Cualquiera de estas fases genera pingües ganancias a estos sectores.

Se genera un perverso círculo vicioso por la necesidad insatisfecha. Los desprevenidos consumidores que puedan pagar el sobreprecio, afectados en sus rutinas y cotidianidad, cansados ya, dicen "no importa lo que me cueste el producto, lo quiero y ya". Este hostigamiento alimentario ha perdurado en el tiempo. El país lucía acorralado. En estos últimos días, el atenazamiento se hizo más fuerte y el Gobierno ha reaccionado. Toneladas de alimentos acaparados se han rescatado y se han decomisado gandolas con enormes cantidades de alimentos en ruta hacia Colombia.

La derecha dice, sotto voce, "esta vez Chávez muere por la boca". "De ésta no lo salva nadie". Urge que el Ejecutivo dé respuestas contundentes. Esta situación asfixiante no puede perdurar. Hay que actuar con la celeridad que exigen las circunstancias y abastecer con los productos de la dieta básica. Toda demora favorece a la reacción.

Periodista/Prof. universitaria


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Asalia Venegas S.


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