Sin ofenderte: "good bye Baduel"

Si escribimos para insultar a quien se fue, malgastaremos líneas sin explicar la historia de quienes en el Socialismo nunca han estado. Prefiero hacer emitir una apreciación seria de las recientes declaraciones del General Baduel contra la propuesta de reforma constitucional. Precisando elementos principales de su identidad, vale caracterizar que se trata de un alto oficial de la FAN, proveniente de la generación de fundadores del movimiento militar bolivariano y que tuvo un papel principal en esa organización, aunque que no participó directamente en los alzamientos de febrero y noviembre de 1992. Es preciso subrayar que durante todo este gobierno, había permanecido siempre en los cargos mayor rango y confianza de la FAN, al mando del poder de fuego y que a partir de su actuación contra el golpe de abril de 2002 se promovió altamente su prestigio en el estamento militar y el pueblo venezolano. Desde esta óptica, pudo ser sorpresivo el aparente cambio radical del General que siempre apoyó al proceso bolivariano. Recomiendo preguntarnos: ¿Cuántas figuras poderosas del país reúnen un perfil semejante al de este General? ¿Y sobre la base de este perfil, hasta que punto podemos asumir la unidad plena del alto mando político nacional? ¿Será Baduel el último de su clase en bajarse del tren revolucionario? Ante tan delicado tema, no se puede especular ni seguir meros titulares de prensa, sino más bien, tomar el caso específico analizado y encuadrarlo dentro de ciertas leyes generales de la ciencia social, para adelantarnos a la aparición de nuevos opositores e identificar eficazmente las amenazas presentes y futuras de los enemigos internos. Es así como caracterizamos que el acto de Baduel constituye una manifestación propia de todas las revoluciones, que a medida que avanzan a nuevas etapas de desarrollo ideológico, político y social, nos van planteando mayores sacrificios, niveles de compromiso y grado de identificación. Por esto, debemos advertir que no todos los que apoyamos el derrocamiento de la dictadura de la vieja burguesía representada por AD y COPEI, éramos todos “chavistas” y menos aun “revolucionarios”, exceptuando a quienes venimos militando activamente en el comunismo u otros movimientos de izquierda socialista.

Evidentemente la clase popular ha brindado su respaldo sincero al Proceso Bolivariano y al liderazgo del Presidente Chávez, porque ha depositado en él sus esperanzas de justicia social, pero no podemos olvidarnos de los cazafortunas y oportunistas de ayer, quienes observaron rápidamente su posibilidad de reacomodo con el nuevo gobierno y la obtención de nuevos negocios y puestos de poder, para atrincherarse como nueva clase privilegiada. Ellos también “se visten de chavistas”. Desde que apareció Chávez hasta hoy, las caras del apoyo a la revolución no son todas las mismas. Ni todas las caras de hoy lo serán mañana, por cuanto el rumbo auténtico de la revolución está esencialmente determinado por su contenido de clase y la historia de la humanidad así lo certifica. De modo que cuando hablamos de Socialismo, nos referimos a un sistema social donde la clase popular (clase trabajadora) toma el control de los medios de producción y desde esa posición ejerce el poder político de la mayoría; porque desplaza verdaderamente a la minoría burguesa capitalista que reinaba como “dueña absoluta” de los medios de producción, explotaba la fuerza laboral de los obreros y se apropiaba de los bienes que estos últimos generaban. De allí que la pertenencia que se tenga en la guerra de la Burguesía (el capital) contra el Proletariado (el trabajo) sea definitiva para determinar el grado de identificación con la revolución actual. Acontece pues, una depuración de la fuerza progresista. Cuanto más próximos estemos como país, de realizar el anhelo socialista respecto a vencer la pobreza, la exclusión, y que cada trabajador, como productor directo de riquezas, perciba el justo beneficio de lo que genera y, a su vez, que contribuya conscientemente con su sociedad; aparecerán nuevos desertores, por que su moral, filosofía de vida, afectos, y sobretodo sus intereses materiales tienen un mayor grado de identificación con clases y sistemas atrasados de la sociedad: la dictadura de la burguesía, la propiedad privada, la democracia representativa, la religión al servicio de la aristocracia, la explotación capitalista. En efecto, a mientras más difícil se obtener poder o riquezas altos cargos, más desertores saldrán. Las armas solo ratifican lo que en la escena ideológica ya se ha conquistado. Aunque también fuiste chavista, te decimos hoy, sin ofenderte, Good-Bye Baduel.

(*)abogado

jesussilva2001@cantv.net


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Jesús Silva R.(*)

Doctor en Derecho Constitucional. Abogado penalista. Escritor marxista. Profesor de estudios políticos e internacionales en UCV. http://jesusmanuelsilva.blogspot.com

 jesussilva2001@gmail.com      @Jesus_Silva_R

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