¿Qué coño digo si no lo esperaba?

Podría pasar todo el tiempo que necesite sentado en esta improvisada trinchera literaria marginal, para tratar de construir, una lógica razonable, que me permita interpretar, algunas actuaciones del ser humano, y seguro con la mas absoluta y segura incertidumbre que, pasaría toda la vida escribiendo, y por ignorante nunca llegaría a ninguna parte y a ninguna conclusión. Y perdonen el yo mismismo; pero no puedo hablar paja por lo demás; aquí cada quien que coja campechana y se ponga a gimotear a las orilla de un riachuelo, por si los pensamientos los traiciona, ya sepa que decisión tomar, para no causar tanto daño a los que lo han querido y apreciado.

Después del doloroso infortunio, y espero sepamos de que estamos hablando, me acosté en la cama, y me puse a mirar el único y fastidioso orificio, que tiene el techo de la casa donde habito, y me quede pensando por largo tiempo, si lo tapaba o simplemente dejaba que el roedor que por el se metía a joder en la cocina, se siguiera metiendo o si por el contrario, le ponía la pega esa bendita, que los neutraliza y los hace presa fácil, de nuestro bajas pasiones del instinto animal, que llevamos los seres humano por dentro.

Es decir, en ese momento no estaba pensando como: Jesús (Chua) Espinoza, sino como el gato que recorre la calle del frente de la casa por la noche, y mi mente no estaba en concordancia con la realidad de ese momento, sino con la realidad de mis antepasados.

Si tomamos como cierto, que todos tenemos, miles de vidas ancestrales y que en algún momento de nuestro pasado fuimos en otra vida, algo distinto a los que somos, creo que en ese instante, se estaba manifestando, unas de mi tantas vida animal.

Pero desafortunadamente para muchos, este su humilde guebón hablador de pajas, no es filosofo, ni metafísico, ni teórico, ni poseo ningún rango de intelectualidad; gracias a DIOS. Pero como lo que carcome al alma nos hace, cómplices y esclavos de nuestro propios pensamientos, es posible que al final de este escrito, al saber que no he dicho un coño coherente con mis pensamientos, termine botando los cubiertos de la mesa, y tenga que comerme, el amargo y extraño postre, con las manos y luego tenga que maldecir, con lagrimas en los ojos, al fabricante de un castillo de naipes que parecía de cristal. “EL DON DE LA PALABRA ESTA VETADA PARA LOS VETUSTOS”

BAstante DUdas ELementales ha dejado la experiencia de ayer, y no poseo el don de la irresponsabilidad para estar catalogando, ni etiquetando a lo que desconozco, aunque como ustedes bien lo saben, que carezco de algún tipo de ética profesional y se me haría mas que sencillo llamar traidor, a lo que, tiene rabo de cochino, camina como cochino, se expresa como cochino, tiene trompa como cochino, patas de cochino. Tan elemental como elemental mi frustración.

Ni yo mismo se que coño dije.


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Jesús Chua Espinoza


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